17 | De cómo acabé en una piscina

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Nathan

He subido directo a mi habitación, como ahora Kyle dormirá con Rachel, yo estaré con Zach. Pero por suerte ahora estoy solo. Me siento en el borde de la cama y me llevo las manos a la cabeza.

La melodía no para de sonar en mis pensamientos, intento escribir algo en mi libreta, pero no funciona. Decido hablar con Lizzy, ella compone, es lógico pensar que puede ayudarme.

Lizzy

Comemos y pasamos la tarde en la piscina, yo me quedo en una de las hamacas leyendo un libro de Leigh Bardugo, Seis de cuervos se llama. Me lo recomendó Ezra en una de las clases de literatura y la verdad es que me está enganchando.

Rachel me anima a meterme al agua, pero la verdad es que no me atrevo a que me vean en bikini, no es que me preocupen lo que piensen de mi cuerpo, pero es que no me siento preparada para hacerlo. Es como si estuviera en ropa interior, vulnerable a sus ojos.

Isak se acerca a mi hamaca y se sienta en el borde de otra que hay junto a la mía.

- Hola, Lizzy. - Dice secándose el flequillo con una toalla azul. Sonrío ligeramente. - ¿Qué lees? - Hace un amago por coger mi libro.

- ¡Oye! - Aparto mi libro de sus manos con rapidez. - ¡Qué estás mojado aún! Lo vas a estropear. - Gruño.

Levanta las manos en defensa propia y después se pone una en el pecho. - Vale, vale. Perdona. - Dice riéndose mientras se aleja con los demás.

Nathan sale de la casa y parece dirigirse hacia mí. Me cruzo de piernas y dejo el libro sobre mi abdomen.

- ¿No te bañas? - Dice mirándome fijamente. – Dicen que es divertido.

- No creo... - Murmuro. - No me apetece mucho, la verdad.

- ¿Por qué? - Miro a mis propios pies. - ¿No sabes nadar? – Pregunta burlón.

- Sí que sé, idiota. - Sonrío de lado.

- ¿Entonces? - Inquiere.

- No sabría explicarlo. - Murmuro casi para mí misma, pero me escucha.

- No hace falta que lo hagas, Lizzy. - Sonrío con cierta tristeza.

- Digamos que prefiero no estar semidesnuda, por ahora. - Se ríe de mi comentario y niega con la cabeza.

- Quería preguntarte si te importaría echarme una mano con una cosa. – Parece nervioso porque no me mira a la cara. Asiento escuchando con atención. – Estoy algo bloqueado artísticamente. Escuché que Rachel dijo que componías, quizás puedas ayudarme.

Su petición me pilla por sorpresa. – Sois una banda, ¿no componéis juntos?

- No tienen ni idea, la verdad. Tan solo míralos. – Sonríe burlón, dirigiendo su mirada a los chicos en la piscina. Se tiran entre sí una pelota de plástico.

- Parecen divertirse. – Musito entre dientes. Me mira dubitativo, mientras niega con la cabeza y no entiendo qué ocurre.

- Bueno, aunque no quieras quitarte la camiseta, vas a acabar en el agua.

- ¿Cómo...? Ay. - Grito mientras Nathan me coge en brazos. - No, no, no. - Niego gritando su nombre. - ¡No lo hagas! Ni se te ocurra, ¡Nathaniel! - Es lo último que grito antes de que nos tire a ambos a la piscina.

Nado hasta la superficie dispuesta a pegar a ese estúpido gruñón-mujeriego. Me agarro a sus hombros e intento hacerle una aguadilla, pero es más fuerte y alto que yo por lo que hace pie en la piscina.

- No me puedo creer que hayas hecho esto. – Exclamo enfadada.

- Dijiste que se divertían, sabía que tú también querías esto, pero no te atrevías. No debes cohibirte, Elizabeth. – Su tono es serio pero una sonrisa se asoma en sus labios al ver que no replico. Se echa los rizos para atrás cerrando los ojos. Mi mirada cae hacia su torso. No es la primera vez que le veo sin camiseta, pero algo es diferente. Es imposible dejar de mirarle. Sus hombros están firmes y noto cómo sus bíceps se tensan. Tiene un físico envidiable, y yo soy incapaz de meterme a una piscina en bikini.

Su pecho sube y baja en función de su respiración acelerada. Estamos realmente cerca. Siento cómo me cuesta contener el aliento. Nos miramos mutuamente a los labios. Me entra el pánico. Me separo nadando hacia atrás.

Creo que he estado demasiado tiempo mirándole. Me fijo en su rostro y está algo acalorado mirándome fijamente. Me percato de que llevo puesta una camiseta y está muy mojada, pegada a mi cuerpo y ensalzando mi figura. Nunca llevo ropa ajustada por lo que ambos estamos sorprendidos por cómo resaltan mis pechos.

Intento darme la vuelta cómo puedo, me siento muy avergonzada ahora mismo.

- No, Elizabeth. - Dice parándome para que siga frente a él. - Eres hermosa.

Zach salta en bomba a la piscina y nos salpica, el ruido de los demás riéndose corta nuestra conversación. Algo que agradezco porque no sabía cómo seguir hablando con él, me sentía muy vulnerable y diría que un poco desnuda también.

Me ha dicho que soy hermosa, me ruborizo al pensar en ello.

¿Realmente lo creía o solo lo decía para hacerme sentir mejor?

Salgo de la piscina y me siento en la hamaca, a ver si con el sol se me seca un poco la ropa.

Maddie se acerca hasta donde estoy y me pone ojitos. - Qué parejita más mona hacéis. - Dice con una sonrisa muy amplia.

Niego con la cabeza. - No lo creo, ha sido extraño.

- ¿Te has sentido incómoda? - Me mira inquisitiva.

- La verdad es que no. – Confieso.

- Entonces eso es buena señal. – Sube y baja las cejas con rapidez.

- No creo que fuera capaz de... - no sé cómo explicarme. – quiero decir, ni siquiera he podido bañarme sin camiseta.

- Estás equivocada, Lizzy. No todo en una relación implica desnudarse.

- Él es tan... y yo tan...

- Él es Nathan, y tú eres Lizzy. Deja de comparar las cosas porque te estás metiendo ideas estrafalarias en la cabeza tú sola. – Coloca su mano en mi barbilla y me obliga a mirarla a la cara. – No tienes nada que demostrarle a nadie, yo te he visto tal y como eres, y eres maravillosa. Y sé que él también lo piensa.

Hasta la última canción [COMPLETA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora