13.La luna roja

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Esa noche la aldea olía diferente, olía a festividad, alegría y júbilo. Cuando salí de la tienda todo estaba adornado con hermosas flores que, a la luz de las pequeñas velas, parecía algo mágico.

El jefe se acercó a mí y me ofreció su mano para que lo acompañase, cosa que hice de lo más gustosa. La gente se agolpaba a nuestros lados en forma de pasillo y me miraban con cara de asombro al verme con esas ropas, de verdad parecía una diosa en ese momento.

Llegamos al principio de la aldea y nos acercamos a un gran arco decorado con bonitas flores, esta sería la puerta de entrada a la gran fiesta.

Habían echo lo que parecía un gran salón de celebraciones pero al aire libre. Tenía grandes mesas asestadas de comida a los lados, con velas, bebidas y flores que las ardonaban, había una gran hoguera en medio y a su alrededor, a una distancia prudente, habían puesto grandes cogines en forma de círculo para los grandes jefes.

Aunque fuera un pueblo indígena sin mucho dinero, parecía una fiesta de lo más lujosa, puesto que sus habitantes también lucían sus mejores ropas.

El jefe, Marck y yo nos pusimos junto al arco y esperamos ahí unos segundos hasta que empezó a llegar la gente.

-Para dar la bienvenida debes de decir...ximopanolti que es como decir pase usted o bienvenidos. Para decir muchas gracias deberás decir...tlaskamaty miyak. Estas son las únicas palabras que debes de aprender por ahora, lo demás, dejanoslo a nosotros.-Marck me dijo esto y sonrió de una forma muy amable.

Eran palabras de lo más difícil de recordar y pronunciar, por lo que yo estaba llena de nervios y de dudas. Justo en ese momento Marck agarró mi mano, yo miré nuestras manos y luego a el, que simplemente me sonrió.

Mis nervios se borraron con solo esa sonrisa, que tenía este hombre que hacía que mi cuerpo se relajase tanto cuando estaba junto a mi. Era como un hermano mayor.

Cuando llegaron las primeras personas el jefe les dió la bienvenida y acto seguido los dirigió hacia mi con su cabeza bien en alto y lleno de orgullo, supongo que el presumía de tener una diosa en su pueblo.

Marck que estaba junto a mi me volvió a repetir las palabras de debía de decir y yo asentí.

-Pero Marck, debo hacer algún tipo de reverencia? O les debo dar la mano? Hay dios esto de ser diosa es muy complicado.

Marck al escuchar mis palabras intento no reírse pero no lo consiguió, una risita salía de su boca de dientes perfectos y me miró.

-No, lo único que debes hacer es cederle tu mano para que ellos con una pequeña reverencia la besen.

-Hay que asco, voy a terminar con la mano llena de babas.-Dije eso con la mayor repujnancia posible, a mí que me llenaran de babas me daba un asco de morirme.

Marck de nuevo se volvió a reír a carcajadas al ver la cara de asco que ponía y yo, junto a él, me reí a carcajadas , tenía una risa de lo más contagiosa.

-No te preocupes, coge esto, y de vez en cuando con mucho disimulo te vas limpiando.-En ese momento me dio un pequeño pañuelo de tela.

Asentí y le agradecí con la mirada, este hombre cada vez me gusta más, es todo un caballero.

Pues con el paso de la gente yo hice lo que Marck me dijo y un par de instrucciones más que iba dando.
Llegaron bastantes cientos de personas, aunque yo solo tenía que saludar y dar la bienvenida a los grandes jefes y a sus familias, pero había tanta gente que no recuerdo a cuántos saludé.

La gente que se dirigía a mi, me miraba con asombro y solo lograban decir un par de palabras entre tartamudeos que eran, según Marck, es un honor mientras besaban mi mano.

la leyenda en el tiempoWhere stories live. Discover now