~Capítulo 16~

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Katsuki dejó descansar al pelirrojo esa noche, por fin llegaron a un acuerdo en el que no tendrían que matarse por un tiempo mientras resolvían su pequeño gran problema.

Tenía que buscar una mentira convincente para evitar hablar del primer asalto a la familia rival, pues este había sido responsable de aquello. Sin embargo, lo que sucedió en adelante fue ajeno a sus órdenes. Todos en la organización festejaron por el logro del joven Bakugo, y más adelante al enterarse que otro arrebato victimizó a la familia, no les quito el sueño. Eso fue hasta que les toco a ellos, al principio creyeron que fueron los Kirishima, una venganza, pero a palabras de sus infiltrados, confinaron que no habían sido ellos. Lo peor paso cuando la situación se repitió.

La mente de Katsuki trataba de resolver lo que sucedía, encontrar una pista, recordar alguna palabra expulsada de los labios del cabello de mierda... los labios de...

Abrió los ojos de inmediato, no estaba pensando en eso, no, no lo hacía.

Volvió a cerrarlos intentando resolver el acertijo, pero su mente jugaba sucio. Cada que intentaba pensar en algo la cara de imbécil se presentaba como dolor de muela. Sacudió la cabeza un par de veces para ahuyentarlo.

Saber que estaba pisos debajo de él, después de lo ocurrido en la cabaña, despertaba una inquietud en el que no lo dejaba concentrar ni un poco. Su respiración se volvía agitada cada que lo visualizaba.

¡¿Cómo mierda resolveré esto si el imbécil no me deja?!, pensó

Él no es culpable de esto, le dijo su conciencia, como siempre, llevándole la contraria.

Nuevamente, cerró los ojos procurando no pensar en nada.

No pudo.

La mañana siguiente Eijiro despertó adolorido

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La mañana siguiente Eijiro despertó adolorido. Dormir en una silla no era de las mejores posturas para su espalda. No sabía qué hora era, pero de la pequeña ventana, en la parte superior de la habitación, encamaba un rayo de sol.

La puerta se abrió y de ella hizo acto de presencia la pelirrosa de la noche anterior. El joven no pudo evitar poner mala cara al verla, con su ropa limpia, cabello limpio y un plato de... ¿fruta con panqueques?

- ¿Te gusta lo dulce? - pregunto dejando la bandeja a sus pies.

Kirishima estaba anonadado, ese desayuno traería veneno o algo por el estilo.

- Quítale las esposas. Bakugo no lo quiere atado. - otra voz femenina se asomó por detrás de la chica. Esta era de largos cabellos azabache y mucho mas alta. Al ver al ojirubí lo saludo- buenos días.

Llevaba un día ahí y ya se había vuelto loco.

.

.

Dos horas más tarde, Eijiro no había ni tocado la comida, la miraba fijamente, como si esperase que de ella emergiera un monstro.

El caminar pesado de unas botas resonaron en la habitación y frente al ya se encontraba Bakugo. Kirishima le regalo una sonrisa como si se alegrara de verle, pero tras esta solo existía complicidad.

Un pequeño trato   [kiribaku]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora