Capítulo 1: La Última Batalla

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Después de dos largos años de luchas, al fin la guerra acabo y los Otsutsuki se volvieron un mal recuerdo. Pero el derrotarlos requirió demasiados sacrificios.
El gran héroe de Konoha y de la Cuarta Gran Guerra Ninja, el aclamado Uzumaki Naruto, dio hasta su último aliento para combatir a los temibles enemigos.

Cientos de ninjas gritaron su nombre cuando lo vieron caer desde los cielos. Parecía el amargo final de una pesadilla. El último golpe del enemigo atravesó su estómago y la sangre comenzó a brotar. Su cuerpo abandonó el Modo Sabio y sus ojos comenzaban a cerrarse.

El mundo entero rogaba por él pero nadie por más de que lo quisiera podía siquiera pensar en acercarse. El enemigo era inmensamente poderoso y aunque estaba debilitado gracias al Hokage, seguía siendo muy fuerte.

Sasuke y Shikamaru pese a estar heridos corrieron hasta el desdichado hombre que caía hacía el vacío. Incluso ninjas que jamás habían cruzado palabra alguna con Naruto fueron a su rescate, sabiendo que morirían.

Pero al llegar al lugar y comprender la diferencia de poder, aquellos ninjas sólo se rindieron.

-¡Vamos!-
-¡Sasuke detente!-sujetando a su compañero.
-¡Sueltame!, ¡debo salvarlo!-
-¡Sasuke!, mira detrás de ti-bajando la cabeza.

El maltratado hombre miró por sobre su hombro y vio a cientos de ninjas llorando por su gran amigo. Llegó a distinguir a Hinata y Himawari corriendo hacía allí. Incluso vio a Sakura, que sostenía a Boruto para que no fuera a luchar.

-¿lo entiendes ahora?, el enemigo ha dado su último golpe, sí permanecemos lejos de él no nos atacará y cómo sólo le quedan segundos de vida y no hay ningún contenedor, simplemente dejará de existir-
-pero Naru...-
-¡Sasuke!, ¿Qué crees qué será de ellos sin Naruto?.. sin ti.. no podemos perderlos a ambos. Konoha te necesita, ellos te necesitan-
-Aún así... debo intentarlo-
-¡Noooo!-

En aquella neblina y bajo tanta confusión, el hombre de cabello oscuro corrió hacía donde se encontraban Naruto y el último Otsutsuki. Aunque fuera una misión suicida, aunque no valiera la pena. Incluso sí no llegaba a tiempo, él simplemente tenía que estar allí.

La herida en su pecho comenzó a dolerle aún más. Quizás ese mismo dolor sentía su amigo. Sus piernas no podían correr más pero las obligaba a seguir. Debía llegar a cualquier costo.

A medida que avanzaba, la neblina se volvía más espesa y sus recuerdos más nítidos.
¿Cuántas veces lo había salvado Naruto?

Las peleas, los celos, sus competencias absurdas, sus enfrentamientos más dolorosos. Cada recuerdo invadió su frágil mente, llenándola de pensamientos en torno a Naruto. No podía rendirse y dejarlo morir, no cuando él nunca lo dejó atrás.

Con sus últimas energías se arrojó al punto más crítico de la batalla, donde Naruto y el Otsutsuki se encontraban. Aunque no regresará de allí, haría hasta lo imposible para que al menos su gran amigo salga de ese horrible lugar.

-¡No puedes morir aquí!-

Esa frase llegó a los oídos de Naruto que por un breve momento recobró el sentido. Una figura masculina se dibujó en medio de la neblina. Alguien que venía a ayudarlo. Alguien que...

-¿por qué...?-apenas pudo susurrar estás palabras y sus ojos comenzaron a entrecerrarse.

La neblina se torno rojiza entre ataques y golpes. Pero el ruido desapareció.

Naruto no podía oír nada a su alrededor. Apenas podía visualizar lo que ocurría. El Otsutsuki estaba descontrolado y alguien lo golpeaba con furia.

Todo era confuso pero algo era claro, la persona que se encontraba luchando, era la misma persona que lo había atrapado entre sus brazos. No podía verlo con claridad por culpa de la neblina pero el aroma de aquel hombre le resultaba familiar y su chakra cálido lo había sentido antes.

Por un momento se dejó llevar por el silencio y el recuerdo de aquel abrazo cálido. No es que no pensará en sus seres queridos, pero sí alguien había logrado llegar hasta allí, significaba que Konoha y cada ninja presente en aquel lugar, se encontraría a salvo, porque había un ninja más fuerte que él.

Pese a todas sus heridas y el inmenso dolor de dejar a su familia y amigos atrás, Naruto dibujó una sonrisa en sus labios. Había conseguido hacer realidad su mayor sueño y ahora otros continuarían con su legado.

No podía saber sí la batalla era extensa o sí habían transcurrido sólo segundos, el tiempo se había tornado confuso para él. El silencio se había convertido en lo único audible y lentamente las imágenes comenzaron a mezclarse con sus recuerdos hasta perderse.

Recordó como solía divertirse con Sasuke y Sakura. Lo mucho que los quería y cómo le hubiera gustado compartir un poco más con ellos y Sarada.

La sonrisa de Hinata se clavó como un puñal en su memoria. Podía verla tan claramente. Con su cabello largo, acariciando su vientre y diciéndole aquello que más felicidad le había producido en toda su vida.

-Naruto-kun... ahora seremos una familia de verdad-
-¿Qué?-
-me refiero a que alguien vendrá a vivir con nosotros-
-¿quieres decir que tu papá...?-pesadumbrado.
-no, me refiero a que...-toma la mano de Naruto y la lleva a su estómago.
-Hinata, ¿tu estás...?, ¿pero cómo?-
-Bueno...-sonrojada.
-...-Naruto se sonrojo por completo.

Luego de recordar aquellos momentos Naruto sonrió. Amaba a sus hijos y ellos eran razón más que suficiente para despedirse con una sonrisa.

Aunque no todo había sido alegre en su vida. Algunas personas lo habían lastimado duramente durante su infancia.

Quizás no lo habían hecho con esa intención, pero muchas de sus palabras más hirientes se habían grabado en él.

-Kawaki...-

Una lágrima acarició el rostro de Naruto al recordar la primera vez que había visto al muchacho y la enorme tristeza que sintió en él. Una tristeza que pese a todos sus intentos, parecía no haber desaparecido.

Después de todo, no podía sólo irse, no dejando a alguien que aún necesitaba de él. Pero su cuerpo ya no le respondía.

Se sentía tan inútil. Podía sentir como sus órganos comenzaban a fallar, como su chakra se desvanecía y como él mismo dejaba de existir.

Sí hubiera podido hacer sólo una pequeña cosa antes de morir, sería decirle algo que nunca le dijo, pero la batalla había llegado a su final, al igual que su propia vida.

-Perdóname Kawa...-

La Distancia Entre NosotrosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora