Veintidós

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Había dormido muy bien, siempre que dormía con mami lo hacía. Desde el día que nos reconciliamos todo ha sido mágico.
Mami tiene el sueño pesado así que agradezco que cada vez que la beso no se despierta. Suelo dormir alrededor de tres horas después de que me acuesto debido a qué me la pasó besando sus labios su cuello y a tomarle cientos y cientos de fotos, es tan linda.

Recordando todos esos magníficos días estire mí mano para atraerla hacia mí cuerpo pero no había nadie ahí, en cambio un espacio frío y vacío era lo que había en la cama.

Abrí mis ojos confirmando que ella no estaba, el pánico que sentía cada vez que despertaba y ella no estaba empezó a subir por mí pecho hasta llegar a mis ojos haciendo que se cristalicen.

Mis pies descalzos no sentían el frío piso de madera oscura. Pero aún así me puse de pié y aunque mis piernas temblaban del nerviosismo fui caminando con diligencia hasta el estudio dónde ella trabajaba. Giré la perilla encontrando la luz apagada y sus cosas que solían estar en su escritorio no estaban ahí- Otra vez se fue y me dejó solo?- estaba tan enfadado por qué mami a veces se iba a trabajar y me dejaba.

Sin mencionar que mis llamadas eran ignoradas con la excusa de que estaba en una junta importante donde no podía responderme.
Mis puños se cerraban solos. Yo tenía la culpa por dormir tanto, tal vez si hubiera despertado antes mami me hubiera llevado con ella.

Resignado di pasos hacia las escaleras notando que la sala estaba climatizada, el señor Bang habría olvidado apagar las leñas?

El frío repentino invadió mí cuerpo haciendo que mí piel se encrespara y mis dientes castañean.

El invierno había comenzado hace algunos días y el clima iba empeorando.
Los fríos y blancos escalones se sentían terriblemente congelados, aceleré los pasos hasta llegar a la sala donde todo lucía cálido hasta que el panorama de los sillones enormes me dio la tranquilidad que hacía que mí corazón pudiera estar en paz con mí mente por qué en ellos una joven sentada con anteojos que en su agenda escribía algo, me regalaba la más dulces de las miradas.

  Corrí hacia ella y me lance sobre su cuerpo sorprendiéndome. Los dos caímos sobre el piso alfombrado quedando ella arriba mío.

Estaba desquiciado de felicidad, así me ponía cuando la veía y al notar su cara de sorpresa me puse de pié con ella en mis brazos y la acosté en el sillón de cuero, tomé la manta de lana y cubrí sus piernas.

Mí cuerpo pedía contacto, ese que solo ella me daba por qué no dejaba que nadie me tocará ... Solo ella ...
Me incliné sobre su cuerpo abriendo la manta y me acosté encima de su pecho. Ya no los tocaba, besaba ni succionaba tenía que admitir que extrañaba mucho eso. Y aunque mí boca se hiciera agua no lo iba a hacer...

  - Taehyung - hablaba con dificultad al tener el enorme y pesado cuerpo sobre ella

  - Que mami?

  - Pesas

  - No mami, yo no peso, aún son un niño pequeño- su puchero hacía que se viera tan tierno, Lhea quería morder ese labio, negó todo impulso volteando la cara hacia un costado.
Tarde por qué Taehyung había descubierto una debilidad.

  - Amor, p-por favor

  - Mami, está bien...

  - Tae te acuerdas de el chico que te va a hacer compañía?

  - Mmm.. si me acuerdo, que hay con él? ¿No vendrá y me llevarás contigo siempre? - en cuestión de segundos se armó una historia de ella y él todos los días solos en la oficina

  - Él vendrá esta tarde para que se conozcan y el lunes empezará a trabajar.

  - P-pues pues, no quiero que venga

  - Taehyung que dijimos

  - Está bien- bufó sin más remedio

Kim Taehyung Mí Pequeño PervertidoWhere stories live. Discover now