𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑐𝑜𝑛𝑣𝑒𝑟𝑠𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛

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El primer día de clases llegó, y Sero se puso su uniforme con una sonrisa en su rostro, que seguramente no se iría en todo el día. Cuando había recibido la carta de aceptación casi se desmaya, sin poder creer que había conseguido entrar a la academia, gracias a los puntos de rescate que los profesores le habían dado. Eso le mantuvo feliz lo que restaba de tiempo para comenzar las clases.

Estaba tan entusiasmado que llegó de los primeros, viendo a sus nuevos compañeros. A algunos los conocía de vista por la prueba de acceso, y comenzó a integrarse un poco en la clase. Se sentó detrás de una chica que se llamaba Jirou, comenzando a hablar con ella de música, hasta que entró alguien más en la clase.

Era el chico rubio que le había estado mirando en el examen. No pensó que pudiesen entrar los dos en la academia, pero le saludó con la mano ahora estando más relajado, y este le devolvió el saludo con una sonrisa igual a la que le dio en su momento. Vio que caminaba hacia él, sentándose en el sitio que quedaba libre a su lado, y se presentó.

—Me llamo Kaminari Denki, ¿y vosotros?

—Sero Hanta —estrechó su mano, mirando curioso la marca negra que resaltaba tanto en el cabello del chico. Era algo que se había preguntado desde el examen de ingreso—. El rayo de tu pelo, ¿es natural?

—Sí, lo tengo desde que tengo memoria. Pero conjunta con mi kosei, es electricidad. Puedo absorberla y descargarla —sonrió tocando la marca, sin apartar su vista de Sero—. ¿Cuál es el tuyo?

—Bueno... puedo lanzar cinta de mis codos —habló no muy convencido. El poder de Kaminari era increíble, y muy útil. Seguramente había quedado de los primeros en la prueba de acceso—. No es tan increíble como el tuyo.

—¿Estás de broma? ¡Es genial! Eres... como ese superhéroe de Estados Unidos. ¿También puedes usar la cinta para transportarte?

El pelinegro asintió, esbozando una pequeña sonrisa. Nunca nadie se había interesado tanto por su kosei, mucho menos le comparaban con un héroe tan famoso. Pero la emoción de Kaminari parecía genuina, y comenzó a contestar todas las preguntas que el rubio le hacía.

Pararon de hablar cuando comenzaron las clases, tampoco tuvo oportunidad de acercarse a Denki durante la prueba que les hizo Aizawa. Finalmente, una vez salían de la academia, Kaminari tocó su hombro mientras recogía sus cosas.

—¿Quieres ir a casa juntos? Yo vivo en la prefectura de Saitama.

—Ah, yo en Tokyo. Podemos ir juntos hasta la estación —sonrió terminando de recoger sus cosas, y saliendo juntos del aula.

Siguieron hablando hasta que tuvieron que irse cada uno por su cuenta. Antes de despedirse, Kaminari le dio su número de teléfono para que pudiesen seguir hablando.

—Así puedes contarme más de esas películas que te gustan tanto. —Esa fue la excusa que le dio antes de correr hacia el tren que iba a su casa, dejando a Sero con su número apuntado en la mano.

Nuestras primeras veces | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora