𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑐𝑖𝑡𝑎

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"Tengamos una cita", eso es lo que había dicho Sero el día anterior. Kaminari había aceptado, pero después el pelinegro pensó en que no sabía cómo se organizaba una cita. Siempre había sido todo natural entre los dos, pero desde que dijeron que se gustaban comenzó a tornarse... complicado.

La mañana siguiente a la confesión fue la peor. Cuando se cruzaron en la cocina ambos se pusieron nerviosos, y Hanta notó que de un día para el otro se había vuelto un completo torpe. Sentía mucha tensión, mas quería intentarlo porque deseaba estar con Kaminari.

Había buscado en internet y lo primero que le salió fue ir al cine. Eso no era factible, ambos preferían ver películas en su apartamento, donde podían hablar y comentar lo que quisiesen. Debía pensar en otra cosa.

Estuvo un buen rato buscando, y planificando todo lo mejor posible. Estaba seguro de que saldría bien, debía hacerlo. Había revisado todo mil veces, sabía lo que debía hacer y lo que no. Aunque a medida que se acercaba el momento, se ponía más y más nervioso.

—¡Ya estoy! —La voz de Denki se hizo presente en el apartamento. Había tenido que trabajar por la mañana, pero pensaban salir por la tarde—. ¿A dónde vamos a ir, Hanta?

—Lo sabrás cuando te cambies —señaló su traje de héroe, y el chico refunfuñó yendo a la ducha.

Sero volvió a repasar todo en su mente: primero irían a la hamburguesería favorita de Kaminari, luego al cine para ver una película que al rubio le encantaba, y finalmente a por un helado. Al parecer había un puesto nuevo cerca de donde iban a ir.

Sonrió al pensar en el plan, era perfecto.

Cuando Denki salió, ambos fueron en coche por la comida. A Denki no le costó mucho reconocer a dónde estaban yendo y se emocionó mucho al saber que podrían ir a comer a su sitio preferido. Ninguno de los dos, sin embargo, esperaba que el lugar estuviese tan lleno. La gente se amontonaba para poder pedir su comida y no había ninguna mesa libre.

—Oh, Dios... ¿Vamos a otro sitio? —Sero negó ante la pregunta de Denki. Ese era su sitio preferido, quería comer allí.

Se pusieron en la larga cola y mientras tanto hablaron de cómo fue la patrulla de esa mañana. Kaminari hablaba tranquilo de cómo fue todo y cuando quisieron darse cuenta, pudieron hacer su pedido. Decidieron tomarlo para llevar, y comer a solas en su coche.

Sero volvió a sentir esos nervios, esperando que nada más fuese mal. Por suerte, pasaron un buen rato comiendo, y cuando terminaron Hanta condujo hasta el cine. Fue un alivio encontrar aparcamiento pronto y eso le animó a pensar que, al menos, podrían ver la película sin problemas porque compró las entradas online.

Sin embargo, cuando el chico comprobó las entradas, la poca fe que había conseguido se desvaneció.

—Es extraño, las entradas no son válidas... lamento las molestias. Si quieren pueden entrar a otra película.

—¿En serio? ¿No podemos tomar otros asientos? —El asistente negó.

—Me temo que la sala está completa, pero pueden entrar a otra película. Consulten la cartelera —reiteró. Sero contuvo el aire. Kaminari se acercó a él y tomó la manga de su chaqueta, tirando un poco.

—Vamos, Hanta. Seguro que hay otra que también sea igual de interesante.

—Pero tú querías venir a esta. —Hizo una mueca y siguió a regañadientes al chico, mirando una y otra vez las entradas. ¿Cómo podía estar pasando eso?

Eligieron otra entre los dos y, aunque la película no estuvo nada mal, Sero tenía el ánimo por los suelos. Al menos todavía quedaba el helado. Tomó la mano de Kaminari al salir del cine, y comenzaron a caminar hasta estar frente a un parque.

—¿Todavía tienes pensado hacer algo más?

—Sí, pensé que sería buena idea. Además, no tenemos prisa por volver —sonrió.

Efectivamente el heladero estaba allí con su carrito, y pidieron un helado de vainilla y nata para compartir mientras daban una vuelta. Sero estaba feliz de que al menos eso hubiese salido bien, hasta que una pequeña gota cayó sobre su nariz cuando empezaron a caminar por el parque. No... no podía estar pasando. Empezó siendo una gota y luego dos, tres. Después cayeron de manera continua, y pronto estaba diluviando.

—¡Hay que irse! —Kaminari buscó algún lugar cubierto al que poder ir, y Sero le siguió.

Tuvieron tiempo de encontrar un toldo abierto en el que protegerse. Se habían mojado bastante y el helado se echó a perder en medio del camino, pero al menos no acabaron demasiado mojados. Sero se quedó mirando al cielo negro: todo lo que podía salir mal ese día, salió mal. ¿Acaso el universo estaba en su contra? Tenía unas ganas tremendas de gritarle lo horrible que era, cuando la risa de Kaminari le sacó de sus pensamientos.

—¿De qué te ríes? ¡Ha sido todo malo! Tenía tantos planes, y cada uno de ellos se ha echado a perder... Nuestra primera cita se arruinó.

—¿Estás bromeando? Ha sido la mejor cita del mundo —Hanta arrugó el ceño, podría jurar en ese instante que Kaminari estaba loco.

—Tienes que estar de coña, Denki. Se ha fastidiado todo.

—Pero hemos pasado un buen rato juntos —quitó algunos mechones de pelo mojado de su cara, observando a Sero tranquilo—. No he tenido una cita tan buena en mi vida como lo ha sido esta.

Sero todavía lo miraba fijamente, sin comprender si Denki estaba burlándose de él o qué. Pero parecía sincero, y poco a poco le fue contagiando la risa. Esperaron a que la lluvia pasase, y fueron al coche para volver a su apartamento. Kaminari seguía sonriendo cuando entraron en su hogar y, después de ducharse, pidieron algo de comida a domicilio.

—A la próxima, no haré ningún plan —Sero vio que ya había amainado, y maldijo a esas nubes que les hicieron regresar a su casa tan pronto.

—Ha sido una cita genial, Hanta... deja de hacerte ideas estúpidas. —Denki le habló por detrás, mientras secaba su pelo con una toalla—. La cena estará aquí en una media hora, llamé al sitio de siempre.

Sero miró a su novio y no pudo evitar sonreír, acercándose a él. Le revolvió el pelo con la toalla, ignorando los quejidos del mayor, y murmuró un "gracias". Kaminari se calló cuando le dijo eso y se miraron fijamente a los ojos, saboreando la tensión que había y un extraño cosquilleo dentro de ellos.

Hanta plantó un beso en su frente antes de soltar la toalla para que pudiese acabar el trabajo solo, y se alejó a atender la puerta porque había llegado su pedido.

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⏰ Última actualización: Mar 13, 2023 ⏰

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