𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑑𝑒𝑐𝑙𝑎𝑟𝑎𝑐𝑖𝑜́𝑛

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Sero no se comportaba de forma normal desde hacía semanas. Sabía que Kaminari lo había notado porque a veces se lo preguntaba, pero él no quería decirle qué era lo que pasaba por su mente. ¿Cómo iba a decirle a su mejor amigo que llevaba mucho tiempo enamorado de él, pero que se acababa de dar cuenta? Imposible, no podía hacer eso.

—Es bueno que te hayas dado cuenta.

—No, Bakugo, es un desastre —Sero se revolvió el pelo, agobiado.

—¿Por qué? Si los dos os gustáis, díselo y ya está. —Bakugo se encogió de hombros, sin verle el problema a la situación.

—¡Pero yo no sé si le gusto! Compartimos piso, y Denki anda acostumbrándose a Himawari y yo a su gato para poder traerlos, nuestros padres están encantados con que nos hagamos cargo de nuestras mascotas por fin. ¡No puedo arruinar esto con sentimientos extraños!

—Parece que hables de una familia feliz que estáis formando los dos. ¿Acaso eres tan idiota que piensas que Kaminari no siente nada por ti? Por dios, hasta yo me doy cuenta de lo que sentís el uno por el otro.

Sero se quedó callado, y tomó un sorbo del chocolate caliente que Bakugo le había servido. A Denki no le gustaría así, él lo prefería con leche y con tres nubes, siempre debían ser o tres o cinco, le gustaban los números impares. Miró la taza, Bakugo no le había puesto nubes a él.

—¿Y cómo puedo decírselo? No puedo... yo, no me he declarado nunca. Pero no creo que pueda seguir aguantando ser su amigo... —dejó caer su cara contra la mesa, en ese momento tener a Kaminari abrazado no le vendría mal. Siempre se sentía mejor cuando abrazaba a su amigo.

—Solo díselo, es lo que yo hice y no me fue mal.

—Tú se lo gritaste, Bakugo. No quiero gritarle a Denks, se asustaría. No... tengo que pensar en otra cosa. —El silencio prevaleció de nuevo en la habitación por unos momentos—. Podría lanzarle una poké ball y decirle, Pikachu yo te elijo —Bakugo alzó una ceja.

—Eso es una mierda de declaración.

—¡Lo sé! —lloriqueó y le dio otro sorbo a su bebida. Quería irse a su apartamento y abrazar a Kaminari. Ese día iba a lavarse el pelo, era probable que ya lo hubiera hecho, y olería mucho a vainilla. Sero adoraba cuando Denki tenía el pelo recién lavado, era muy esponjoso

Bakugo suspiró cansado y se sentó frente a él, aunque Sero solo quería que la tierra lo tragase en ese momento. Era la primera vez que no sabía cómo decirle algo a Kaminari y no podía creerlo, siempre había sido completamente abierto con él. Pero ahora no, le era imposible declararse; por una parte, porque sentía que lo iba a arruinar todo. Sin embargo, tampoco podía ser el mismo que antes ahora que conocía sus propios sentimientos. Y eso, a la larga, acabaría arruinando todo.

—Lamento interrumpir tu introspección, pero tienes que irte en unos minutos. Izuku y el idiota mitad-mitad vienen del trabajo y tenemos que planear una misión que tenemos pronto.

Sero asintió y para cuando los dos jóvenes llegaron, había terminado su bebida. Dejó la taza en el fregadero mientras Bakugo atendía a sus invitados, saliendo él después. Los saludó a ambos, pero cuando Midoriya y Bakugo habían avanzado y él estaba por irse, Todoroki lo detuvo.

—Oye, ¿te ha ocurrido algo? —preguntó el bicolor, entre curioso y preocupado.

—No me pasa nada, está todo bien —mintió, pero Todoroki negó con la cabeza.

—¿Te has dado cuenta ya de que te gusta Kaminari? ¿Te declararás? —Sero se sorprendió un poco por la pregunta, y asintió resumiendo la situación—. No tengo mucha idea al respecto, pero yo creo que lo mejor sería que te declares de forma directa. Dudo que Kaminari te rechace.

Nuestras primeras veces | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora