𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟 𝑟𝑒𝑔𝑎𝑙𝑜

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Faltaban dos semanas para graduarse, y todos estaban de los nervios. Ya tenían las notas, no había clases y tan solo se encargaban de la ceremonia de graduación y de la fiesta de después. Sero estaba encargado de las decoraciones junto a Tsuyu y algunos más de la clase B. En ese momento estaban terminando de hacer algunos ajustes en algunas pancartas, que iban a colgar para la fiesta que tendrían tras su graduación.

—¿Ya sabes lo que harás cuando te gradúes? —Tsuyu sacó un tema de conversación en lo que pegaban algunas cosas a las pancartas, y Sero asintió.

—Sí… no a futuro, pero sí de momento. Ya queda muy poco.

Estaba emocionado por poder graduarse y empezar una nueva vida. Ahora sería un adulto, tendría un trabajo y comenzaría una nueva etapa en su vida. Estaba emocionado, más que nada; le dolía dejar atrás la vida que había tenido esos tres años, pero lo que le esperaba también era bueno.

Además no es como si no fuese a ver jamás a sus amigos, seguirían quedando y haciendo reuniones. No iba a perderlos, tan solo trabajarían en sitios diferentes. Pero no le temía a eso, todo lo contrario. Quería conocer gente nueva, y por fin ser un héroe profesional. No un  héroe en prácticas, sino uno de verdad.

Tardaron un buen rato en terminar lo que tenían pendiente, y después fueron a sus habitaciones. Allí, Sato y Bakugo discutían acerca de qué hacer para cenar. Al parecer Rikido quería hacer algo, pero Katsuki quería otra cosa. Sero decidió no involucrarse, y subió a su cuarto.

Estaba terminando de organizar algunas cosas en cajas cuando tocaron a la puerta. Pensaba que sería alguno de sus compañeros diciendo que la cena ya estaba, pero se encontró a Kaminari allí parado, y con una sonrisa en su rostro. El chico pasó y a Sero le resultó raro que llevase las manos tras su espalda.

—¿Ya has recogido tu cuarto? —Notó que observaba todas las cajas apiladas. Se suponía que en esos días debían tener todo despejado, porque ya no volverían a los dormitorios.

—¿Tú no?

—Me tomo mi tiempo, me da un poco de pereza. Además, estoy en el equipo de los regalitos.

Kaminari hablaba pero todavía no le mostraba sus manos, y Sero comenzó a sospechar. A él le asignaron a un grupo que estaba haciendo regalitos a distintos profesores. Como era el que más se relacionaba con la gente, sabía bien qué regalarle a cada persona de la que le pidieran consejo.

—¿Y te vas a tomar también tu tiempo para decirme por qué has venido?

—¡No! digo, podría… pero llevo todo el día queriendo verte, para dártelo.

—¿Para dármelo?

Y entonces Denki le mostró lo que ocultaba. Era un peluche pequeño, pero adorable; se trataba de un perrito blanco, que en la boca sujetaba un pequeño girasol. Sabía que esas flores le gustaban mucho a Kaminari, pero no creyó que encontrase un peluchito así. Además cuando se fijó, se dio cuenta de que era casi igual a su perrita.

—Es…

—Igual que Himawari, y tiene un girasol por su nombre. Lo vi cuando fuimos a buscar un regalo para Aizawa y me recordó a ti, así que lo compré. ¿Te gusta?

—Me… me encanta… —tomó con cuidado el peluche, y lo miró sin poder creerlo. ¿Cómo había encontrado Kaminari algo así de casualidad?

Le dio las gracias mil veces, y colocó el pequeño peluche en su mesita de noche. Años después Denki le admitiría que había estado buscando ese peluche por semanas, y que no lo había encontrado por accidente.

Nuestras primeras veces | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora