𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑑𝑖𝑠𝑓𝑟𝑎𝑧𝑎́𝑛𝑑𝑜𝑠𝑒 𝑎 𝑗𝑢𝑒𝑔𝑜

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Habían pasado ya varios meses desde que todo había acabado, y se encontraban a poco tiempo de pasar a tercer año. Si a Sero le hubieran contado todo lo que iba a vivir en ese último tiempo, diría que le están jugando una mala pasada. Que habría sufrido tanto, y le habrían quitado una parte importante de su adolescencia.

Se había enfrentado cara a cara con la muerte, al miedo y a la desesperación, a la posibilidad de perder a sus amigos, a sus mentores… No podía pensar en ello sin ponerse nervioso. Desde entonces trataron de hacer cosas para sentirse adolescentes de nuevo; salir, ver películas, jugar videojuegos… pero todo era demasiado extraño.

Por eso, Mina había decidido hacer una gran fiesta de Halloween. Junto a Yaoyorozu, les había dicho que era obligatoria la asistencia, y que se haría en sus dormitorios junto a la clase B. Les dijeron que fuesen disfrazados, y que llevasen algo de comer para que Sato y Bakugo no tuviesen que encargarse de todo.

—Llevo media hora pensando, creo que iré de momia —se tiró a la cama de Denki, mientras este dibujaba en un cuaderno.

—No puedes ir de momia, Hanta, eso es aburrido y predecible.

—¿Y de qué quieres que vaya? Si voy de momia el disfraz me sale gratis, solo necesito que me envuelvas en mi cinta.

—¿Y cómo pretendes quitártela después? Te dolerá mucho. —Sero se quedó callado, su amigo tenía razón en eso—, tengo una idea mejor.

La sonrisa de Kaminari no le dio buena espina, sentía que había pensado en un disfraz con el que iban a hacer el ridículo. Sin embargo, y por más que insistiera, el chico no se lo quiso decir. Tan solo mencionó que le iba a gustar mucho y que tendría que esperar hasta la fiesta.

Cuando Kaminari tocó su puerta esa noche y lo encontró con aquel pijama de cuerpo completo de Pikachu, Sero supo cuál sería el disfraz que le tocaría llevar

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Cuando Kaminari tocó su puerta esa noche y lo encontró con aquel pijama de cuerpo completo de Pikachu, Sero supo cuál sería el disfraz que le tocaría llevar. Intentó no reírse mientras se colocaba la ropa de Ash que su amigo le había preparado; incluso consiguió una poké ball que se abría.

—Ya verás, nadie llevará unos disfraces tan originales como los nuestros. —Denki se sentía orgulloso de haber tenido esa idea, y Sero no le disuadió.

Antes de ponerse la gorra se revolvió el pelo para así tratar de parecerse más al personaje que representaba, y después se la colocó. Bajaron las escaleras, viendo ya a varios de sus compañeros preparando las cosas necesarias para la fiesta. Mina se acercó a ellos divertida y les elogió por sus disfraces. Sero pudo imaginar que en realidad ella ya lo sabía; su disfraz probablemente lo había creado Momo.

La fiesta no fue nada mal, todos lograron despejarse un poco y no pensaron en sus problemas al menos en lo que duró la noche. Bebieron zumo, jugaron a varios juegos y bailaron hasta que ya todos estaban cansados de tanta fiesta.

Denki subía eufórico en el ascensor con Sero, y fue el primero en salir cuando se detuvo en el piso de Hanta. Notó que algo le golpeaba en la cabeza, y se giró para ver al pelinegro recogiendo la poké ball. Sero sonrió al ver la cara de desconcierto del chico.

—Acabo de capturar un Pikachu.

—No si me resisto —echó a correr pasillo abajo, y Sero empezó a perseguirle.

Entre risas, el pelinegro acabó por tirarse encima de su amigo, y comenzó un ataque de cosquillas para que Denki se rindiese. El chico se retorcía de la risa debajo de él, tratando de pararle, pero Sero era mucho más fuerte que el contrario.

—¡Vale, vale, me rindo! —Solamente al escuchar esas palabras por parte de Kaminari, dejó de molestarle.

Calmaron su risa, y Sero se tumbó a un lado relajándose. Denki se quejó de que le dolía el estómago de tanto reír, así que se quedaron allí tirados un rato en silencio. Hanta le miró de reojo; tenía pequeñas lágrimas en los ojos, pero una gran sonrisa. Hacía tanto tiempo que no le veía sonreír así, que se sintió la persona más afortunada del mundo. La sonrisa de Denki era perfecta, pensaba, solo esperaba que nadie se la arrebatase de nuevo.

Nuestras primeras veces | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora