𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑞𝑢𝑒 𝑠𝑒 𝑒𝑥𝑡𝑟𝑎𝑛̃𝑎𝑟𝑜𝑛

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Las prácticas eran más duras ese año a ojos de Sero. Cada vez estaban menos tiempo en la academia, y más con los héroes profesionales. Una parte de él quería volver a su primer año, en el que al principio no debía preocuparse demasiado por nada más que por pasárselo bien con sus amigos.

Llevaba una semana sin ver a Kaminari y era una tortura. Habían seleccionado al rubio para ir a una misión en otra parte de Japón, y Sero se había tenido que quedar en la agencia. Fueron los siete días más duros de sus tres años de preparatoria. Estar sin Kaminari era casi imposible, la vida se sentía monótona sin él dando vueltas a su alrededor haciendo bromas o solo estando ahí.

Sero se tumbó en su cama, molido. Sus amigos estaban abajo haciendo la cena, pero él no tenía fuerzas para levantarse. Confiaba en que alguno de ellos subiría a avisarle cuando estuviese lista. Pero no iba a poder intercambiar comida con Kaminari, y Bakugo le prohibió utilizar a Kirishima para ese juego que él consideraba estúpido.

—¡Sero, la cena ya está! —Escuchó la voz de Mina al otro lado de la puerta, efectivamente, le avisaron.

El pelinegro bajó las escaleras con cansancio y se unió al resto de la clase. Midoriya y Yaoyorozu tampoco estaban allí porque, o bien estaban trabajando en sus respectivas agencias, o estaban en una misión. Sero no lo sabía, y tampoco le importaba mucho, solo conocía los detalles de la misión de Denki.

No sabía lo que haría una vez se graduaran; Kaminari era muy bueno, tal vez se iba de su agencia a otra mejor. Y entonces le tocaría extrañarle todavía más. Pero prefería no pensar en ello, al menos por el momento.

Comió desganado, escuchando las conversaciones de los demás para llenar su mente con algo. Durante las comidas, Kaminari y él siempre bromeaban y hablaban entre ellos de cualquier cosa que se les pasase por su mente. Ahora no tenía nada, quería a su amigo de vuelta.

Terminó de cenar rápido, y subió de nuevo a su habitación. Ahora, Kaminari y él se contarían lo que había sido su día, jugarían un poco y luego se irían a dormir. A veces dormían en el cuarto de Sero, y otras el rubio se iría a su cuarto tras un rato en el que siempre se quedaba dormido por un tiempo, para luego despertarse y, somnoliento, salir de allí.

—Odio las misiones... —hundió su cara en la almohada, y poco después se quedó dormido.

 —hundió su cara en la almohada, y poco después se quedó dormido

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«Acabaremos la misión mañana, para el martes estaré de vuelta.» Ese fue el mensaje que Sero se encontró por la mañana, y sonrió ampliamente. Terminarían, iban a terminar y volver, solo tenía que esperar dos días. Eso le hizo estar de mejor humor, y ayudó a que el tiempo pasase todavía más rápido.

Antes de lo que esperaba había llegado el martes, y por la mañana Sero se despertó impaciente. En las clases estuvo todo el tiempo nervioso, tamborileando con sus dedos en la mesa continuamente, y algunos de sus compañeros notaron que algo le pasaba. Kirishima fue el primero en acercarse a preguntar.

—Viejo, ¿todo bien? Pareciera que va a pasar algo importante.

—Denki vuelve hoy de su misión —sonrió animado, y Kirishima negó.

—Bro, solo lleva fuera poco más de una semana.

Pero Sero no le prestó atención. Kirishima no podía entender la amistad que el rubio y él tenían. Era como su otra parte, lo había echado mucho de menos. Sin embargo, lo veía normal; después de todo el chico era su mejor amigo.

Esa tarde fue a la agencia a trabajar, pero no pudo concentrarse demasiado en su patrulla. Denki no le había escrito en todo el día, ¿tal vez había pasado algo? ¿Se retrasaron? No quería pasar más días de esa forma, pensando en cuándo iba a volver su amigo.

Sin embargo, al volver a la agencia, vio que los miembros de la misión de Kaminari estaban allí. Y eso hizo que su corazón empezara a latir a mil por hora. No le dio tiempo a buscar al chico cuando ya había sido derribado por Denki. El rubio le había localizado primero entre la multitud, y corrió a abrazarle. Pero tanta había sido su prisa que acabaron en el suelo los dos.

—¡Hanta! Te extrañé mucho —le sacudió un poco, haciéndose el dramático—. Sin ti, no tengo con quién bromear, ¡ha sido espantoso! Prométeme que iremos juntos a la siguiente misión, diré que no voy sin ti. —Sero sonrió con nerviosismo.

—También te he echado de menos, Kami. No sabes cuánto —le abrazó realmente contento, y Kaminari correspondió su abrazo. En ese momento, Sero supo que no quería volver a sentirse como en esos días.

Nuestras primeras veces | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora