𝑃𝑟𝑖𝑚𝑒𝑟𝑎 𝑣𝑒𝑧 𝑐𝑢𝑖𝑑𝑎𝑛𝑑𝑜 𝑑𝑒𝑙 𝑜𝑡𝑟𝑜 𝑒𝑛𝑓𝑒𝑟𝑚𝑜

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Sero se extrañó cuando Kaminari no le avisó a la hora de siempre que había tomado el metro. Siempre era puntual, pero esa mañana no le había dicho nada. Se quedó mirando la pantalla del móvil unos minutos, cuando por fin se iluminó con el nombre de su amigo en ella.

Sin embargo, el mensaje decía que estaba enfermo, y que no podría ir a clases. Eso le deprimió un poco, no tendría a nadie con quien hablar de camino a la academia, y buscó sus auriculares. No los había necesitado en mucho tiempo, pero ese día tendría que ir escuchando música.

Fue aburrido, tremendamente aburrido, las clases no eran divertidas sin Kaminari. Kirishima estaba con Bakugo, y Mina con Hagakure, por lo que decidió quedarse a la hora del almuerzo con Tokoyami y Shoji. Aunque extrañaba los comentarios de Denki, se había perdido hamburguesas para comer.

Al salir, se le ocurrió algo. Tal vez podía ir un rato con Kaminari, por lo que le había dicho sus padres estaban trabajando muchos días fuera, así que estaría solo. Decidió comprar algo de sopa instantánea, porque no sabía cocinarla, y fue a la casa de Denki en lugar de a la suya.

Cuando se paró frente a la puerta, dudó un momento, pero acabó por tocar el timbre. No tuvo que esperar demasiado hasta que Kaminari abrió la puerta. Tenía una manta en sus hombros, la nariz roja y unas enormes ojeras bajo sus ojos. Parecía sorprendido de verle allí, y Sero alzó la bolsita con la comida.

—Te traje sopa instantánea, creí que podía venir y pasarte los apuntes, o hacerte compañía. No te imaginas lo aburrido que es estar sin ti, tío —se quejó desesperado, y Kaminari se echó a reír.

—Es que soy irremplazable —habló medio adormilado y se hizo a un lado, permitiendo que Hanta entrase en la casa.

Sero fue directamente a la cocina acompañado de Kaminari, que se quedó sentado en una de las sillas y apoyando la cabeza en la mesa. Estaría a punto de dormirse, pero aguantó despierto hasta que la comida estuvo lista. Sero le dio unos toquecitos en el hombro, y le puso el plato delante.

—Cena, mientras pasaré los apuntes de hoy a tus libretas.

—Bien... —observó que tomaba a duras penas la cuchara, esperaba que aguantase solo hasta que volviese.

Subió a la habitación de Kaminari, y tras tomar todos los cuadernos bajó junto a él. Denki estaba comiendo lentamente, pero sin pausa, y tenía una leve sonrisa. Su rostro estaba relajado, así que debía estarle sentando bien la sopa.

Se sentó a su lado, y empezó a copiar los apuntes que había cogido. No tardaría mucho en pasar todo, en lo que Denki terminaba. Le miraba de vez en cuando, comprobando que estuviese comiendo, y seguía trabajando.

—No hacía falta que me copiases todo, puedo hacerlo cuando esté mejor.

—No es un problema para mí, tranquilo. Además con lo cansado que estás no podemos hablar, así hago algo mientras cenas —sonrió y Kaminari lo hizo también.

Estuvieron en un cómodo silencio hasta que Denki acabó, poco después de que Sero terminase de pasar los apuntes. Hanta no le permitió moverse, recogiendo él todo antes de tomar los cuadernos de su amigo.

—Ahora que cenaste, será mejor que vuelvas a la cama. Te traeré un paño y las medicinas, ¿dónde están?

—Primer... estante —Kaminari bostezó con sueño y se envolvió más en su manta, pero no se movió.

Sero decidió primero ayudarle a llegar hasta su cama, y luego hacer un segundo viaje con la medicina, el pañito y los cuadernos. Le ayudó a levantarse, e hizo que Kaminari rodeara con un brazo sus hombros, mientras le sujetaba con cuidado.

Tenía suerte porque su amigo era liviano, y entre murmullos del chico de que empezaba a dolerle más la cabeza, y un casi tropiezo a mitad de las escaleras, consiguió llevarle hasta la habitación. Le acostó y le prohibió dormirse, bajando a por lo demás.

Tomó la pastilla, un vaso de agua, los cuadernos y un pañuelo que mojó en agua antes de llevarlo al cuarto. Kaminari estaba tapado hasta arriba y comenzaba a quejarse cada vez más, por lo que se dio prisa en llegar a su lado, y le dio el medicamento.

—Tómalo rápido, ¿sí? Te pondrás mejor después —notó que no quería tragarla, pero le miró serio y tras un pequeño esfuerzo, Kaminari se tomó la pastilla.

Sero puso el paño con cuidado en la frente del chico, y vio la cara de satisfacción que ponía su amigo, antes de acurrucarse en las sábanas de nuevo. Se levantó y recogió todo, guardando las libretas en su sitio.

—Gracias por venir, Sero... —escuchó el susurro de Kaminari, y antes de salir le respondió.

—Para eso están los amigos, rayito.

Nuestras primeras veces | SerokamiDonde viven las historias. Descúbrelo ahora