Capítulo I

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Capítulo I

Ese día Annette tuvo que resignarse a la simple idea de que tendría que regresar a su hogar de nuevo. Otro intento de escapar que había sido fallido. Y no sabía si ponerse a llorar o reír por lo irónica que últimamente era la vida con ella. Ese día ciertamente lo había logrado, sin embargo aquel caballero había tenido que detenerla, acabando con todo sus planes. Bufó para adentro, sabía que era algo que una dama no debería hacer. Pero realmente nada le importaba. Simplemente lograr huir a donde pudiese vivir en paz. Aunque era consciente que la amabilidad de aquella señora le había salvado de cometer cualquier otra locura.

Pero había tenido que llegar su nieto, aquel caballero de cabellera medio ondulada y castaña oscura. De ojos avellanas, voz varonil, personalidad arrogante. De buen físico para los ojos de cualquier otra señorita. Pero no para ella, porque jamás podría verlo con buenos ojos, ya que había estropeado todo aquel día. Y ahora debía regresar y descubrir que seguía un día más en Edimburgo, sin vuelta atrás.

— En su carta me informaba que estaba mal de salud, abuela. Sin embargo, la observó más saludable de lo que esperaba en realidad.— le expresó, en el salón de té, cuando aquella visita inesperada se había marchado.

— Es que no podía encontrar una manera de cómo hacer para que viniera mi adorable nieto.

— Abuela... Pensé que era algo serio y me preocupé por usted seriamente. No pensaba más que llegar pronto durante todo el viaje.

— Siento si te tuve preocupado durante tanto tiempo... Sin embargo, deseaba que llegarás aquí. Necesitaba algo de compañía... Y eres el único de mis nietos que tenía tiempo sin ver.

— Hubiese preferido que me dijera la verdad...—expresó en un tono de reclamo.

Lejos de allí, Annette regresaba de nuevo a aquella propiedad, sintiendo la soledad y el vacío. Subió a su habitación, rogando no encontrarse a su padre en el camino.

No obstante, aquel día no estaba de su parte.

— ¡Al fin te dignas a aparecer!— expresó su padre con un tono chocante.

— ¡Padre! ¡Me ha asustado!— expresó a girar y verlo salir de su despacho.

— ¿Yo?— expresó seriamente— ¿Por qué tendrías que asustarte? ¿O es que tiene que ver dónde te has metido todo el día?

— He estado haciéndole compañía a Lady Beatrice.

— ¿Y debo creerte?

— No tendría motivo de porqué mentirle...

Le miró fijamente. Estudiando cada expresión de su rostro.

— Dispénseme si le he hecho esperar... He perdido la noción del tiempo.

— ¿Por eso has llevado tu capa?

— Simplemente me la llevé por si hacía un poco de frío.

— Por supuesto... Por si hacía frío..._ expresó no convencido. Sabiendo que su hija se comportaba de una forma extraña desde que él le había expresado que había conseguido un pretendiente para ella.

Un hombre que podría ser su propio padre.

— Iré a mi habitación un momento...

— No tardes... Debo hablar contigo.

— Por supuesto...

Se dirigió a su habitación. Sentía el corazón comprimido. Sabía perfectamente lo que su padre quería decirle. Se lo había mencionado aquella noche en que sus deseos de huir habían nacido dentro de su alma.

He conseguido un pretendiente para ti.

Ella le había mirado sin poder creerse todo aquello.

¿Qué ha dicho, padre?

He encontrado un pretendiente para ti.

¿Un pretendiente para mí?—sintió de pronto que la abofeteaban con toda su fuerza, sin ser golpeada realmente.

No pretendo tener una hija solterona en mi casa... ¿O es que pretendes hacerme el hazmerreír en medio de nuestra sociedad?

Padre...

No tienes que preocuparte... Es un antiguo compañero de Harrow. Ha perdido a su esposa y necesita una compañía. Joseph Ashworth, conde de Essex es el mejor candidato que una señorita podría encontrar.

¿El conde de Essex?

Sí.

—¡Podría ser mi padre!— expresó anonadada.

Quizás...—sonrió con frialdad, sin inmutarse en lo más mínimo—.Quieras o no, te atendrás a mi decisión. No deseo que continúes aquí... bajo mi mismo techo.

¿Por qué? ¿Porqué no me dice el por qué realmente quiere deshacerse de mí?... ¿¡Qué le he hecho, padre!?_ dijo temblorosamente Annette, mientras las lágrimas bañaban su rostro_. ¿Acaso nacer? ¿Por qué le ha dado mi mano a ese hombre si ni siquiera lo conozco? ¿Por qué si ni siquiera a usted le importaba si encontraba un buen partido para mí en esta temporada en Londres?

¿Por qué?... No tan solo nacer.dijo y en su mirada se reflejó un brillo malévolo. ¿En verdad quieres conocer la verdad? ¿En verdad quieres saber por qué no me interesa nada de ti?

Estoy en mi derecho.expresó al escuchar las frías palabras de su padre.

Entonces, atente a las consecuencias... Cuando esté de humor para sentarme contigo y decirlas... Si es que antes ya no te has convertido en la futura condesa de Essex.

Todo lo que Soy (1er libro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora