Capítulo XIX

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Capítulo XIX

    Robert Cartwright finalmente encontraba respuestas a sus preguntas, cuando aquel hombre que había contratado, finamente le había entregado en sus manos aquel último informe. Se le hizo un nudo estómago, mientras el desagrado se hacía parte de todo aquello. ¿Era posible todo lo que escuchaba? ¿Era la vida tan cruel consigo mismo para confabularse en su contra de tal manera?


— ¡Esto no puede ser verdad! ¡¿Mi hija huyó con Lord James Cavendish?!—tragó un poco de saliva, mientras sentía un sabor amargo en la garganta—. ¡¿Ese hombre la ayudó a huir?! ¡Ese miserable e infame Cavendish!—miró fijamente a aquel hombre que aún seguía de pie en frente de su escritorio—. ¿Tiene algo más? ¿Sabe dónde estás mi hija? ¿Su paradero? ¿Hacia dónde la ayudó ese hombre a escapar?

— Señor, algo más que eso. He viajado hasta el condado de Devonshire. Hasta Exeter y allí mi investigación ha encontrado que no tan solo eso sucedió... Su hija es la actual esposa del futuro duque de Devonshire. Es la esposa de ese hombre. Su matrimonio se llevó a cabo en Gretna Green.

— ¡¿ES LA ESPOSA DE ESE HOMBRE?!— gritó completamente enardecido, al ponerse de pie.



      Aquello era peor que una pesadilla. La vida se burlaba de nuevo de él y en su cara. Su hija bastarda, aquella que él había procurado criar, sabiendo lo que se había convertido su madre en sus propias narices, había tenido la osadía de llevarle la contraria y para colmo, había tenido el atrevimiento de unir su vida con un Cavendish. Y ese Cavendish, por muy futuro duque de Devonshire que fuera, era el hijo del hombre que le había robado el amor y toda la felicidad que había conocido alguna vez en la vida, haciendo que de pronto, su vida se llenara de completa desgracia.


— He visto a su hija pasear con lord Cavendish en Exeter... Por ello, he venido, a pesar de este crudo invierno, a darle mi último informe. Usted me pidió que sin importar el largo viaje a tomar o la hora que llegase a Edimburgo, viniera inmediatamente a darle mi último informe. Por eso he venido a esta hora.

— Tome su pago y retírese de mi presencia. Ya ha cumplido el trabajo que le he mandado.— le exigió a aquel hombre—. Necesito estar solo un momento...— esperó a que hombre se marchará, después de tomar su pago y cerrar la puerta de su despacho—. Esto no acaba aquí... Mi apellido jamás tendrá el deshonro de unirse a esa familia... ¡Sobre mi cadáver! ¡Prefiero a Annette muerta!



    Annette se puso tensa tan repentinamente, cuando aquella sensación desagradable había aparecido y recorrido todos los poros de su piel. Había sido la brisa del invierno que posiblemente había entrado, cuando James había abierto la puerta de su habitación. Sin ella poder imaginarse que era algo más que eso.



    La felicidad que le rodeaba, pronto se convertía en gris, rompiendo por completo todos sus sueños.


— ¿Sucede algo?

— No James...

— ¿Segura?... Te veo algo tensa... ¿He llegado acaso muy pronto?— le expresó al colocarse en frente de ella y rozar su mejilla derecha.

— Segura... Sólo que he sentido una especie de escalofrío. Quizás ha sido la brisa que ha entrado cuando has abierto la puerta...— medio sonrió, sin imaginarse todo aquello que pronto se avecinaría a su vida.

Todo lo que Soy (1er libro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora