Capítulo XXI

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Capítulo XXI

— ¿Me odiabas por ser una Cartwright? ¿Por eso tu actitud conmigo?

— No... Ni siquiera sabía quién eras hasta que mi primo me lo dijo. No sabía el nombre de tu padre, hasta ese día... Conociendo que finalmente, conocía a una Cartwright. A la hija del hombre que declaró abiertamente que odiaba a mi familia.— sonrió un poco al recordar aquel día y la impresión que había tenido al encontrarse en frente de esa verdad. Ella era una Cartwright—. Además, al saberlo me pareció una ironía de la vida. No sabía que mi abuela o mi prima tenían trato con la hija del hombre que odiaba a mi familia.

— ¿Pensaste odiarme?

— Si he de ser sincero, tuve en mis manos la oportunidad... Más no pude. Mi abuela no me lo permitió.—expresó con cierta picardía al ver aquella impresión de asombro en el rostro de su esposa.

— ¿Entonces?

— ¿Entonces?— la miró con ternura— . Simplemente me he sentido en la obligación de hacerte saber la verdad que te ha sido negada desde tu nacimiento. Y hacerte ver mi propia verdad, ésta que pongo en tus manos. No me arrepiento de haberte conocido. No me arrepiento de que seas una Cartwright. Todo este tiempo he temido que tú sí. No es agradable saber que te han mentido toda la vida... Y ahora, encontrarte con todo esto.

— Tampoco me importa que seas un Cavendish.

— Annette...— rozó su mejilla con delicadeza— quiero que entiendas que al aceptar convertirte en la esposa de un Cavendish, has podido enardecer aún más a tu padre. Para el jamás deben mezclarse nuestros apellidos ni nuestras familias. El día que él lo sepa, nos odiara a ambos... Y a nuestros hijos.


Quitó su mano de su mejilla, temiendo incluso aquello. No por él, sino por ella. Por tiempo había visto con sus propios ojos como su abuelo había cuidado a su único heredero. Y aquello le había llevado a alejarlo de Escocia y todo aquello que le llevase al encontrarse en el camino de aquel hombre.


No obstante, en su presente, la vida había colocado en su camino un viaje a Escocia, lleno de urgencia motivado a aquella carta que su abuela le había enviado, haciendo que aquello le hiciese tener la oportunidad de encontrarse no con aquel hombre. Sino con su hija.


Annette le siguió mirando a los ojos unos segundos y luego le sonrió, rozando su mejilla derecha con ternura.


— ¿Has estado preocupado por eso?

— Sí, he temido a tu disgusto y que me odies al saber la verdad...

— Realmente lo ignoraba... Mi padre nunca me hizo conocer el odio que sentía por tu familia. Ni siquiera me hizo parte de él.—sonrió un poco más—. Ahora entiendo más, por qué se enojaba cuando visitaba con mucho más frecuencia a tu abuela. La única que realmente aceptó que visitará después de todo. Pues cuando supo que estudiaba con tu prima, ese día me sacó del colegio de señorita y me regresó a Edimburgo. Y tiempo después, me informó que estaba comprometida... Y que realmente no tendría el futuro que muchas señoritas de mí edad tendrían. Nunca se me otorgó la oportunidad de ir a un baile de temporada cuando cumplí la edad para acudir a uno o para ser presentada en sociedad.

— ¿No me odias por no decírtelo antes?— le preguntó con interés.

— Nunca podría odiarte... Eres un maravilloso hombre que me salvó del infierno que sería mi vida en la actualidad. Me has dado la oportunidad de ser libre en un mundo de hombres. Me has hecho sentir que realmente vale la pena vivir... Y sobre todas las cosas, me has dado la oportunidad de amarte con toda el alma. ¿Puedes responderme qué es un Cartwright? ¿O qué es un Cavendish? ¿Acaso no ves que son simples apellidos?... Más bien, me pregunto cómo Dios ha podido bendecirme plenamente y ha puesto en frente de mí a un hombre tan maravilloso como tú, que sobre todas las cosas, decidió casarse y amar a la hija de su enemigo... Después de todo, debería ser yo quien tendría que estar preocupada y creer que simplemente todo esto ha sido un sueño.


James alzó una ceja, mirándola complacido al escucharla.


— ¿Qué es un Cartwright? ¿Que es un Cavendish? ¿Acaso no son simples apellidos? ¿No es lo que me has expresado?... Posiblemente por esa misma razón mi corazón no quiso escuchar a la razón. ¿Cómo podría odiar lo que pronto llegaría a amar?


Una expresión de preocupación pronto se dibujó en el rostro de Annette.


— ¿Sucede algo?— le preguntó James.

— ¿Y tu abuelo? ¿Lo sabe?

— Sí...

— ¿Qué piensa de que sea una Cartwright?

—Deja de preocuparte... Ha entendido con más razón por qué en un principio decidí ayudarte. Y luego, el por qué mi corazón eligió amarte...— expresó al abrazarla.

— A veces siento que todavía no he conseguido su aprobación y que ante sus ojos no soy realmente buena para ti. Ahora me temo que al saber que soy la hija de Robert Cartwright y sobre el comportamiento de mi madre, jamás logré conseguirlo... He puesto en ridículo a tu familia por mi linaje. Serás la comidilla por mi culpa...— su tono de voz se quebró a causa de la tristeza.

— Tu madre era nieta de un noble importante que mi abuelo conoció.— le expresó James al abrazarla con más ternura— . Y en cuanto a que seas la hija de aquella mujer, que Robert Cartwright decidió criar como hija. Eres mi legitima esposa... Y nada ni nadie pueden cambiar eso.

— James...— se permitió llorar, al colocar su cabeza en el pecho de su esposo, sintiendo aquel nudo en su garganta.

— No quiero verte llorar... No es uno de mis propósitos.—levantó su quijada y secó aquellas lágrimas de sus ojos—. No tienes que preocuparte por el qué dirán los demás. Jamás me ha importado los costilleos de la sociedad inglesa.—recostó su frente en la de Annette—. Me has quitado un peso de encima al hacerme saber que me amas, aun a pesar de saber todo lo que te he dicho. ¿Cómo crees que me podría importar lo qué piensen los demás? Ellos jamás tendrán poder de arrancarme lo que siento por ti.



Todo lo que Soy (1er libro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora