Capítulo VIII

36.6K 3.4K 67
                                    

Capítulo VIII

La vida se le iba a cada día a Annette, al igual que su libertad. Y aunque era consciente que vivía en un mundo de hombres, sentía que ella tenía derecho a elegir cómo vivir su vida. Sin embargo, nada de lo que hacía, conseguía aliviar su alma.


Estar allí, era como encontrarse nuevamente con aquel dolor que había oculto en ella, aquella vez que descubrió que realmente su padre no le quería, y lo único que quería era deshacerse de ella.


Respiró hondo, después de levantarse y mirar hacia su ventana. Su estado de ánimo se nubló como siempre. Siempre viviría en una jaula de cristal, donde todos pasaban por su vida, y ella solo simplemente se limitaba al verlos, mientras el tiempo avanzaba en su contra. Las lágrimas volvieron a bañar su rostro. Esa mañana era distinta, y aún más, cuando había evitado acudir a la propiedad de Beatrice O'Dubgaill. Y más, cuando quería evitar las miradas de su desagradable nieto.


Y esa actitud prepotente de siempre estar juzgándola.


Esa era su triste realidad. Aquella que pocos conocían.


— He escuchado que mi hija ya se ha levantado._ expresó Robert Cartwright con altivez.

—Sí, señor... Acaba de bajar a desayunar.— le indicó la ama de llave.

—No le hagan saber que estoy despierto... No deseo verla.— agregó con frialdad.


Aquello era más que una orden. Era un mandato con reglas que no se podía romper.


El ama de llave aceptó aquella orden como solía hacerlo siempre, mientras observaba a su señor encerrarse, una vez más, en su estudio junto al licor. Desde que Scarlett le había dejado por aquel noble inglés. Incluyendo esos días en que se había enterado de su repentina muerte, era una imagen que se repetía todos los días. Aquel hombre se había transformado en un ser frío e insensible. Sin importarle hacerle saber a lo único que tenía, que era una hija no querida. Total, era algo que jamás había tratado de ocultar, desde el nacimiento de ella.


Abrió de nuevo aquella botella de whisky y se sirvió un poco. Aquellos viejos recuerdos volvían a su mente, recordándole aquel ayer que odiaba.


Lord Cartwright, no sé cómo puedes vivir haciéndose el ciego... Todo lo que cree que será suyo, se terminará yendo de sus manos...— le había dicho un hombre antes del nacimiento de Annette, con una sonrisa maliciosa.— Su dulce esposa es tan deliciosa... ¡Qué lástima que haya quedado embarazada y no sepa quién pueda ser su padre! Nos dejará a sus amantes sin su cálido cuerpo, porque desde este momento, ninguno querremos a una mujer embarazada en nuestras camas.


El rostro de Robert Cartwright había enardecido ante aquel militar que se había atrevido a insultarle tras aquel comentario. No era ciego. Y en parte, desde un momento a ese, sabía que había sido el único culpable. Desde que se había visto a Scarlett en aquella visita repentina que había hecho a Londres y le había visto con aquel niño de ochos años él se había convertido en un hombre irrazonable. Odiando dentro de su corazón a su dulce esposa. Recordando lo hermosa que estaba Scarlett y ese niño había podido ser su hijo y único heredero. Para ser testigo posteriormente como la vida había decidido arrebatarle todo de nuevo. Incluso, ese bebé que esperaba su legítima esposa.


Los pensamientos giraban por su cabeza como un caótico torbellino. Aquel pasado todavía envenenaba su alma haciendo que su corazón se hiciese aún más frío.


Pronto sintió que el licor de aquella última gota de aquella botella le quemaba aún más. No se había percatado en qué momento se la había bebido completamente. Pero allí estaba, en frente de él, completamente vacía.


— Te desapareceré de mi vida... Haré que te vayas tan lejos, que simplemente tu rostro y tu presencia sea un simple mal recuerdo. Quieras o no, te atendrás a mi decisión. No deseo que continúes aquí... bajo mi mismo techo. No eres mi hija. Tu madre era una cualquiera que tuvo la osadía de engañarme...Y para evitar los comentarios, decidí educar a una bastarda como hija para proteger mi reputación y así alejarme del escándalo. Le di mi apellido a alguien que no lleva mi sangre para evitar los rumores de sociedad... No porque en realidad te quisiera como una hija... ¿Cómo podría querer a alguien que no lleva mi sangre?


Cerró los ojos al sentir tan vivo ese ayer. Una verdad que todavía desconocía Annette, se encontraba justamente en ese instante, en los pensamientos de su padre.


    << Joseph Ashworth, conde de Essex está en camino. Y llevaremos tu unión esta semana, en una boda privada. Ambos deseamos que sea así... >>


James no había podido evitar observar la preocupación de su abuela. Ella seguía intranquiliza por lo que se avecinaba en el futuro de aquella señorita que sin ser parte de su familia, había robado una parte de su corazón.


— Abuela, no has comido nada esta mañana... ¿Se siente bien?

— Estoy preocupada... Temo que finalmente el padre de Annette se haya salido con las suyas.

— ¿Lo dice porque la señorita Cartwright no ha venido a visitarle?

— Sé que no te agrada... Y que mi idea de querer ayudarle no la apruebas. Pero siento que ella se merece un mejor futuro...

— ¿Con un noble que creo conocer?

— Ella sería una buena esposa si te permitieras darte una oportunidad...


James sonrió un poco. Evitarlo no podía, y más, cuando sentía que podía conocer los pensamientos de su abuela.


— ¿ Y huir con ella a Gretna Green?


Su abuela lo miró con una mirada desafiante.


— Podría ser una buena idea, si escucharas a esta pobre anciana, que espera que en su lecho de muerte, Dios tenga compasión de ella...

— ¡Abuela, no exagere!

— No exagero... Es lo que siento. Pero te niegas a escucharme...

— ¿Está escuchando lo que ahora me está pidiendo? Como si ella hubiese de aceptar dicha propuesta.

— Eres una mejor opción... Y con el tiempo, ambos podrían llegar a amarse. Tu madre, si viviese, también te lo pediría... Éste es un mundo de hombres. Una mujer no tiene alternativas, si un alma caritativa no acude a nuestra ayuda.

— Siento no poder ayudarle...



Todo lo que Soy (1er libro )Donde viven las historias. Descúbrelo ahora