Una Vida Sin Venom.

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Charles entró por la puerta del laboratorio después de formular esas palabras.

—¿Fuerza fénix?— pregunté.

—La misma que contrajiste hace 25 años— respondió —La ultima vez que estuviste en la mansión, después del terremoto; noté como tu agresividad y la de Venom aumentó— continuó.

—¿Por qué ahora y no antes?— cuestionó Maddie.

—Toda la energía que tuvo Michelle en su sistema la absorbió Jean, pero el terremoto abrió una grieta en el ala oeste. Ahí colocamos el contenedor con la energía en 1994– explicó —La fuerza es selectiva y como Mich ya había sido poseída por esta cosa, pues...— continuó.

—¿Como sabes tanto?— preguntó Maddison.

—Tuve 25 años para estudiar lo que hizo que mi niña se fuera de casa— contestó.

—¿Y que hacemos para sacarla?— dije.

—Nada, la persona que podía hacerlo ya no está. Solo tienes que controlar tu ira. Venom te alteraba mucho, era malo para ti— respondió.
Charles pasó un rato con nosotras, pero finalmente ambos tuvieron que irse debido a que era tarde, así que Madds acompañó a Charles hasta la mansión.
Yo me quedé sola otra vez, dentro de una cápsula sin absolutamente nada dentro.
Pasó aproximadamente una hora, me recosté sobre la pequeña cama que había instalado Tony dentro de la celda. Miré al techo hasta que escuché la puerta del laboratorio abrirse nuevamente.

—¿Tienes hambre?— preguntó Steve en un tono más calmado que el de hacía horas. Él tenía una bandeja entre sus manos y me sonreía; después de como me había tratado y como me había hablado estaba parado frente a la celda con la bandeja con la comida que más me gustaba incluyendo mi bebida y postre preferido.

—No, no tengo hambre— respondí volteándome en dirección contraria para no verlo.

—Mich, no has com... —Te dije que no tengo hambre— mentí otra vez, me moría por comer, pero no lo haría si él me traía la cena. A Steve no le quedó de otra más que salir del laboratorio con todo y la bandeja.
Prefería morir de hambre a perdonarlo, al menos por el momento. Unos cuantos minutos pasaron cuando escuché la puerta abrirse nuevamente.

—¿Cuantas veces tengo que decirte que n... —¿Que no tienes hambre?— cuestionó Stephen mientras abría la celda desde la mesa de control —Te propongo un picnic. Yo si muero de hambre— sonrió cuando la puerta de la cápsula se abrió. Strange tenía en sus manos la misma bandeja que Steve me había traído antes y sobre sus hombros se encontraban algunas sábanas.
Me levanté de la cama cuidadosamente y me acerqué a la salida de la misma manera.

—¿No te preocupa que te haga daño?— pregunté con un semblante melancólico.

—Jamás me harías daño— respondió al colocar la bandeja sobre el suelo para tomar mi barbilla. Le sonreí a medias antes de salir de la cápsula.

—Pondré las sábanas para sentarnos— asintió con felicidad.

—¿En serio haremos un picnic?

—Pero claro que si. Como cuando hicimos uno en el Brooklyn Bridge Park.

—Lo recuerdo, fue un desastre porque tuviste que irte.

—Pero aquí estoy para hacer otro— Stephen colocó las cosas sobre la sabana y se sentó. Hizo una seña con su mano para que yo me sentara frente a él, acción a la cual accedí.
Tomé rápidamente algo de la bandeja y lo llevé hasta mi boca, comía como una loca desesperada, pero no me importaba.

—Sobre la boda de Christine— dije después de pasar la comida por mi garganta.

—¿Que tiene?— preguntó Stephen mientras comía.

Hasta Que el Por Siempre Se DesmoroneDonde viven las historias. Descúbrelo ahora