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Kate Pov.

Debí saberlo, la chica bonita por la cual me distraje al pedalear era el plan de mis padres. Dios, solo tendrías que mirarla para saber que era justo lo que mis padres querían que yo fuera. Ropa elegante pero no al punto de creer que era una persona de lujos o una cascarrabias, su cabello era rubio y el brillo del sol que lo iluminaba hacia notar sus detalles más perfectos, tenía un aroma embriagador, y su mano al saludarme... Su mano era muy suave.

- Kate Bishop, hija de ella...- señalé a mi madre con la cabeza. - Jack es mi padrastro. -

-Oh. - la rubia se avergonzó de haberlo llamado mi padre, noté el ligero rubor que se acumulaba en sus mejillas. Adorable.

- Hola Kate, gracias por llegar... Tarde. Otra vez. - sentí su mirada quemarme. -Ahora que has conocido a nuestra vecina Yelena por qué no...¿Comenzamos a comer? -

-Por supuesto. Estoy muy hambriento. - exclamó Jack.

La señorita rubia fue muy amable, removió mi asiento hacia atrás para que pudiera sentarme a su lado. Le agradecí y le di una sonrisa.

- Entonces cuéntanos Yelena... ¿Cómo ha ido tu día? ¿Que es lo que has hecho? - claro. Pregunten a la vecina primero y después a su hija que no han visto en ¿Qué? ¿Tres meses?

-Oh, bueno está mañana he recibido un nuevo caso por defender, pero que por cuestiones de ética y anonimato no puedo contarles mucho sobre ello. Estuve leyendo las coartadas, acusaciones y terminando eso pude hacer nada más que el aseo de mi hogar y alistarme para la comida. Ah, también ocurrió algo muy divertido.- volteó a verme y una risita la acompañó. - Cuando iba por el vino una chica tropezó en su bicicleta, solo espero que se encuentre bien. - me hizo cómplice y yo también sonreí.

-Que chiquilla tan más distraída.- dijo mamá. Creo que no entendió que se refería a mi.

- Entonces... ¿Abogada eh? - pregunté a Yelena. Ella asintió mientras tomaba un sorbo de su copa. Definitivamente no soy ella. Por el lado opuesto yo di un sorbo grande de vino, tal vez no vaya a terminar bien.

- ¿Tu a qué te dedicas? - preguntó dulcemente.

-¿Yo? Soy maestra de música y canto, pero no en una escuela. Doy clases privadas. Y algunas veces práctico arquería. - mis pies comenzaron a moverse por debajo de la mesa con nerviosismo, sabiendo que lo que hago no es suficiente comparado con Yelena.

- Wow. ¿De verdad? Debes ser muy talentosa entonces. - sonrió otra vez. Cada vez que sonreía sentía algo de paz y felicidad, sensaciones arruinadas por la voz de mi madre y sus crueles palabras.

- Talentosa si, pero esos son hobbies Kate, los hobbies no bastan para tener una ... -

- No bastan para tener una vida estable. - terminé su oración por ella. ¿Cuántas veces más la misma cantaleta? Además, se atreve a decir que soy talentosa cuando no recuerdo que alguna vez haya estado en mis presentaciones. - Nada de lo que hago es suficiente ¿Verdad? - hubo tensión. Se quedaron todos callados.
- Nada de lo que hago será suficiente para ti. - la tensión solo creció.

- No digas tonterías Kate, anda come. - volvió a ignorarme. - Entonces, síguenos contando Yelena... -

- Claro, pregúntale a ella, pregúntale todo lo que quieras e imagina que soy yo quien te lo cuenta. Mejor aún, adoptala si quieres, y solo olvida que yo también he hecho cosas. ¿Que fue lo que te dijo?- me dirigí a Yelena. - ¿Que estoy descarrilada? ¿Que no hago nada de provecho ? - empezó a titubear.

-¡Katherine Bishop, basta! - mi madre alzó la voz. Sentí tantas ganas de desaparecer y llorar otra vez. Me levanté de la mesa y subí a mi antigua habitación, aunque claro, habían reemplazado el cuarto con una oficina para papá.
Me senté abrazando mis piernas sobre su sillón de cuero para una sola persona y empecé a llorar. No debí venir.

Yelena pov.

¿Que es lo que acaba de pasar?

Me siento terrible por Kate, y no es por ser descortés pero siento que ella tiene mucha razón de estar enojada.
-Yelena, disculpa el comportamiento de Kate. -

-Descuide señora Bishop. ¿Puedo subir? Tal vez pueda ayudarla. - pregunté con algo de temor.

-Claro, probablemente ha subido a su antiguo dormitorio. Primera puerta a la izquierda. - indicó y yo me levanté de mi silla para subir.

Cuando llegué escuché detrás de la puerta a Kate, estaba llorando. Me sentí realmente mal, ella no es nada como sus padres suelen decir, ni nada como imaginé, me atrevo a decir que Kate es el alma libre que yo siempre he deseado ser.

Toqué la puerta.
-No quiero verte, mamá. - su voz rota habló.

-No soy ella. Soy yo, Yelena. ¿Puedo pasar? -

Escuché que se levantó, caminó hacia la puerta y desbloqueó el seguro de la puerta. Giré la perilla y la vi mientras volvía a acomodarse en el sillón que se encontraba. Limpió sus lágrimas con el dorso de su mano.
- Lamento que hayas tenido que ver eso y lamento haberte ofrecido en adopción, no fue muy amable de mi parte- se disculpó. Que dijera lo de la adopción me dio un poco de risa.

-No te disculpes, estás en todo tu derecho de haber explotado de esa manera. Lo que han dicho sobre ti no es en lo absoluto cierto. ¿Por qué no me cuentas más sobre ti? Quiero oír quién es en realidad Kate Bishop. No lo que dicen, con todo respeto, un par de adultos juzgones. - lo que dije al final pareció hacerla reír. Tiene una hermosa sonrisa.

Después de aquella pregunta Kate me contó todo, desde como había entrado a la universidad de música y artes y a qué edad empezó a practicar arquería. Me contó de su hogar y su vida sencilla. Me contó sobre un gatito pequeño. Le dije que a mí me gustaría tener un perrito. Había cosas tan divertidas que nos hacían reír, y pronto sus ojos hinchados y nariz roja habían vuelto a la normalidad. Pasó mucho tiempo hasta que su madre llegó sin haber tocado la puerta antes, era de esperarse.

- ¿Todo bien chicas? No terminaron la comida y ya es tarde. -

- Todo bien señora Bishop, me he ofrecido a llevar de vuelta a Kate a su hogar ya es tarde para alguien que viene en bicicleta. -

-¿De verdad? - pregunto Kate

- ¿No será una molestia? - preguntó su madre.

- Por supuesto que no. Vamos Kate, hora de irnos. -

Kate se levantó y no se despidió de su madre. Salimos de la casa y al menos yo tuve que despedirme de ambos huéspedes. Si no me despedía no puedo imaginar las barbaridades que podrían hablar de mi.
Ayudé a Kate a subir su bicicleta en el maletero de mi camioneta, después subimos y le pedí que pusiera algo de música mientras me indicaba el camino a su casa.

I'm here [Katelena]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora