Capítulo 26

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Sus manos, brazos y piernas se movían con desesperación tratando de que su padre la suelte, necesitaba aire, no sabía cuánto más podrían resistir sus pulmones, había tragado mucha agua, y aquella angustia inicial se transformó en una extraña calma.

Voy a morir, fue el pensamiento que se instaló en su mente.

La mayoría de los niños le temen a la muerte, pero no era el caso de Reese, ella creía que nada podía ser peor que el infierno que vivía en casa con aquel hombre que se hacía llamar su padre.

No sabía si en verdad existía un cielo y un infierno, en realidad no le importaba, lo que sea que espere más allá sería un lugar donde al menos tendría paz. Una paz que nunca pudieron darle sus padres.

Pero no podía irse.

Ella aún era capaz de resistir los gritos y torturas de su padre, pero Dustin apenas tenía un año. Reese encontró una razón distinta para rezar: no pedía por ella, para que su padre no la lastime, ella le rogaba a Dios llorando que proteja a su hermano pequeño, para que nunca tenga que experimentar tanto dolor.

Siempre quiso que Dustin tuviera una mejor vida que ella.

-¿Dave? ¿Qué...qué estás haciendo? - escuchó una voz débil que desconcentró al hombre. Reese aprovechó esos instantes para respirar y salir de la ducha. Corrió hacia su madre y la abrazó con todas sus fuerzas - Dios, Ressie, ¿estás bien?

-La estoy corrigiendo, en lugar de mirarme como estúpida anda a atender al otro mocoso que no deja de llorar - le indicó el hombre alzando la voz.

-Dustin tiene hambre - tartamudeó la niña sin dejar a su madre.

-Ven, ayúdame a preparar su leche - le dijo tomando su mano.

Por unos instantes Reese sintió el alivio de que su madre haya despertado, no importaba cuánto frío tenía, no pensaba despegarse de ella hasta encerrarse en su habitación con Dustin. Era la única manera de mantenerse a salvo.

-Reese, prometo que pronto acabará esto - le dijo su madre.

Ella asintió, aunque sabía que sólo se trataba de una mentira, ella jamás dejaría a su padre y mucho menos los defendería. ¿Alguna vez esto se pondrá mejor?, solía pensar.

-Callen a ese maldito mocoso de una maldita vez, o me encargaré yo - amenazó el padre.

Dustin.

Fue el primer pensamiento que llegó a la mente de Reese en cuanto despertó. Su respiración aún estaba agitada en cuanto escuchó la voz de su hermano menor despedirse desde la puerta principal.

Se puso de pie para verlo entrar a la camioneta de Eddie Munson. Un mes más había transcurrido desde aquel patético sábado en el que se encargó de dejarle claro que ya no estaban más juntos, y todavía Reese no entendía lo que había pasado, pero decidió que dejaría el pasado atrás.

Ella había intentado en más de una ocasión hablar con Eddie, y si él no quiso escucharla, también era una señal. Sin embargo, Dustin y él crearon un gran vínculo en ese tiempo, realmente eran amigos y Reese no planeaba estropearlo; y al parecer el chico tampoco, porque a pesar de terminar con ella, cada mañana sin falta pasa a recoger a su hermano.

Dustin se percató de que su hermana los observaba desde la ventana, pero no le dijo a Eddie, ni siquiera sabía por qué habían terminado, cuando todo parecía ir muy bien entre los dos, y ahora todo era muy tenso e incómodo, algunas veces pensaba que debía elegir un bando.

Por un lado le agradaba Eddie, se sentía libre de poder hablar sobre cualquier tema y también jugar D&D, le gustaba la compañía del chico porque a su lado sentía que no estaba mal ser diferente, pero Reese era su hermana, su otra mitad, la persona que más quiere en el mundo, sabía lo afectada que resultó por la ruptura, y por más que nunca le pidió que se aleje de Eddie, sentía que la traicionaba al pasar tanto tiempo junto a él. ¿Cómo podía agradarle el sujeto que le rompió el corazón a su hermana?

I Found You (Steve Harrington/Eddie Munson)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora