7. Circunstante Luna

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EDWARD.

Estaba acostado en la cama de dos plazas que se encontraba en medio de la habitación, rodeada por los pocos pero pintorescos muebles que allí se encontraban. Con la mirada en el techo, dejaba que mis ojos vagaran a su merced al igual que mi mente, manteniéndome en una cómoda posición con una mano en la nuca.

Ya que mi habitación se encuentra en el segundo piso, intuí que en el piso inferior empezó a haber un poco más de movimiento que hace unos instantes atrás. Cerré los ojos para concentrarme y averiguar a que se debía ese pequeño cambio de ritmo.

Segundos después la suposición que había sacado fue confirmada, con un poco de ayuda de Alice.

-Edward~, ¿Te sumas?

Su invitación era para ir de caza, lo cual no es de extrañar, ya habían pasado varios días desde la última vez que competimos en esto. Y probablemente quería la revancha, aunque eso implique perder o no una posible presa, ella prefiere precisamente la adrenalina de los retos.

Aunque a decir verdad, la sed comenzaba a hacer presencia nuevamente en mi, por ende mis ojos comenzaban a oscurecerse ligeramente. Por lo tanto la propuesta sonaba bastante tentadora en éstos precisos momentos.

-Veamos quién morderá el polvo ésta vez.

Dije con voz desafiante, y al tener un buen sentido auditivo, no hacía falta gritarlo.

Colocándome de pie, me dirigí al exterior de la casa, dando un brinco por el balcón que estaba a un par de pasos de donde estaba.
Posicionándome sobre una rama alta de un árbol cercano, vi como los chicos ya iban a un par de metros por delante.

-¿Qué pasa? ¿Te está afectando la sed o eres así de lento?

Dijo burlonamente Emmett, mientras me dedicaba una mirada por el rabillo del ojo.

-No, solo te estaba dando ventaja.

En pocos segundos reduje considerablemente la distancia entre nosotros.

-Oh, entonces que empiece el juego.

Se oyó de su parte, dando oficialmente el inicio de la caza nocturna, bajo la luz de la luna.

Un par de horas después, ya habíamos saciado nuestra sed, y ésta vez Jasper fue el vencedor. Así que una vez terminado el festín, nos pusimos en marcha hacia la residencia Cullen.

Yo iba un par de metros por detrás de mis hermanos, no tenía prisa en llegar y he de admitir que la noche era especialmente encantadora para disfrutar a la intemperie. Con el cielo despejado y bañado de estrellas, iluminado por la luz de la luna llena y la refrescante brisa como compañía.

Mientras iba contemplando el entorno, puede escuchar un sonido particular e inconfundible. El aullido de un lobo se escuchó por un breve instante, y dado lo audible que fue, probablemente su dueño no estaba demasiado lejos.
No sé porque, pero tenía la leve sensación de curiosidad e interés en saber el motivo que originó ese aullido.

Frenando en seco mis pasos sobre una rama, cambié mi dirección actual hacia el origen del sonido. Como no hubo repetición por parte del propietario del aullido, fui acercándome al lugar donde suponía que estaría el lobo. Solo espero que no sea uno de esos perros demasiado apestosos, de lo contrario me habré arruinado una buena digestión por andar de curioso.

Detuve nuevamente mis movimientos, porque frente a mi ya no había un espeso bosque, ahora mis ojos contemplaban un gran lago cubierto de neblina, siendo alumbrado por la luna. El agua parecía ser bastante clara, a pesar de ser de noche, se lograba ver parte de su belleza natural gracias a la luz plateada que bañaba todo el lugar. Dándole un aire frío pero hermoso al paisaje que estaba ante mi.

Reflejado en tus ojosWhere stories live. Discover now