CAPÍTULO 94

1.3K 188 30
                                    

Después de hablar con el profesor, Jimin fue directo hasta la sala de música que por el momento nadie estaba usando a excepción de su alfa.

El susodicho había estado todo el día ahí sin tener ánimos de nada y era difícil distraerlo. Su atención estaba fija en la melodía que proyectaba en aquel piano recordando tantas cosas de su pasado tratando de buscar una que fuera lo suficientemente alegre para al menos hacerlo sonreír pero, todo estaba contaminado con tristeza.

Estaba cansado de tantas cosas que ya no podía encontrar salida en su oscuridad, todo parecía ser cómo un laberinto, era tan difícil escapar de ese lugar sin tener que lastimar a alguien. No podía dejar a su omega, no podía dejar a su madre con ese tonto, no podía irse al pensar en que sólo provocaría más daño a todos a su alrededor.

En esos momentos pudo sentir el aroma de su omega y ni siquiera se inmutó. Había estado tratando de alejarse de él para no dar lástima o ponerlo triste pero, era imposible debido a su lazo.

Era abrumador pensar que ahora su pequeño Jimin podía sentir absolutamente todo lo que a él le pasaba. Una mala decisión cuando era evidente que su depresión lo estaba llevando al infierno.

— Aquí estás. —Sonrió cerrando la puerta detrás de él—. Mira, te compré lo que más te gusta. —Se acercó hasta él para luego abrir su mochila mostrando absolutamente todo.

Jimin mantenía una sonrisa mientras observaba detenidamente cada una de sus facciones. Lo sabía, sabía lo que tenía y era difícil sacarlo de ese lugar pero, no iba a rendirse.

— No tengo hambre, puedes... comerlo tú. —Desvió la mirada hasta los ojos adversos.

— Pero, mi amor, no has... comido desde ayer. —Borró su sonrisa—. No voy a dejarte con el estómago vacío.

— Jimin...

— Hey —llamó en un tono suave mientras se sentaba a su lado en aquella pequeña banca— Debes alimentarte bien, cariño. Sé que... —suspiró— Ven, vamos a comer juntos, abre esa boquita. —Volvió a sonreír.

— Come tú, yo no--

— No, no, abre esa boca. —Tomó un poco de carne con sus palillos.

Yoongi se quedó en silencio sin expresión alguna pero, al ver la preocupación en el rostro de su omega... sólo se sintió peor. No podría dejarlo sólo en un mundo de mierda.

Sin rechistar abrió finalmente su boca recibiendo aquella carne y una sonrisa apareció al fin. La felicidad en Jimin se veía tan bien, le gustaba verlo cada vez que sonreía hasta que sus ojitos se cerraran y sus mejillas se tornaran carmesí.

— ¿Ya ves? Muy bien, ahora, por cada bocado que des... te daré un beso y no cualquier beso, será uno del guapo Jimin. —Guiñó uno de sus ojos para luego reír y así volver a llevar comida hasta la boca adversa.

— ¿Puedo tener anticipos? —Preguntó aún con la boca llena mientras bajaba la tapa del piano.

— No, debes comer todo primero. —Repitió.

Yoongi soltó una pequeña risa para luego acomodarse de una mejor forma y así tomar otro recipiente de comida para luego llevar esta hasta su boca. No tenía apetito, en lo absoluto, no obstante, le gustaba saber que su omega era tan feliz al verlo comer.

— Estuve pensando en que... —Bajó la mirada hasta los fideos del adverso— ¿Qué tal si dejamos de estudiar?

— ¿Hm? Pero, tú estabas tan feliz de estar aquí.

— Sí pero, sería más feliz si tú y yo... vamos de lugar en lugar, conociendo muchas cosas alrededor del país e incluso fuera —Sonrió— sólo imagínate, con lo que tenemos... podemos rentar uno de esos camioncitos que tienen una casa dentro —Llevó un poco de comida a su boca— y... así irnos muy lejos, seríamos felices.

— Jimin... estuviste mucho tiempo estudiando para estar en este lugar, no quiero que por mi tú--

— No, lo hago por los dos. Y aunque costó que ambos estuviéramos aquí, es fácil irnos y buscar felicidad en lugar de estar tan estresados, ¿no crees? —Preguntó tímido.

— No renuncies a lo que te gusta por mi.

— No lo hago. —Desvió la mirada por unos segundos—. Solamente no quiero estar 10 años en este lugar estudiando para algo que... —volvió a él— algo que me prohíba disfrutar de nuestra juventud.

Aquel alfa bajó la mirada mientras seguía escuchando al adverso. ¿Irse? Era lo que más quería, no quería seguir ahí, ni siquiera en esa ciudad que sólo le traía malos recuerdos pero, era muy arriesgado.

— Quiero salvar a mi novio de su infierno —musitó sintiendo sus ojos cristalizarse— quiero que dejes de sentirte tan mal cada día al despertar, quiero que sonrías a cada momento; que cada uno de tus pensamientos sean positivos y sé que eso... nunca se irá de ti pero, quiero ser ese que te ayude a encontrarle s-sentido a la vida. —Titubeó sintiendo aquel nudo en su garganta— Te juro que... desearía poder cambiar nuestros lugares, ser yo el que sufra todo lo que tu; quisiera hacer un pacto con Dios y así ser yo el que esté en la oscuridad. —tragó saliva— Quiero salvarte... —Susurró.

Yoongi mantuvo la mirada en él prestando atención a cada una de sus palabras. ¿Era eso lo que él quería? ¿salvarlo?

Sin decir nada tomó aquellos recipientes dejándolos sobre el piano para luego acercarse más hasta su omega y así atraerlo hasta él en un confortante abrazo. Cerró sus ojos logrando suspirar profundamente hasta sentirse más tranquilo mientras acariciaba la espalda adversa dejando que él pudiera llorar hasta sentirse tranquilo.

— Ya lo hiciste... —respondió en un tono bajo— tú eres la razón por la que despierto cada día y trato de sobrevivir, tú eres la razón por la cual aún no me he rendido, tú eres la razón por la cual... aún sigo aquí. —Musitó.

— ¿Yo...?

Él asintió.

— ¿Has oído la frase que dice: "moriría por ti"? —se separó un poco para así limpiar las lágrimas adversas con la manga de su sudadera— Pues yo prefiero el: "viviría por ti". Es fácil morir pero, no es fácil vivir. —Sonrió—. Y créeme cariño que... mi única razón para no tirarme de un maldito puente, eres tú, sin ti... mi tumba ya estuviera llena desde muchos años atrás pero, desde el momento en que llegaste, tú me salvaste.

Jimin sintió su labio temblar un poco antes de volver a llorar mucho más fuerte. Yoongi no era el típico alfa que decía cosas de ese estilo a cada rato y eso... sólo lo hacía mucho más sincero.

El susodicho mostró de nuevo una sonrisa para luego acercarse lo suficiente hasta unir sus labios en un profundo y amoroso beso logrando sentir cómo todo el fuego en su interior se apagaba. La tranquilidad lo invadió y fue ahí cuando en su oscuridad, la luz apareció de nuevo.

Al cabo de unos segundos más, se separaron. Sus miradas conectaron y sus sonrisas aparecieron logrando que aquella solitaria y triste sala, se convirtiera en un lugar mucho más ameno, tal y cómo... sus corazones.

— Nos iremos de aquí, te lo prometo. ¿Aún quieres tener tu propia granja de fresas? La tendremos, ¿y sabes qué más te daré? —Sonrió tomando de las mejillas a su alfa— te daré la vida que quieres cerca de... tus abuelos. —Rió levemente.

— ¿Eh? Pero, ellos viven... muy lejos de aquí.

— Pues prepárate porque seguramente estemos con ellos mucho tiempo antes de seguir nuestro camino. —Besó la punta de la nariz adversa.

— ¿Harías eso por mi? —preguntó posando sus manos sobre la cintura de su omega.

— Haría eso y mucho más, iría hasta el otro extremo del mundo sólo para verte feliz. —Musitó.

— Que cursi eres. —Rió.

— Sí, y me da vergüenza serlo pero mira lo que un alfa con cabello mentita puede lograr.

— Me encantas. —Susurró acercándose un poco hasta rozar los labios adversos buscando otro beso pero, no lo recibió.

Su sonrisa desapareció al escuchar a su omega decir que si no comía, no iba a darle más besos. No tuvo otro remedio que tomar de nuevo los palillos y así comer lo más que pudiera para así tenerlo contento.

Ese niño nunca lo dejaría morir.

DON'T PLAY WITH THE TEACHER | OMEGAVERSE  +19Onde histórias criam vida. Descubra agora