🦅┊CAPÍTULO I

43 6 0
                                    

'They are the hunters, we are the foxes

Oops! This image does not follow our content guidelines. To continue publishing, please remove it or upload a different image.

'They are the hunters, we are the foxes

And we run'

—I know places, Taylor Swift.

La tela de su vestido se sentía como llamas contra su piel y Beth se sentía ahogada y sofocada, como si fuese consecuencia al humo de ese fuego invisible y abrasador. Era un vestido bonito, tenía que admitirlo, pero el contexto de la situación no le permitía disfrutar de la obra maestra que era este: tela naranja con encaje y bordados dorados de zorros, el color y símbolo de Iconio, país cuyo heredero estaba por conocer en unos minutos. El hombre que dentro de poco sería su prometido y su futuro rey.

Hacerse a la idea de que en unos años gobernaría su amado reino con un hombre que estaba apunto de conocer todavía era inquietante. Su padre y el Emperador Rousseau habían firmado el acuerdo el año pasado durante la Semana de la honra, exactamente durante estas mismas fechas, cuando la corte de Listra fue invitada a Iconio por las festividades. Tontamente, la princesa había decidido quedarse en su reino. De haber estado presente quizá hubiese tenido voz y juicio en este arreglo. Su padre, el rey Atlas, últimamente se encontraba muy ansioso por sus inminentes nupcias. Si no conociese bien a su padre se atrevería a decir que también estaba miedoso, como si estuviese a la expectativa del ataque de algo que solo él parecía percibir.

Parecido a la forma en la que se sentía ella ahora, aunque por razones completamente distintas. Decir que se encontraba nerviosa era poco: su doncella ya la había retado varias veces por morderse y arruinarse las uñas a las que tanta dedicación había puesto en su manicura. ¿Cómo no iba a estarlo? Las únicas historias que escuchaba de los desiertos de Iconio era que su legión de hadas fae era la más letal que existía, salvajes en el peor sentido de la palabra. Y el nieto del Emperador no solo era perteneciente a ese grupo temerario, era el comandante. Noches atrás, había estado merodeando por las cocinas del castillo para escuchar las historias que solían contar entre ellos el personal del palacio antes de irse a dormir, con la esperanza de conocer algún dato o atributo de su futuro marido; si existía algo que odiaba mucho era el estar bajo la ignorancia. Al parecer, el nieto del Emperador era muy famoso por sus grandes hazañas en el campo de batalla. Sin embargo, en ningún momento escuchó algún comentario sobre si este gran guerrero fae de sangre pura poseía habilidades mágicas.

La ventana de su habitación se abrió de forma repentina y una brisa mágica entró en un intento de aliviar a la princesa de su sentimiento de sofocación. Podía sentir que el nudo de poder dentro suyo se destensaba un poco, liberando la presión que sentía alrededor de su cuerpo y mente. Hace mucho tiempo había aprendido por las malas a liberar su magia en pequeñas proporciones, utilizándola para tareas pequeñas e insignificantes. De esa forma, el peso de sus poderes no la destruiría internamente.

—Te ves muy pálida, ¿te sientes bien?

Nashira, la primera mujer en pertenecer a la guardia real y la única amiga real de Betsabé, se acercó preocupada a su amiga. Su pelo pelirrojo la hacía resaltar en cada lugar al que iba. A diferencia de la princesa, era completamente humana a pesar de que muy atrás en su linaje existieron familias de hadas fae poderosas. La sangre mágica de sus antepasados se había diluido por completo de la generación actual. Esa misma situación ocurría en la gran mayoría de las familias del país.

Una balada de maldiciones [#1 REINOS OSCUROS] EN PROCESOWhere stories live. Discover now