🦅┊CAPÍTULO IV

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—Tu comportamiento deja mucho que desear como princesa, Betsabé

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—Tu comportamiento deja mucho que desear como princesa, Betsabé. Esto no es lo que tu madre y yo te inculcamos,—algo parecido al pesar cruzó por el ojo del rey pero, tan rápido como llegó, desapareció—asegurar la prosperidad del reino es algo que tendrías que colocar por encima de cualquier cosa. Esto que estás haciendo es todo lo contrario.

El tono de su padre aumentó durante sus últimas palabras, que parecían ser escupidas con decepción de su boca. Betsabé se encontraba sentada frente al gran escritorio del rey, mientras lo observaba en silencio caminar alrededor del mismo como una indicación de lo molesto que estaba.

Después de que Derek la haya dejado en su cama anoche, durmió todo el resto del día. Y quizá todo del siguiente también, mientras su energía y poder se regeneraban. Podría haber dicho que fue el mejor descanso que tuvo en días, sino fuese porque se despertó repentinamente sintiendo que le faltaba el aire, apartando las sábanas de su cama en un intento desesperado por tener más espacio y lograr respirar. Las pesadillas volvieron para atormentarla, y junto a ellas una infernal fiebre también. Horas después, casi a la hora de la merienda —en Listra tenían cuatro comidas al día—, el rey consideró que su hija estaba lo suficientemente bien como para ser receptora de su enojo. La voz de su padre, grave y potente, y la del demonio en sus pesadillas, gélida y completamente sobrenatural, se entremezclaban en su mente.

Hasta ahora, lejos de hacerla entrar en razón, lo único que logró el rey fue hacer que su dolor de cabeza aumente.

En algún punto de la conversación dejó de escuchar, sumiéndose en sus recuerdos del sueño. No podía acordarse de todo con exactitud pero pequeñas imágenes daban vueltas en su memoria. Imágenes horribles que la hicieron arrepentirse de pensar en eso. Por alguna razón extraña, no podía detenerse ni acallar sus pensamientos. Se le hizo un nudo en el estómago por el creciente terror que comenzó a invadirla otra vez, casi tan vívido como el que había sentido en la pesadilla. Luego, como si alguien hubiera arrancado una hoja con sus recuerdos en ella, el sentimiento desapareció dejándole el lugar a uno más agradable y familiar: la curiosidad. ¿Quién era el monstruo de sus sueños? ¿Y por qué sentía una inmensa necesidad de querer encontrarlo?

Su padre se detuvo y la observó con su ojo encendido como llamas. Aunque Betsabé se parecía mucho a su madre, la expresión en el rostro del rey era la misma que la suya cuando se enojaba.

—¿No piensas decir nada?

—Si lo hiciese, no voy a decir lo que tanto estás esperando escuchar,—hizo un gesto con la mano, indicándole que continúe hablando—pero disfrutas escucharte hablar y, mientras tanto, pierdo tiempo de mi entrenamiento. Ambos ganamos.

La voz de la princesa era dulce de una forma peligrosa, el fuego reflejado en el ojo del rey se avivó más ante esto. De todas formas, decía la verdad. No iba a desperdiciar aliento pronunciando palabras que no sentía realmente, sin embargo, toda esta situación le estaba quitando minutos del entrenamiento que tenía con su amiga dos veces por semana.

Una balada de maldiciones [#1 REINOS OSCUROS] EN PROCESOWhere stories live. Discover now