🦅┊CAPITULO VII

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Después de dejar sus ofrendas en el altar a Neha, Beth volvió sola al carruaje

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Después de dejar sus ofrendas en el altar a Neha, Beth volvió sola al carruaje. Derek dijo que iba a ir a acompañar a su abuelo al templo de Oziel, dios de la guerra, ya que era uno de los dioses que veneran en Iconio. La princesa decidió darle privacidad.

De alguna forma el viaje fue mucho peor sola. No sabría decir cuándo comenzó a sentirse segura con el príncipe a su alrededor pero extrañaba su presencia. Nashira no podía hacerle compañía ya que se encontraba cabalgando detrás del carruaje, cuidándola.

Antes de emprender el viaje de regreso, la joven guardia le dejó dos libros que había comprado en la feria. Uno era una novela romántica subida de tono, "para que te entretengas mientras tu prometido está ausente", había dicho la muy sinvergüenza. El segundo era un libro sobre la mitología de Elyria; cuando la princesa le dijo que ya tenían miles de esta clase de libros en la biblioteca real, Nash le afirmó que este era distinto. El vendedor le había dicho que era un libro muy antiguo, con datos que con el pasar del tiempo fueron desapareciendo de la historia.

Eligió dejar el primer libro para leer durante la noche y abrió el segundo. Comenzaba dando una presentación a cada uno de los quince dioses. No, dieciséis. Había una diosa más de la que nunca había escuchado hablar: una diosa de maldiciones. Era una diosa menor, hija del dios del inframundo.

Betsabé frunció el ceño mientras pasaba las páginas para llegar al capítulo que tratase sobre ella. Este nuevo dato la desconcertó por completo. Alguien había olvidado contar a la última diosa en los libros de historia más modernos —cosa que era muy poco probable y un poco estúpido, ¿cómo alguien podría olvidar agregar algo tan importante?— o tal vez lo hicieron adrede, tratando de evitar que esta parte de la historia se sepa. Finalmente llegó a la página y comenzó a leer. Muy lejos de lo que esperaba encontrar la princesa, el texto explicaba que en realidad no se podía confirmar con certeza la existencia de este ser divino pero guiándose de las historias que se contaban en las tierras de Leream (¿dónde demonios quedaba eso?) era algo que no se podía descartar. Los últimos párrafos eran especulaciones de lo hermosa que debía ser. Párrafos enteros y muy largos sobre el celestial cuerpo de la diosa, nada sobre poderes u otras cosas de relevancia. Tampoco había ninguna explicación de su nombre.

Vaya decepción.

Ya había formado en su cabeza una historia descabellada para darle una explicación a la falta de mención a esta diosa de maldiciones inexistente en los libros de historia.

Se frotó las sienes con frustración, sintiendo un nuevo dolor de cabeza formándose, y deseó haber traído consigo su tónico.

La princesa hacía su mejor esfuerzo para mantener los ojos abiertos en la cena de esa noche. Su madre estaba sentada a su derecha y su padre a su izquierda, en la cabecera de la mesa. Derek estaba en frente suyo, junto al Emperador. Varios Lords y personas a las que no recordaba se encontraban en la mesa también, entre ellos los desagradables gobernantes de Rutmald y Eider, quienes parecían ensimismados en una acalorante conversación. Nash se encontraba haciendo guardia junto a las grandes puertas del comedor.

Una balada de maldiciones [#1 REINOS OSCUROS] EN PROCESODonde viven las historias. Descúbrelo ahora