30.

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Un inicio diferente.

Kalia.

Llegamos hace más de cuatro horas al campo de entrenamiento de la frontera, donde están los soldados viviendo sus últimos días de preparación para la guerra contra Operón. Tres de estas horas él se reunió con alguien en la tienda central del campo, mientras yo tomaba una ducha y el tiempo restante lo ocupamos en está tienda, pero cada uno por su lado; él leyendo en su escritorio y yo queriendo descansar.

Intenté dormir, pero fue en vano.

Tengo más ganas de ir a donde esta él, conversar un poco y luego tomar el libro que dejé a medias hace un momento. El viaje fue largo, pero provechoso. André me entregó varios libros de matemáticas, biología y uno en especial que llamo mi atención desde que leí su nombre; "estrategias de un líder", los términos que no entiendo él me los explica y luego de que ya tengo una idea bien resumida de cualquier tema en mi libreta y que ya entiendo, él complementa con sus conocimientos.

Lo que más me ha gustado leer hasta ahora son las estrategias, así que le he pedido al príncipe más libros de esta índole y él ya me entregó una ruma de ellos.

—André —lo llamo ya llegando hasta el escritorio, ya que el esta tras de este en su sillón.

— ¿Sí?

Rodeo el escritorio y él deja de hacer lo que estaba haciendo, para darme toda la atención posible cuando me siento de lado en una de sus piernas.

Sobre mi desnudes apenas hay una bata blanca de tela fina y bordada, y mis rizos están sueltos lo que llama a sus dedos... Toma uno entre su dedo índice y pulgar y lo hala mientras que nuestras pupilas se conectan y mis manos quedan sobre sus anchos hombros cubiertos por su camisa negra.

—Escuché de los guardias que mañana a la tarde está pronosticada una cacería ¿Puedo acompañarlos?

Sus cejas gruesas se alzan y su mano libre se coloca en mi cintura.

— ¿Sabe de qué van las armas de pólvora? —indaga algo sorprendido.

Claro que no, he practicado con espadas y flechas, más no con armas de fuego.

Niego, buscando más alternativas en mi mente.

—Nunca he disparado una escopeta o algo parecido, pero si he cazado con arco y flechas.

— ¿En Aurekea? —se interesa.

—No —suelto una risa—. En Aurekea, ni siquiera nunca he tocado la punta de una flecha porque la paranoia de Wanda y Marley es alta —le explico—, en mi reino a lo que he llegado es a cargar una daga en mi pierna por seguridad propia, pero esa buena costumbre se ha quedado en el pasado.

—¿Por qué?

—No lo sé —mis hombros se alzan—, últimamente como la vida me anda valiendo un pepino puede que ya no me importe ser interceptada, asesinada o algo así...

—Pues a mí sí —su mano me aprieta de la cintura, sus ojos no sueltan los míos y un cosquilleo avasalla mi cuerpo entero hinchando mi corazoncito—. Hablando sobre esto...

— ¿Qué? —pregunto cuando me pone de pie a un lado del sillón.

—Un momento —pide. Se va hasta el armario, rebusca y ahí me quedo esperando hasta que regresa con un cofre largo.

—Ahora que recuerdo no hemos hablado del porque me devolvió los pendientes que le vendí, no veo justo que usted me haya dado aquella cantidad tan alta de kronts y no tenga nada a cambio...

—No sé de qué me habla —se acuclilla para abrir el cofre.

—Ajá —le respondo de mala gana al notar como guardas sus intenciones de reírse.

AUREKEA. (+18)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora