20.

573 33 0
                                    

Aniversario Continental.

Kalia.

La música de los tambores y demas instrumentos musicales retumban en mis oídos, aun no entiendo la lógica de mantenerse tocándola toda la noche... No he pegado ni un ojo, mis párpados pesan y los guardias no me han dejado salir de la carpa.

Marley no aparece y según lo que oí a las cinco de la madrugada ella estaba proponiendo un brindis por el emperador, intenté retenerla, pero como dejó la orden de que no podía salir, los guardias me retuvieron y aquí estoy; frustrada, ojerosa y con sueño.

No me queda más que iniciar con el día, las doncellas al darse cuenta de que me pongo de pie se acercan a ayudar con mi vestimenta.

—Solo una, por favor.

Pedí una trenza el día de hoy, para evitar sofocarme por mi cabello suelto, es por ello que una de las chicas me está peinado con sus manos envueltas en guantes de tela fina para evitar el toque directo con mis hebras.

No soporto que nadie más que yo toque mi cabello directamente...

Los minutos pasan y dejo atrás ver mi reflejo en el espejo, con tal, mi vestido largo es básico de mangas largas que ciñe mi torso y cae desde el filo de mi cintura, es color verde esmeralda y los filos de las mangas, escote en v y falda son de un verde parecido al oliva.

—Buenos días.

Wanda llega con una tiara dorada con decoración de pequeñas ramas y también aretes que evito ponérmelos, enredan una cinta larga en mi trenza la cuál arrastra y me decido salir antes de que la mujer busqué los pendientes que vendí...

—Su alteza —los guardias me saludan cuando salgo de la carpa.

Los ignoro recordando que no me dejaron salir anoche.

Las carpas grandes están todas cerradas y las antorchas que había en el patio aún están encendidas, algunos están despiertos y la carpa de mi lado está rodeada de guardias Aurekeanos, ir a buscar a alguien que me retuvo toda la noche en una carpa no me incita mucho.

—Yo cuidaré de ella —Wanda me salva la campana.

—Gracias.

Me voy a las tierras Aurekeanas seguida de las tres doncellas.

Las mujeres de la familia Reinan me reciben gustosas cuando llego al lugar alejado donde están cocinando sobre leña, hay ollas muy grandes sobre las llamas y tienen una pequeña mesa en la cual, están picando las cosas para aliñar las ollas.

— ¿En qué puedo ayudar? —pregunto con un cuchillo y tabla de madera en mano.
He formado una confianza inmensa con ellas que no dudan en pasarme una cebolla, quedaré olorosa, pero ayudaré que es lo importante.

—Hemos llegado —dos jovencitas llegan con una cacerola y cinco aves que parecen ser...—. Las gallinas estaban ariscas, tuvimos que corretear para poder matarlas.

Ver aquellos animales abiertos y sin nada en sus estómagos me hace entrar en melancolía, mis doncellas ayudan en algo por allí, mientras yo sigo picando más cebolla que me pasan.

—Su alteza, le recomiendo el pan —una chica me ofrece una bandeja de estos—. Puede que suene loco, pero evitará que siga derramando lágrimas.

Paso el dorso de mi mano por mis ojos limpiando las lágrimas y ella sonríe.

—Muchas gracias.

Comienzo a comer el pan y no puedo quejarme, me ayuda bastante, capaz hinche mi estómago, pero evita que llore sin razón alguna.

AUREKEA. (+18)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt