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SABRINA.

—Lo siento, no debí hablarte así.

Él suspiró, mi arrepentimiento era notable, sabía que no sería fácil que me perdonara.

—¿Ya eso es lo que vienes a decirme?— preguntó él, miré su rostro, había algo que no tenía antes, en su forma de hablar.

—¿Que te pasó? ¿Estás colado?— pregunté, y entré sin siquiera pedirle permiso

Sus ojos estaban rojos y la pupila de estos estaba dilatada.

—No es tu incumbencia— soltó, estaba molesto conmigo lo sé, por eso actuaba así, no lo culpo. —¿A que vinistes?

—A que me perdones, no quiero que estés molesto conmigo. Quiero perdirte disculpa.

—¿En serio? Si lo que quieres es eso, entonces te perdono, ¿ya, está bien?

—No, no está bien, porqué aunque me estás diciendo que me perdonas se que no está bien, se que nada está bien. Estás siendo indeferente. Solo dices eso para que te deje tranquilo.— si estaba aquí, después de unas horas de haber discutido fue que me di cuenta que fue una estúpida, y quería arreglar de verdad las cosas.

Estaba enojada conmigo misma, por todo esto, tal vez si hubiera hecho como una persona normal al reaccionar a ese beso, esto no estuviera pasando pero la cagué al decirle que se tenía que ir.

—Ah... ¿Por eso crees que una disculpa, es lo suficiente válida como que para...  ABRACADABRA... PUM— señaló un círculo imaginario como si en su mano tuviera una varita mágica e hiciera un hechizo. —Todo vuelve a la normalidad, todo se arregla y ahí va Alex de estúpido y te disculpa. Las cosas no son así de fáciles, nena.

—Lo se— solo pude decir, en cualquier momento me echaría a llorar, porque esto soy, fui la culpable y como una hipócrita lloraría para recirbir su perdón, cosa que no funciona, no con él.

—¿LO SABES?— rió, su forma de ser, era sarcástica pero estando así, era otro nivel.—Crees que lo sabes, pero si lo supieras no estuvieras aquí, merezco más que una simple disculpa, solo te disculpas porque quieres sentirte bien contigo misma y no tener culpa de lo que hiciste, pero es que nooo... No hagas eso, nena. Si tienes esas intenciones, no funcionarán, conmigo no.

Frío, indiferente, cortante, hiriente, molesto... así sonaba el Alex que me hablaba, al parecer así era en situaciones como estas, pero no era así conmigo y entonces yo la cagué. Me gustaba el Alex bromista, alegre, sarcástico pero comprensivo

No siempre son los hombres quienes la cagan, a veces también somos las mujeres que nos víctimizamos a tal nivel, que no nos damos cuenta de que somos las verdaderas culpables.

—No las tengo, nunca las he tenido...

Las lágrimas salieron de mis ojos porque ya era obligatorio dejarlas ir, era necesario y pero eso solo agudizaba más mi papel.

—¿Lloras? Acaso ya te diste cuenta que todas esas palabrerías no te llevarán a ningún lado. Acaso pensaste en como me sentiría al decirme eso, que como me sentí o me estoy sintiendo.

»Siquiera sabes a lo que tuve que recurrir— caminó hasta el balcón, cogió algo y luego lo tiró al suelo enfrente mío. —A marihuana, para dejar de sentir esto que estoy sintiendo ahora mismo ¿Por qué? Nadie había dejado entrar a mi corazón pero a ti si, sabía que cualquier cosa solo derrumbaría estos escombros y te dejé continuar, ahora mírame intentando levantar de nuevo este muro caído.

Llorar era lo único que podía hacer mientras recibía sus insultos de como se sentía, pero me los merecía ¿o no?

—Solo quiero ser felíz por alguna puta vez en mi vida. — lloró —No una felicidad efímera quiero algo que dure.

HASTA QUE TE VAYAS (Resubiendo) Where stories live. Discover now