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ALEX

De nuevo domingo, el tiempo era un estúpido, estaba claramente mejor, desde que conocí a Sabrina, iba subiendo, y ya habían pasado dos semanas.

Y hoy era la maldita terapia grupal, que de hecho no era tan maldita, porque ya tenía un ligero sentido.

Fue de lo más normal, con sus conversaciones de lo más estupidas y eso. Como final de esta, orientaron los equipos de dos personas, para mejorar nuestro estado supuestamente y en cuanto acabó salí rápido, con Sabrina.

Hoy estaba algo irritado.

Ella no protestó acerca de mi carácter simplemente continúo con mi silencio como si fuera propio. El camino se hizo corto hasta su casa.

Ella se detuvo mientras entraba a su casa, y se giró a mi, aún yo esperaba a que ella entrara.

Mis ojos se detuvieron en los suyos, pero mi vista se desvió a sus mejillas, estas se ruborizaron. Luego sonreí.

—¿Quieres... entrar?— me preguntó y mi sonrisa aumentó. 

No me negué, ella era un suspiro de alegría para mi tristeza. Entramos, su madre no estaba.

—¿Quieres algo de comer?

Alcé mis hombros, en señal de duda, ella caminó a la cocina y me hizo un gesto para que le siguiera. No podía evitar sonreir, mi sonrisa era contagiosa.

—¿Que pasa?— preguntó ella, en cuanto pudo observar mi sonrisa, tan repentina.

—Me siento felíz, me haces sentir así.

Si algo soy es sincero, es algo que siempre tengo que decir, bueno no siempre, porque todo tiene sus excepciones, pero detesto mentir.

—Ayudame, prepararemos sandwichs

Sonreí, porque para mí todo lo que salía de su boca eran maravillas.

Le ayudé y ella los estaba terminando, estaba de espaldas a mi, en un momento apresurado pero silencioso, me coloqué detras de ella, su espalda rosando mi pecho, su trasero mi p*ne.

Le quité de la mano, el pomo de la pasta y acerqué mi boca a su oído

—Hey nena, eso no lo hagas

Su cuerpo se retorció y tensó, ella me empujó rápidamente, ella no dejó ver su rostro pero sabía que estaba demasiado roja.

—No hagas más eso— ordenó, casi gritándome.

—Tranquila, solo quería evitar que me jodieras el sándwich.

—Pudiste haberlo hecho como una persona civilizado, no así.

Ella se molestó un poco, pero ya sabía como ser con ella para controlarla.

—Disculpame, solo quería evitar una tragedia. — reí algo nervioso, ella solo torció los ojos.

—Como sea.

Ella no dijo mas, simplemente torció sus ojos, fue un gesto que en lo que a mí concierne pareció de lo más normal en ella. Hizo camino a la sala, yo me senté a su lado mientras comía, en un silencio abrumador.

Mi cabeza se llenó de pensamientos, pensé en cómo había cambiado mi ánimo desde hace dos semanas, desde que la conocí.

—Sueles ser así siempre, lamento decirte nena que eres muy aburrida para tu edad, pero si quieres, puedo seguir tu juego de  quien hace más silencio— cuestioné, ella desvió la mirada hacia mí, odio vivo en el verde de sus ojos.

HASTA QUE TE VAYAS (Resubiendo) Where stories live. Discover now