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LEO

Todos esperábamos ansiosamente la aparición de Alex semidesnudo. Minutos antes había salido Sabrina, luego nos explicó que había sucedido ella se puso un poco nerviosa pero más rara cuando habló de lo que le sucedió a Alex y a su miembro. A me dio gracia porque eso sí que no era de esperarse.

Ahora esperábamos todos a que este se pareciera para grabarle un video en bóxer. Pero como que la espera se hizo larga pero si algo era obvio era que aparecería. Todos teníamos los teléfonos pendientes a este suceso, se volvería viral eso sí es seguro si lo subieran a Facebook o Instagram pero  sería una vergüenza por parte de Alex.

Cuando Alex apareció minutos más tarde todos se mearon literalmente de la risa. Este venía con una gran hoja intentando cubrirse toda la zona de su parte interior, parecía un indígena. Marcos corrió hacia él y le quitó la quedando en solo boxer, todos rieron a carcajadas y el se tapó ahí. Sabrina estaba algo rara, la situación era algo incómoda para ella. El desapareció, entró en la casa y Sabrina le siguió.

Los siguientes en desaparecer fuimos yo y Jennifer. Recorrimos la antigua casa, hasta llegar a uno de las habitaciones.

—Siempre estás cuidando de él— protestó ella, cerrando la puerta despues de entrar.

—Sabes que es mi mejor amigo, no puedo dejarlo solo— respondí, si algo a veces me molestaba un poco era que cuestionaran lo que hacía, más con Alex.

—Pero eso no significa que siempre estes arreglando sus mierdas. — bufó ella —Tu también tienes problemas, pero vives en los del por no querer dejarlo solo a él.

—No lo entenderías. Somos como hermanos, y se que el siempre estará para mi, no de la misma manera en la que yo lo hago pero sí.

Me tiré encima de la cama. Y la miré atentamente a ella mientras se acercaba.

—Nunca tenemos tiempo, siempre él tiene algún problema que es más importante— argumentó. —Y sí, si estoy celosa de él

—Ven acá— obedeció al momento

Se acostó encima mío. Pero no, la tiré a mi lado y luego me subí encima de ella.

—Despues me dices si sigues pensando igual.

La miré a los ojos. Y pude ver lo que me hacía hacer esto, la llama que me hacía estar a su lado.

Lo nuestro era un secreto. El Leo mujeriego siempre ha existido y ella lo entiende a la perfección. En ocasiones salgo con una chica pero no es nada.

La primera vez, cuando la conocí quise hacer lo mismo con ella pero no, algo en sí, me llamó me dijo que me quedara y mírame aquí compartiendo después de casi tres años con ella.

Lo muestro nunca fue formal, fue algo que sin palabra ella siempre lo entendió y yo lo agradecí.

Le besé su cuello, sus ojos estaban cerrados, dejando a mi todo el trabajo. Fuí subiendo dejando rastros de besos hasta llegar a sus labios. Mordí su oreja.

Bajé hasta su abdomen, subí su pullover —este fue uno de mis regalos, me gustaba tanto verla usarlos—  hasta la altura de sus pechos, metí la mano y rocé el pezón de uno con mi pulgar.

—Chica traviesa— susurré.

Besé su abdomen. Y fue cuando la llama se encendió nuevamente. O es decir cuando se encendió con fuerzas.

Luego de una buena tanda, estábamos él uno al lado del otro, compartiendo un momento de silencio que yo rompí. Era lo habitual, después del sexo, hablabamos de lo qué nos dolía, o algo que se tenía que decir.

—Lo se, tienes razón— admití, y hacerlo me dolía el doble —Me he sumergido tanto en la vida de Alex que se volvió la mía propia. Y no me estoy sintiendo bien, cada vez me doy cuenta de que aparento estar bien, hasta me engaño a mi mismo para que el mejore pero en lo que el intenta mejorar yo empeoro.

Ella no hablaba y yo seguí. —Es una falsa sensación de bienestar que en el más mínimo descuido desaparece, no se que es pero algo no está bien. Y lo que más me duele ¿sabes? Es que si me centro en mis problemas Alex va a caer, no quiero que caiga.

—¿Por qué? ¿Que es lo qué te hace pensar que mereces caer tu para que el no caiga?

—No lo conoces como yo lo hago y no lo entenderías pero si algo puedo decirte es que no tiene una historia muy linda que digamos.— dije, Jenn me miró triste pero sin más que decir, sabía bien hasta donde cuestionarme.

Pero yo seguí explicandole —Sus padres, su infancia, la falta de relaciones y todo en si, lo han dañado, apenas vive. Pero ella tiene algo que en solo cuestiones de meses le ha asentado bien, tal vez...

—Sueles ser el chico que finge estar bien, y no la está pero no se desmorona para ayudar a las personas que le importan. Debes parar de hacer eso, no está bien.

Sonreí triste y ella me besó. Ahí si que no hablamos más. Era la Jenn linda, conservadora, tierna, tímida pero atrevida, era ella. Nunca había encontrado a alguien como ella y no quería hacerlo, la quería a ella.

—Todo va a mejorar...

Cerré los ojos, y me recosté a su lado. Solo se que me quedé dormido, después de qué ella comenzara a acariciarme el cabello.

(***)

Había una oscuridad ridícula, así que me levanté. Al parecer ya era de noche. Miré a mi lado pero ya Jenn no estaba me levanté, busqué mis cosas y salí.

No ví ni a Jenn, ni a Alex ni Sabrina, Karla estaba con Marcos y los demás chicos. Pasé un rato con ellos pero luego me fuí diciendo que los buscaría.

Entré al bosque en dirección al lago. En la orilla del muelle estaban ellos. Hablando me acerqué hasta oír.

—Nunca te vallas— solicitó mi amigo a la chica —No se qué haría sin tí, últimamente de tí depende mi estabilidad emocional.

—No lo haré— lo miró.

Seguíamos a una distancia considerable por lo que no podía verlos, apenas los oía.

—Si te hago daño, solo dímelo, abofeteame pero no te vallas, se que a veces suelo ser demasiadas cosas malas, pero es que a veces mi pasado me gana y no es una escusa sino una razón.

—Lo se. Nunca le haría eso a mi mejor amigo.

Nunca había visto a mi mejor amigo así, el estando bien nunca había estado así pero supongo que era así solo con ella.

Me separé un poco y me senté en la oscuridad donde la luna no podía iluminarme.

Alex consumía la mayor parte de mi vida porqué sus problemas siempre fueron más grandes que los míos y siempre me propuse ayudarle.

Sonreí y me acerqué a ellos —Puedes darme un momento con Alex, Sabrina.

—Claro.

En cuanto ella se fue me senté a su lado y hablé —Todo está sañiendo bien.

—Eso creo. Al parecer es demasiado fácil.

—¿No crees que te lo estás tomando muy personal? ¿Acaso te estás enamorando de quien dijiste que solo usarías para que...?— respondí acordándome de sus palabras aquél día.

—Pienso que son algunos daños colaterales del juego pero no va a descarrilarse eso te lo aseguro si te procupa.

—Lo que tu digas— cerré conversación y luego agregué —Intenta no hacer las cosas a mi favor, no sería muy justa tu derrota. Solo déjate llevar, así solo decidiremos quien gana o no.

Él miró la luna, se le veía perfectamente tanto en el cielo como en el reflejo del lago. Estaba todo ligeramente iluminado. Y pude imaginarme todo lo que pasaba por su cabeza.

Le abracé, acercándonos más, ésto lo molestaba pero nunca me había dejado no hacerlo. Le dí un beso en la mejilla.

—Te quiero. Y quiero que sepas que aunque todo salga mal siempre estaré para ti y de tu lado, nunca pienses lo contrario.

El no dijo lo mismo, no tenía que hacerlo. Esto era más que suficiente para mí.



HASTA QUE TE VAYAS (Resubiendo) Where stories live. Discover now