06

43 17 31
                                    

ALEX

Domingo significaba terapia. 

Y tampoco quería ir. Pero estaba obligado a hacerlo. Me estaban obligando a hacerlo. Si fuera tal vez cualquier tipo de terapia con mi psicólogo estaba bien, pero no, era terapia grupal, esta semana empezábamos.

Y si supieras cuan mal me cae el tener que contarle cosas de mi vida privada a un grupo de desconocidos no estuvieras pensando esto. 

Como de forma habitual, demasiado temprano me levanto, eso que le había pedido a Dan, me prometí a mí mismo que no los consumiría no por ahora, que había otra manera de hacerlo y que era muy dañino para mi cuerpo.

En realidad no lo pensaba.

En tiempo, fui a la cocina y me hice una taza de café con leche, okey sí, me gusta.  Enamorado  de la luna y de las estrellas me dediqué a contemplarlas, desde mi cuarto. Mi estado mejoraba porque podía sentirlo pero me era imposible olvidar a mi padre, siempre me dolería.

Estuve ahí, hasta que me di cuenta de que ya el chofer estaría esperando por mí. me terminé el café y me di un baño, me cepillé y me vestí. Un jeans negro, que prácticamente me quedaba grande, un pullover blanco y un suéter negro. Definitivamente la ropa de Leo no era mi ropa.

Salí volando, hacia abajo. La terapia estaba a un par de kilómetros por lo que ir caminando no era una opción.

La suerte es que era terapia para adolescentes que creían pasar por fuertes enfermedades mentales, y lo qué simplemente tenían eran unos mentirosos que engañaban a sus padres fingiendo estar enfermos.

Era un edificio, piso 3, habitación 6. Cuando llegué ahí enfrente habían varios personas ya.

Me senté en una silla y esperé pacientemente. Minutos despues una persona se sienta a mi lado. No le hago ni el más mínimo caso.

Cuando levanto la vista simplemente por curiosidad para ver quien se encontraba a mi lado, ella también me miró con la misma cara de estupefacción.

Ella, estaba aquí, no se como demonios se llama pero era la misma. Mi corazón de emocionó un poco.

—¿Pero que coño haces aqui?— prácticamente grité y por lo que recibí varías miradas de algunos.

—No eso te digo yo a ti— ella bufó.

—No se me gusta visitar de ves en cuando a la gente loca, cómo tu. — me dió su máxima cara de ofendida.

—¿Yo estoy loca?— rió —Tu, grosero.

—Lo se, así reaccionan las niñas pequeñas

—Eso lo veremos, grosero de mierda.

No respondí más y ella tampoco habló más y así me gustaba. Después comenzó la terapia grupal.

Habían alrededor de 12 personas todas en una semioscuridad, en silla en forma de círculo con una vela en el centro.

La terapeuta, la Sra. Martín comenzó a hablar: —Buenos días, como ya saben a partir de hoy, cada dos semanas nos reuniremos aquí para de forma colectiva contar nuestros problemas personales con total confianza porque aquí todos hemos pasado por lo mismo. Hoy comenzaremos contando el porque estamos aquí

El salón se sumergió en un profundo silencio.

—Empezaré yo, Soy Amalia Martinez, su psicóloga. Tengo 27 años, vivo aquí como oueden ver... Me gusta hacer esto porque también he pasado por lo mismo, cuando pequeña fuí violada por mi padre, el durante un tiempo me maltrataba hasta que mi madre se dió cuenta y por defensa propia lo mató. Pero he aprendido a vivir con ello y a estar orgullosa de mis grietas.

Todos se quedaron bien atentos y en silencio. Hasta que comenzaron a aplaudir porqué de cierta forma si se necesitaba de valor para decir frente a un público todo lo que consideras tus defectos.   

—Quien quiere continuar— preguntó la señorita. Nadie dijo nada —Vamos no es tan grave como parece, a veces para dejar ir, hay que exponerlo.

El primero fue...

Gabriel, 16 años, tiene una gran adicción por el porno y la masturbación.

Después estuvieron...

Liara, 19 años, sufre de un transtorno alimenticio.

Sofía, 17 años, sufre constantemente de depresión y ansiedad.

Rodrick, 17 años, de un trastorno de bipolaridad.

Luego habló ella:

—Soy Sabrina, tengo 16 años. Estoy aquí porque no me siento bien. He pasado por algunas cosas en mi vida que no me gustaría hablar de ellas...

—Está bien lo entendemos, cuándo estés lista podrás contarnos

¿Así que su nombre era Sabrina eh?

Y varías personas más: Matías, Lucas, Abhram, Jenifer, Stefanie y Diego. Todos de 16 años.

Todos se quedaron en silencio, esperando a que el próximo hablara ¿Quien era el próximo? Las miradas se dirigieron hacia mi.

—Bueno... Soy Alex, tengo 17. En realidad no me gusta estar aquí, pero estoy obligado a esto. No creo que esté enfermo mentalmente. Pero bueno si lo que quieren oír como pienso, en realidad me siento como la oveja negra del rebaño, soy muy antisocial y me excluyo con facilidad...

—¿Si? ¿Que más?

—Vamos, Alex ¿querías seguir hablando que pasa?

—No quiero seguir.— corté.

La terapia dió por finalizado y me sentía desnudo.

Todos comenzaron a levantarse.

—Sabrina y Alex, vengan aquí.

La Dra. Martín nos llamó. ¿Que coño quería de mi o de ella? Aunque ella me importa un carajo, no se que función cumplo aquí. Ambos caminos a ella en caminos separados

—Haber chicos, miren se que todo esto es difícil, pero ya lo han superado de una forma u otra, porque ya han tenido el valor de contarmelo, deberían poder contarlo a mas personas, solo requiere de valor.

—Lo hago ¿No?— pregunté algo confuso.

—Si lo hiciste, pero deberías ser más sincero con tus palabras porqué ambos sabemos que no fue del todo verdad. Si quieres procesar en tu estado mental debes matar todo lo que te hace daño.— miró a Sabrina— Eres un poco nueva en ésto todos lo sabemos y se que sufres de esto como todos, pero debes soltar, si te encierras en una burbuja, ella explotará contigo.

Todos nos quedamos en silencio, sin saber que decir.

—Tendran ustedes una tarea. Van a hacer un dúo e irse conociendo. Poco a poco irán creando una amistad. ¿Dudas?

—¿Con que sentido?— hablo ella—¿Tiene ser con él?

Miré a la chica con desaprobación. ¿En serio? ¿Tan mal le caigo?

—Si, tiene que ser con él, el comprende en cierta parte tu sentimiento creo que cuando lo conozca ambos habrán mejorado su estado. Ustedes se entenderán como nadie lo hace.

—Esto es...— protestó la chica y salió caminando.

La Dra. me hizo seña y salí detrás de ella. No se el porque pero hacer esto. No estaba del todo de acuerdo pero me convenía hacerlo.

HASTA QUE TE VAYAS (Resubiendo) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora