Epílogo

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Midoriya Izuku

Me desperté muy temprano, más de lo normal. Me hice un ligero desayuno con las cosas que tenía en la alacena de casa y salí acompañado de mi arco hacia el bosque, iría a cazar lo que fuera. Aunque no necesito hacerlo, salir de los límites del Distrito me trae una especie de paz que hace mucho no puedo sentir.

Hice nudos y trampas, utilicé un pequeño cuchillo que perteneció a Uraraka y deposité mis presas en el pequeño costal que siempre llevaba conmigo. Lo cargué en mis hombros y de pronto sentí que me estaban vigilando, por lo que me puse alerta.

Luego de algunos años cazando —antes y después de los Juegos— desarrollé aún más mi habilidad del oído. Podía escuchar una aguja caerse a cinco metros a la redonda. Rápidamente mi cerebro pensó en las mil y una posibilidades que podrían ser, pero aún así fue sorprendido con la que fue.

— ¡BU! — gritó aquel chico castaño, aún tratando de identificarlo por el susto.

— Ay idiota, me asustas.

— Vi que no estabas en tu casa y decidí venir a hacerte compañía. — dijo. — Siempre que no estás en tu casa estás en el bosque o en la colina.

Aquel chico era Rody Soul. Teníamos exactamente la misma edad y básicamente habíamos pasado por las mismas cosas si nos centramos solo en los acontecimientos de mi vida antes de los Juegos. Lo conocí un día que tocó a mi puerta vendiendo pan; el pobre hombre estaba por los huesos. Lo invité a pasar y desde ese día hasta ahora somos amigos.

— Solo vine a ver que encontraba. — contesté.

— ¿Ya terminaste?

— Sip.

— ¿Quieres que te ayude en algo? — preguntó.

— No gracias. Solo iré a vender esto, si quieres puedes acompañarme.

Rody —sin mi permiso— tomó el costal de mi hombro, lo cargó, y comenzó a caminar en dirección a valla del límite del Distrito. Pasamos por muchos establecimientos: La carnicería, la pequeña fonda que tiene la anciana del Distrito y la panadería —nunca supe para que querían la carne, solamente me hacían pedidos en ocasiones—. Así, luego de varias horas, regresamos a mi casa.

— ¿A dónde vas ahora? — preguntó.

— No lo sé. A la colina tal vez.

De repente se calló.

— ¿Quieres que te acompañe?

— No, así está bien. — entré a la casa, abriendo y cerrando la puerta detrás de mí. — Hasta mañana Rody, descansa.

— Hasta maña-

El castaño no pudo terminar de decir su frase porque le cerré la puerta en la cara. Caminé hacia la sala, donde regularmente estaba su madre, la saludé y platiqué un poco con ella, para después dirigirme directo hacia mi cuarto. Tomé la guitarra de mi padre de una esquina, la afiné rápidamente un poco y salí de la habitación. Bajé las escaleras sin cuidado, ganándome así un grito de advertencia de mi madre.

— Iré a la colina, mamá. — avisé.

— ¿No quieres que te acompañe?

— No, gracias.

Estaba ya un poco harto de responder a esa pregunta siempre con un . Hoy iba a ser apenas la quinta vez en tres años en que iba a visitar la tumba de las dos personas más especiales de mi vida solo. Siempre, por azares del destino, terminaba yendo acompañado, con alguien a mi lado diciéndome que todo iba a estar bien. Pero últimamente me sentía un poco mejor, hasta había vuelto a tocar la guitarra.

𝚑𝚞𝚗𝚐𝚎𝚛 𝚐𝚊𝚖𝚎𝚜 - 𝚋𝚗𝚑𝚊Where stories live. Discover now