Capítulo 2

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– ¿Ya estás más tranquila? –Tonks se sentó en la cama, a mi lado.

–Supongo que sí pero aún no quiero ver al jarras.

– ¿Ya empezamos con los apodos?

–Son mi especialidad. Cuando tengan hijos –me recosté en sus piernas–, serán muy afortunados de tenerte como madre.

–Serán mis segundos hijos porque tú siempre serás mi hija.

Tocaron la puerta y entró Remus que, al vernos, esbozó una sonrisa y se acercó a nosotras.

–Ya hablaron con Harry. ¿Es necesario que hablemos contigo?

–Si es para decirme que debo pensar antes de hablar, no. En un rato bajaré a hacer las paces con...

–El jarras.

– ¿Jarras? –rió Remus– ¿En serio?

– ¿Qué? Le queda.

–Baja ya.

Mientras bajaba, pensé cuál sería la mejor manera de disculparme con Harry por algo que él había iniciado. Aunque claro, esa no era una buena manera de pedir disculpas, tal vez debería decirle...

– ¡Mocosa!

Estaba tan sumida en mis pensamientos que no vi cuando Kreacher apareció y, como resultado, terminé en el suelo.

–Y con eso confirmamos que no aún no le agradas de todo –Sirius me ayudó a pararme.

–Y según le caigo mejor que tú.

–Harry está en la cocina –tomó su abrigo del sillón–. Iremos a comprar unas cosas.

Esperé a que todos se fueran, suspiré de la manera más dramática que existe y entré a la cocina. Harry estaba de espaldas, recargado en una silla.

–Uhm, yo... lamento lo de hace rato –jugué con el cordón de mi sudadera–. No fue correcto decir todo eso.

–El que debería disculparse soy yo –me miró–. Nada de lo que dije estuvo bien y menos aquel día. ¿Borrón y cuenta nueva?

–Solo si me dejas decirte jarras.

Reímos y empezamos a conversar como deberíamos de haber hecho en un inicio.

Resultó que Harry era bastante divertido, tanto que me gustaría que conociera a los chicos pero, conociendo a Draco, eso jamás iba a suceder.

Cuando llegaron los demás, les sorprendió no ver platos rotos o a uno de los dos golpeado. Y no los culpaba, mi plan b era golpear a Harry si seguía con sus argumentos tontos.

El fin de semana fue genial hasta que llegó el horror de todos: el lunes.

Llegamos a la plataforma 9 ¾ y Remus me hizo prometerle que me portaría bien mientras que Tonks dijo que no era portarme mal si no había evidencia de ello.

Subimos al tren y vi las intenciones de Harry de presentarme a sus amigos, así que corrí en busca de los míos. No era porque no quisiera conocerlos pero tenía muchas ganas de estar con mis viboritas.

– ¡Blaise, déjame en paz! –sin duda esa era Pansy– No te daré mi rana de chocolate.

–Ya la oíste –entré al compartimento–, no te dará su rana de chocolate.

Pansy me recibió con tanta emoción que caímos al sillón. Nos separamos y abracé a Blaise.

– ¿Para mí no hay abrazo?

En la puerta estaba recargado mi mejor amigo de toda la vida.

–Por supuesto que hay abrazo para ti.

Cuando el destino nos alcanceWhere stories live. Discover now