Capítulo 3

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– ¿Y si nos descubren? –preguntó Terence.

–Si tanto miedo tienes –respondió Draco, tan cortés como siempre–, te puedes ir.

–Solo vigila bien –me acerqué a él–, y nadie nos descubrirá.

Pansy y Blaise habían sido los encargados de alejar lo más que pudieran tanto a los prefectos como a los maestros, así que a nosotros nos tocó saquear la cocina para llevar a cabo nuestra pijamada.

–No puedo creer que lo hayas dejado ser parte de esto –mencionó Draco una vez que Terence salió.

–Oh, vamos, no seas así. Capaz y ustedes terminan siendo grandes amigos.

–Sí claro.

– ¿Qué tal todo por allá, Terence? –no recibí respuesta– ¿Terence?

Dejé las cosas y me acerqué a la puerta, la cual se abrió de golpe, mostrando a un Terence algo pálido.

–Es Filch y su gata. Vienen para acá.

Un vaso de leche tenía más color que nosotros al escuchar esas palabras.

Ya habíamos hecho esto miles de veces, incluso con Tom, y jamás nos había pasado algo así.

–Esto es culpa tuya –mencionó Draco.

–No es momento de echar culpas –dije–, tenemos un problema mayor.

Cada quién guardó lo que agarró como pudo y buscamos un sitio dónde escondernos hasta que vimos un armario. Draco puso cara de asco pero entramos al instante que escuchamos la puerta de la cocina abrirse.

– ¿Quién anda ahí?

Filch observaba el lugar y su gata olfateaba debajo de la mesa.

–Cuando se distraiga salimos –susurró Draco–, yo les doy la señal. No se...

– ¡Ahora!

Terence fue el primero en salir de nuestro diminuto escondite, Draco lo siguió y me dejaron a mi suerte.

Qué buenos amigos son.

Cuando perdí de vista a Filch, disminuí la velocidad hasta que choqué con alguien. Levanté la vista, preocupada de haber chocado con algún profesor pero me encontré con unos ojos color miel.

–Perdón, no vi por dónde caminaba.

–La pregunta es, ¿qué haces aquí? –le enseñé las golosinas que guardé en la sudadera– ¿Sólo eso?

–Mis amigos ya llevaron lo demás.

– ¿Debería reportarte? ¿O puedo confiar en que ya irás directo a tu cuarto?

–Puedes confiar en mí –guiñé.

–Cedric Diggory, quinto año. Prefecto y capitán de Hufflepuff.

–Mucho gusto, Cedric Diggory, capitán y prefecto de Hufflepuff. Soy...

– ¡Hey! ¡Detente!

Al parecer no me había librado aún de Filch y agradecí no traer puesta la túnica o algo del uniforme al verlo tan enojado.

–Adiós.

–Al menos dime tu nombre –trató de detenerme pero salí corriendo.

– ¡Si realmente quieres saberlo, tendrás que averiguarlo!

Corrí como si no hubiera un mañana y, una vez que perdí a Filch, fui directo a la sala común. Cuando entré, Pansy estaba regañando a los chicos por haberme dejado atrás y Blaise revisaba que la comida hubiera llegado en óptimas condiciones.

El tiempo se nos fue tan rápido que, cuando nos preparamos para dormir, sonó la estúpida alarma.

–Tengo el presentimiento de que el mundo conspirará contra nosotros –mencionó Terence.

Y no se equivocó.

Nos perdimos el desayuno, le bajaron diez puntos a Pansy por cabecear en herbología, diez a Terence por no poner atención, diez a Blaise por olvidar la tarea, diez a Draco por llegar tarde y diez a mí por dormirme en transformaciones.

–Tom nos va a matar –me quejé cuando entramos al comedor.

–Solo si se entera –Terence se recargó en mí.

– ¿Qué tiene que ver él en todo esto? –preguntó Draco.

–Él es el prefecto de Slytherin.

La reacción de los tres fue digna de una fotografía.

–Bueno –dijo Pansy–, si nadie dice nada, no tendrá por qué enojarse.

Todos estuvimos de acuerdo y criticamos personas en lo que aparecía la comida.

CEDRIC DIGGORY

No pude pensar en otra cosa durante toda la noche que no fuera la pelinegra de ojos cafés que huía de Filch, así que por la mañana la busqué por todo el comedor pero no obtuve resultados. Les di la mayor descripción posible de ella a mis amigos pero obtuvieron el mismo resultado.

–Tal vez no quiere encontrarse contigo –dijo Zack cuando acabaron las clases y seguía sin encontrarla–, y por eso no te dijo su nombre.

–O tal vez quiere saber cuánto me interesa saber sobre ella y no me estoy esforzando lo suficiente –entramos al comedor, visualicé a los de Gryffindor y fui con ellos–. Oigan, necesito un poco de su ayuda, ¿ustedes conocen a todo mundo no?

–No –respondió Ron–. Esos son mis hermanos.

– ¿Qué necesitas? –Hermione miró mal a Ron– Podríamos ayudarte de todos modos.

–Necesito que me averigüen el nombre de una chica de cabello negro liso, ojos cafés, aproximadamente de tu estatura, es de segundo o tal vez de tercero. ¿Creen poder ayudarme?

– ¿Con esa descripción? –rió Ron– Es imposible.

–Veremos qué podemos hacer. Tal vez Ginny la conoce y cuando veamos a Harry, le pediremos su ayuda.

–Gracias chicos, los veo luego.

Continúe con la búsqueda por mi cuenta pero seguía sin obtener resultados.

¿Y si Zack tenía razón?

Antes de entrar al comedor, Ron me detuvo, al parecer ellos si habían descubierto algo que yo no.

–Hay dos opciones con la inexistente información que nos diste. Cho Chang o Lyra Black.

– ¿Qué similitud hay entre ellas?

–Espera –sacó una hoja y leyó lo que decía–. Ambas de cabello negro liso, segundo año, ojos cafés.

– ¿Y las diferencias?

–La casa y una tiene una lechuza de mascota llamada Chip.

–Adivinaré, Ravenclaw y Slytherin.

–Mi trabajo termina aquí –se despidió–, buena suerte. Por cierto, una de las dos ama las cerezas pero la otra las odia.

Me preparé y entré al lugar.

Pasé por las mesas de Ravenclaw pero ninguna era ella, por lo que me dirigí a Slytherin y la vi.

Ok casanova, es tu momento.

Cuando el destino nos alcanceWhere stories live. Discover now