Capítulo 13

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Abrí los ojos y noté que la pelea ya estaba cobrando factura: me dolía el cuerpo y me ardía la cara.

Me levanté y vi que eran las doce del día. Iba a despertar a Pansy pero en su lugar había una nota:

Ni te molestes en ir a la enfermería, McGonagall les dijo que, por habernos peleado como muggles, tendremos que
curarnos como ellos: sin magia.
Si tienes alguna pastilla, te lo
agradecería mucho.
Te esperamos en el patio.

-Pansy

Mientras me arreglaba, pude entender por qué me sentía como me sentía: tenía un moretón en el pómulo izquierdo y al parecer el labio roto.

Si yo estaba así, eso quería decir que Hermione estaba peor.

Reí al pensar en ello pero paré cuando el dolor se hizo presente.

Mientras iba hacia el patio, noté que los Gryffindor se hacían a un lado o me miraban más de lo necesario para después secretear entre ellos.

Así que hice lo más prudente: entrar a sus mentes.

...y va como si nada.

Por algo quedó en Slytherin.

Tiene de dónde ser así, escuché que toda su familia fue de Slytherin.

¿Crees que por eso su ma...

– ¡Enana!

Los gemelos estaban enfrente de mí, justo a tiempo, o habría iniciado otra pelea.

– ¿Ustedes saben por qué todos me miran tan extraño?

–A mí no me sorprendería –dijo George.

–Digo –se río Fred–, ¿ya te viste? Te ves fatal.

–Gracias por lo obvio –asintieron–. Pero, hablando en serio, hay ciertos comentarios que me hacen creer que es más que por mi apariencia.

Se miraron entre ellos y, cuando me miraron nuevamente, supe que ellos sabían.

–¿Ginny tuvo algo que ver? –preguntó Fred.

–Realmente no. La cosa era entre Hermione, Pansy y yo pero ella salió de la nada y empujó a Pansy y... Lo lamento, les juro que no era mi intención, es solo que...

–Descuida –me interrumpió Fred y me abrazó–, te conocemos lo suficiente para saber que no lo hiciste con esa intención.

–Y, respondiendo a tu pregunta inicial –mencionó George–, Hermione hizo un rumor de que le tienen tanta envidia porque Krum está enamorada de ella y no de ustedes.

–Y por eso la golpearon –Fred puso los ojos en blanco–. Aunque nosotros sabemos que esa basura es mentira.

–Así que, dinos, ¿qué sigue?

– ¿Qué? –fruncí el ceño.

–No nos quedaremos de brazos cruzados –mencionaron–, ¿o sí?

–Están diciendo que, ¿me apoyan si respondo lo que hizo?

–Por supuesto que sí –George me abrazó–, además, no nos cae muy bien que digamos.

–Y le gusta Ron –Fred se unió al abrazo– y, sinceramente, no quisiéramos a alguien así de cuñada.

Los abracé y me acompañaron al patio donde, cuando vi a mis viboritas, retomaron su camino y yo me reuní con mis amigos.

–Te amo –Pansy se aventó encima de mí cuando le entregué una pastilla para el dolor y una botella de agua–. No sé qué haría sin ti.

Cuando el destino nos alcanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora