Capítulo 12

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– ¿Qué es eso? –Terence se acercó a ver la caja que traía en cuanto entré al cuarto– Si es comida, yo quiero.

–Tú todo quieres –abrí la caja y vio que eran galletas–. Puedes agarrar una.

–No sabía que Cedric sabía cocinar –me susurró Pansy.

–Yo tampoco lo sé, me las dio Hermione.

– ¿Y confías en eso? –la miré– No parecía que le cayeras muy bien la última vez que se vieron.

–Me dijo que esto era una especie de nuevo inicio, para así poder...

– ¿Qué opinan de Mattheo? –miramos a Terence– A mí me cae bien.

–Para empezar –dijo Draco–, ¿quién es Mattheo?

–Ya saben, el tipo de ojos avellana, cabello negro rizado sumamente hermoso...

– ¿Ahora qué intentas hacer? –Draco se acercó a mí– Porque la broma está siendo un poco extraña.

–Yo no intento hacer nada, lo juro. Me regalaron las galletas.

– ¿Quién te las dio?

–Terence –habló Blaise–, ¿cómo conociste a Mattheo?

– ¿Conocerlo? Yo no... ¿Tú podrías presentármelo?

–Lo perdimos.

– ¿Contenta? –me miró Draco– ¿Ya me dieras quién te las dio? ¿O vas a probar una para terminar igual que él?

–Ahorita vengo.

Tomé la mano de Pansy y salimos de ahí, si Draco se llegaba a enterar lo más seguro es que no se quedaría de brazos cruzados.

–Quise confiar en ella –mencioné una vez que estuvimos por los pasillos–, quise creerle.

–No es tu culpa.

Cruzamos por varios pasillos hasta llegar cerca de la enfermería y la vimos pasar, junto con Harry y Ron. Nos acercamos a ellos y parecieron desconcertados con nuestra presencia.

– ¿Qué haces aquí? –preguntó Hermione.

–Pareces sorprendida de verme.

–Pues sí, creí que habías dicho que estarías ocupada –se puso nerviosa y eso fue suficiente para confirmar sus intenciones–. ¿Los demás también están por aquí o solo ustedes?

– ¿Tanto la odias? –preguntó Pansy– ¿Acaso no puedes simplemente ignorarnos si tan mal te caemos?

– ¿Ahora qué hiciste? –Ron miró a Hermione– Creí haberte escuchado decir que tendrían un nuevo comienzo.

–No hice nada, no tengo ni la menor idea de lo que están diciendo.

–Mentirosa –Pansy la señaló–. Le llega a pasar algo a Terence y visitarás la enfermería otra vez.

–Olvida el nuevo comienzo –dije–, y agradece que los chicos no saben nada.

–Espera –Harry se puso enfrente de nosotras cuando nos dimos la vuelta–. ¿Podrían decirme qué está pasando? No entiendo nada.

– ¿Recuerdan las estúpidas galletas? –asintieron– Terence comió una y ahora está delirando.

–Esto es absurdo –mencionó la castaña–. Me quieren hacer la culpable de algo que claramente no hice, para llamar la atención. Ja, típico de Lyra.

Me giré hacia ella pero Harry me tomó del brazo y se interpuso entre las dos.

–Suéltame.

–No, si lo hago la vas a golpear.

Cuando el destino nos alcanceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora