Capítulo 8

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TOM RIDDLE

Desde que el profesor Dumbledore me dijo que había sido uno de seleccionados para ir de intercambio a Durmstrang, acepté. Era la mejor escuela en artes oscuras, por supuesto que iría.

Padre mencionó que estaba orgulloso de eso. Que al menos podía decir eso de uno de sus hijos, porque no paraba de decirle a Mattheo lo decepcionado que estaba de él y compararlo conmigo para todo.

Él nunca ha estado más de tres meses en la misma escuela, soluciona todo con golpes y es pésimo usando la varita. Pero, a pesar de todo, yo jamás se lo he dicho directamente porque al final era mi hermano y siempre lo sería.

–Se te va a quemar el cerebro de tanto pensar.

– ¿Cuántas veces debo decirte que no entres a mi habitación sin antes tocar, Mattheo?

–Hasta que aceptes que me importa un comino –se aventó a mi cama–. Padre dice que bajemos.

– ¿Ahora qué hiciste?

– ¿Por qué tuve que haber sido yo y no tú? –salimos– Tal vez se acabó tu faceta de hijo perfecto al fin.

– ¿Por qué crees que yo...? Olvídalo.

Toqué antes de entrar al despacho y abrí la puerta al escuchar el "pasen" de nuestro padre. Estaba sentado del otro lado del escritorio con Nagini a su lado.

–Tomen asiento –señaló las sillas y nos sentamos–. Los llamé porque nuestro querido Igor hizo una excepción y los veré dentro de un año. No quiero que aparezcan antes, para nada.

– ¿Dijiste "los"? –preguntó Mattheo– ¿En plural?

–Mañana partirán hacia Durmstrang, así que alisten las maletas –nos señaló la puerta para que nos retiráramos y nos paramos–. Se tendrán el uno al otro por cualquier cosa y Tom, cuida al inútil de Mattheo. A ver si consigues que dure en la escuela esta vez.

–Sí, padre.

Salimos del despacho y suspiré. Ahora era niñero.

El hecho de que dejara en claro que no lo veríamos hasta dentro de un año, sólo significaba una cosa: está planeando algo. Y nos manda lejos porque le dejamos en claro que seríamos imparciales, él no nos incluye en sus planes y nosotros no interferimos de ninguna manera.

–Al parecer no llegarás solo –entró a mi habitación y resistí el impulso de lanzarle un crucio–. Te ayudaré a hacer amigos.

–No necesito que me ayudes a nada, ya tengo amigos. Dos, de hecho.

–Perdón, señor popular –lo miré mal.

–Estoy bien con esos dos, ¿ok?

– ¿Ah sí? A ver, dime sus apellidos.

–Como si los conocieras –susurré y vi que no se iba a ir hasta que le respondiera–. Black y Higgs.

FLASHBACK

Iba en un vagón vacío, disfrutando del silencio mientras leía un ejemplar de magia oscura, hasta que entró un chico y se sentó enfrente de mí.

– ¿Te puedo ayudar en algo?

–Sí. O no. Bueno, me llamo Terence Higgs.

–No me interesa.

–Ok –se recargó en la ventana y cerró los ojos–, me avisas cuando lleguemos.

– ¿Qué crees que haces?

– ¿Dormir?

– ¿Quién dijo que podías quedarte?

–Nunca me dijiste que me fuera y siempre es bueno conocer a alguien antes de empezar un nuevo ciclo. Una vez leí que...

– ¡Por Merlín! –cerré el libro y lo miré– ¿Siempre eres así de molesto?

–Tendrás que averiguarlo.

.

Ser prefecto tenía sus ventajas y desventajas, como verificar que no hubiera nadie por los pasillos después de las doce.

Oí ruido en la cocina y al asomarme, vi una chica de cabello oscuro trepada en una silla, intentando bajar algo de las alacenas. Cuando estuve a unos pasos, notó mi presencia y casi se cayó del susto pero cuando me vio se relajó.

– ¿Qué se supone que haces?

–Intentando bajar un cereal –los señaló–, ¿me ayudas?

Por alguna razón no me negué y le bajé la dichosa caja ya que, como era más alto, yo no tuve necesidad de subirme a la silla.

–Gracias. ¿Tú qué vas a llevar?

– ¿Disculpa?

–Cuando alguien viene a la cocina a esta hora es para comer.

–Oh no, yo vine porque escuché ruidos y...

–Así que eres prefecto –me miró unos segundos, guardó unas galletas en su sudadera y se acercó a la puerta–. Bueno, si no sabes nada de mí, es imposible que le bajes puntos a mi casa o me reportes. Adiós.

Salió corriendo y tardé dos segundos en procesar lo que acababa de pasar. La hubiera dejado ir como si nada pero me causaba intriga, así que salí corriendo atrás de ella. Una vez que la alcancé, la tomé del brazo para detenerla.

– ¿Por qué saliste corriendo así? Pudo haberte visto otro prefecto.

–Puede pero ya no –tomó mi muñeca y miró el reloj–. Las rondas de los prefectos terminaron hace 5 minutos. Si nos topamos con un profesor, tendremos problemas porque yo no debería estar aquí y tú tampoco.

Tenía todo tan bien calculado que sentí demasiada curiosidad por saber cómo había logrado descifrar eso.

–Tom Riddle.

–Lyra Black –estrechó mi mano y se giró–. Ahora vámonos, al fin vamos hacia el mismo lugar.

– ¿Cómo sabes que...?

Tomó la manga de mi capa y por dentro se veía el color verde. Reí y nos fuimos de ahí, a comernos el cereal que le había bajado minutos atrás.

FIN DEL FLASHBACK

–Sólo te diré una cosa –me acerqué a Mattheo–. Aléjate de ellos.

–No puedo no acercarme a las personas.

–Sabes perfectamente a lo que me refiero. Hazles algo y olvidaré que eres mi hermano.

Y hablaba en serio, esos dos se habían convertido en personas muy especiales y no permitiría que el idiota de Mattheo les hiciera algo. Menos a Lyra.

–Hablas en serio –borró su sonrisa cuando vio que estaba completamente serio.

–Jamás había hablado tan en serio.

–Bien. No les haré nada a tus queridos amigos. Tienes mi palabra.

–Más te vale.

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NOTA DE LA AUTORA

Hola, hola chicuelos :)

Ya sabemos cómo es que Terence y Lyra conocieron a nuestro querido Tom <3

¿Cómo están? ¿Cómo les va?

Tápense si en su país hace frío y coman cheetos

Xoxo

Cuando el destino nos alcanceWhere stories live. Discover now