Capítulo 4

205 11 2
                                    

Íbamos hacia el comedor, al fin comeríamos algo, pero Draco vio al famoso trío de oro y fue hacia ellos.

– ¿Qué obsesión tiene con ellos? –preguntó Terence.

–Te acostumbras –respondió Blaise.

–Ustedes adelántense –mencioné–, yo voy por él.

Hermione entró al baño y Ron salió corriendo cuando vio que Draco iba hacia ellos pero Harry no, hasta que fue demasiado tarde y recibió un empujón del rubio. El jarras terminó en el suelo pero se levantó de inmediato y empezaron a discutir, así que corrí para evitar un enfrentamiento entre ellos.

–Vámonos, Draco –lo tomé del brazo–. Los demás nos esperan.

Se zafó de mí al instante y empujó a Harry con el hombro cuando pasó a su lado. Caminé a su lado hasta que llegamos a la mesa con los demás.

– ¿Por qué fue que...?

– ¿Ahora lo vas a defender? –me interrumpió.

–No se trata de eso.

–Como sea.

– ¿Cuál es tu problema con él? –suspiré– Porque parece personal.

–Ninguno.

–Lyra tiene razón –me apoyó Blaise–, solo actúas así con Potter.

–No les importa.

–Por supuesto que nos importa –Pansy se sentó al lado de Draco–, eres nuestro amigo.

–Bien, si tanto les interesa saber, les diré –Draco ahora estaba enojado–. Conocí a Potter antes de entrar a Hogwarts y, aunque parezca chiste, éramos amigos pero conoció a la sangre sucia y se dejó influenciar por ella. Creyó toda esa basura de que mis padres eran mortífagos y decidió creerle antes de preguntarme, ¿felices?

–Por eso el odio es mutuo –murmuró Terence.

–Lo lamento Draco, yo no...

–Si les dije es para que dejen de fastidiar con lo mismo –interrumpió a Pansy–, no para que lo sientan.

Ya decía yo que había un motivo para el odio entre ambos.

Blaise cambió de tema y nos libramos de la tensión que se estaba creando. Además de que teníamos demasiada hambre como para desperdiciar el tiempo hablando y no comiendo.

Ya nos estábamos por ir cuando vi que Cedric se acercaba pero yo no fui la única que notó eso.

– ¿Es mi imaginación o Cedric viene hacia acá? –mencionó Terence.

–Viene hacia acá.

–Dudo mucho que venga a hablar con los chicos y claramente yo no lo conozco como para que venga a hablar conmigo, así que –me miró Pansy–, ¿algo que decir?

–Anoche me topé con él y le dije que si quería conocerme debía averiguarlo.

–Veamos que averiguó –dijo Blaise antes de que Cedric llegara.

–Hola, Hufflepuff –lo saludé.

–Debo admitir que fue difícil saber quién eres.

–Pero supongo que ya sabes algo.

–Cho Chang, segundo año –fruncí el ceño cuando me ofreció una cereza–. Tus favoritas.

–No tengo ganas, gracias.

–Casi lo olvido. Tienes una lechuza llamada Chip.

– ¿Tienes una lechuza de mascota? –reí al ver la cara de Terence– Yo quiero conocerla.

Pansy no resistió y ambas terminamos riendo a tal grado que nos agarramos a la mesa para evitar caernos.

–Deberías de cambiar de informante –mencionó Blaise–, el que usaste no es muy confiable.

–Yo no... ¿Cómo supiste que le pedí ayuda a alguien? –miró la mesa de Gryffindor y supimos que había pedido ayuda al trío de oro– ¿Les dijeron algo?

–Te acabas de delatar tú solo –dijo Terence–. Y puedo apostar que fue Ron quien te dijo eso.

–No pudo ser Hermione porque ella da la información demasiado bien como para que hubieras confundido los hechos –Pansy se recargó en Blaise– mientras que Ron parece teléfono descompuesto.

–Además –paré de reír–, Harry me conoce.

El recién nombrado me miraba y, cuando Cedric lo miró, se encogió en su lugar y dejó de mirar en nuestra dirección. Como si supiera que hablábamos de él.

–No sé quién sea esa tal Cha Chong pero, claramente, no soy yo.

–Cho Chang –me corrigió.

–Como sea.

–Ahorita vengo –se paró Cedric–, iré a...

–Nos vemos, Hufflepuff.

Vi a Cedric ir hacia los de Gryffindor y esta vez nos reímos todos.

HARRY POTTER

– ¿Qué hace Cedric con los Slytherin? –le pregunté a Hermione.

– ¿Recuerdas que te dije que estaba buscando a alguien? –asentí– Al parecer la buscaba a ella.

– ¿A Lyra?

– ¿La conoces? –Ron resopló cuando asentí– Nos habríamos ahorrado mucho de haberte preguntado en un inicio.

– ¿Habríamos? Yo hice todo –Hermione puso los ojos en blanco– Y, a todo esto, ¿cómo es que la conoces?

–Ya se los dije, la conocí los últimos días de vacaciones. Sirius nos invitó a su casa.

– ¿Qué más sabes?

Me sobresalté cuando Cedric se sentó a mi lado y puso su brazo alrededor de mis hombros, como si fuéramos grandes amigos.

–No mucho.

–Lo que sepas me servirá mucho y me harías un enorme favor.

– ¿Por qué tanto interés? –quité su brazo de mis hombros– Si quieres conocerla, solo acércate a ella y háblale.

–Oye, tranquilo. No tienes porqué ponerte tan a la defensiva.

Cedric se fue y tanto Hermione como Ron, me veían como si me hubiera salido una segunda cabeza.

– ¿Qué fue eso?

– ¿Qué fue qué?

–No tenías porqué ponerte así –Ron siguió comiendo–, sólo te pidió un favor.

– ¿Acaso...? –Hermione rió– ¿Acaso esos fueron celos?

– ¡No! Por supuesto que no.

–Deberías decirle. A Lyra –fruncí el ceño–. Deberías decirle lo que sientes o alguien más lo hará.

–Alguien llamado Cedric –se burló Ron.

Los ignoré y cambié el tema antes de que siguieran molestando con lo mismo.

Cuando llegamos a las habitaciones, seguí ignorando los comentarios de Ron, parece que seguiría molestando con lo mismo durante un buen rato.

Por culpa de mis amigos, antes de quedar profundamente dormido, mi último pensamiento fue la chica pelinegra que había alegrado mis últimos días de vacaciones con su simple presencia.

Cuando el destino nos alcanceWhere stories live. Discover now