5. Un reclamo

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Portia Featherington no le gustaba estar sola, pero se sentía contenta de ver a sus hijas con sus futuros seguros y felices. Prudence y Philippa se habían casado y estaban muy bien establecidas en las casas de sus maridos. Aunque habían tenido niñas y la propiedad aún no era del todo de ellas, Portia sabía que era cuestión de tiempo para que se asegurara la mansión Featherington a su nombre.

En cuanto a Penélope, su hija menor estaba viajando y feliz, esa idea no le agradaba mucho pero quería a Penélope, y luego de todo lo que había vivido sabía que se merecía un poco de alegría. 

Había tenido diez años sacando dinero a la sociedad con sus chismes y escándalos. Al comienzo no creía lo que ella le contó, pero cuando las piezas encajaron no pudo evitar sentir cierto orgullo. Penélope había sido la hija que más se parecía a ella; inteligente, atrevida, astuta y con una gran capacidad de analizar los pros y los contras de las situaciones. Compartieron el secreto y el dinero, y Portia se aseguró de guardar los miles de libras de Penélope en un banco para generar intereses, y si alguien hacía preguntas al respecto de su fortuna, bien podría decir que era de la herencia de parte del fallecido padre de Marina. Después de todo era un familiar y seguro que nadie hacía preguntas por si le dejaba dinero 

Aquella mañana llegó una carta de Chipre. Se sentía emocionada ya que antes de aquella separación entre madre e hija, Penélope nunca le había escrito siquiera una nota. Salió con el papel sellado de su casa y tras subir a su carruaje fue al día de campo junto con sus dos hijas mayores. —Penélope Featherington ha deshonrado a su familia al irse de Londres como una fugitiva. –Había cuchicheos, la sociedad con su sórdida boca hablando de lo que no sabía  y agregándole cosas que no eran verdad. Por otro lado, su hija Penélope Anne Featherington como Lady Whistledown había sido mordaz, sagaz y muy veraz a la hora de criticar la vida de alguien.

—Las personas hablan acerca de nuestra hermana, Philippa.

—Prudence, no olvides que mamá estuvo de acuerdo. ¿Por qué estuviste de acuerdo, mamá?

Portia las miró y recordó como en su pasado también quiso escapar. Siendo hija de un vizconde fue prometida al barón Archibal Featherington, por conveniencia. Vivió un matrimonio sin amor y tuvo a sus tres niñas, adorables y a quienes amaba con su corazón.

Pero eso no significaba que no había soñado con ser una mujer diferente con una vida distinta. En cierta medida se quedó deseando más. —Solo accedí porque quiero que las tres sean felices. Muy felices. Y Penélope no era feliz en la sociedad y no me extraña. Con estiradas como Lady Cowper y Lady Trombley. Los Gorin, los Berbrooke... Cada uno peor que el anterior. –Se acomodó en su silla y sacó la carta de Penélope para leerla. —Ella está buscando su objetivo de vida.

COLIN BRIDGERTON

Recordó cuando le contó acerca de su amor fallido y como él había dicho cosas sobre ella sin conocerla realmente. Sus palabras como cuchillos clavados en su corazón y ahí estaba su nombre mientras leía la carta de su hija. 

Se levantó de golpe de su asiento y miró hacia donde estaba la numerosa prole de los Bridgerton, siempre faltaba el hermano número tres. Necesitaba convencer a Violet para que le dijera a su hijo que se alejara de su hija. —¿Mamá?

—Un momento, Prudence. Ya regreso. –Y caminó hasta donde estaban el vizconde y su familia pasando el día. Violet alzó la mirada al ver a Lady Featherington llegar a donde estaban le hizo una reverencia. —Lord Bridgerto. Lady Bridgerton. –Dijo Portia saludando a Anthony y Kate. —Lady Violet ¿Podemos hablar? Es algo urgente.

—Lady Featherington, por supuesto. Sea bienvenida a nuestro campamento.

—En privado. –Violet accedió y se levantó de su lugar para acompañar a Lady Portia a una caminata. —Gracias por acceder.

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