8. Un rival

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Mientras tanto en Londres...

—Colin nos haría un gran favor si se casara con Penélope. Es lo único que diré al respecto. –Soltó Benedict mientras miraba su caballete trabajando en su siguiente obra de arte que sería llevada a la casa de Somerset. En la casa Bridgerton solían reunirse de vez en vez a tomar el té y con la temporada social abierta, incluso él, quien vivía en el campo junto a su esposa y sus hijos, venía a la ciudad a disfrutar de las fiestas. Sophie, quien había conocido a Penélope y que compartía la opinión del resto de su familia política, pensó que sí, Colin y Penélope hacían una pareja adorable. —Las Featherington nos detestan y no es para menos después de su comentario.

—A mi me parece injusto que no se haya olvidado ese comentario. Han pasado diez años, las personas no parecen tener pensamientos propios.

—Eloise. –Daphne miró a su hermana y tomó su taza de té. —Colin actuó muy mal, le hizo daño a una buena amiga. Ni siquiera debió mencionarlo.

—Nunca dije que no. –Eloise sabía que su antigua amiga deseaba casarse, obtener esa independencia de la casa de su madre y llevar su propio hogar. Sabía que quería hijos, una familia y más... Y sabía que su hermano había sepultado esas opciones. —Pero hablo de los demás... ¿Cómo se dejaron llevar por un comentario cuando pudieron haber conocido a Penélope ellos mismos? A mi parecer ninguno es digno de Penélope.

—¿Y qué hay de Colin?

—¿Qué hay de Colin? –Respondió la mayoría viendo a Hyacinth quien estaba sentada en uno de los sofás haciendo un bordado. Ella quiso reír, al parecer tenía el talento para dejar una habitación en silencio con una pregunta incómoda.

—¿Colin es digno de Penélope? Creo que la pregunta correcta es esa. Ustedes están planeando una posible unión Bridgerton-Featherington porque piensan que es lo más conveniente, pero ¿Han pensado que Penélope podría rechazar a nuestro hermano?

—Le falta cierto golpe al ego para reaccionar. Pero conociendo a nuestro hermano, Hyacinth, no creo que la deje escapar. –Dijo Benedict mientras daba pinceladas de color al cuadro que había nombrado "La mujer de plata", una pintura más elaborada de Sophie con el vestido con el que la conoció. —No es el estilo de Colin dejar escapar algo que quiere.

Eloise estaba inusualmente callada. Había estado enojada con Penélope mucho tiempo pero por orgullo no quiso reconocer que Penélope había intentado hacer lo mejor para todos, y sola... Nunca le contó a nadie, pero necesitaba la respuesta de Colin. —¿No ha llegado correspondencia de Chipre?

—Ninguna. Creo que Colin nos está ignorando.

—Es eso, madre, o siguió mi consejo. -—dijo Anthony mientras iba directo a sentarse al lado de su esposa.

—Fue mi consejo. –Replicó Kate riendo mientras veía a su esposo. —Yo te dije que le escribieras justo lo que enviaste. Son mis palabras, cielo.

—Somos marido y mujer. Lo tuyo es mío, lo mío es tuyo... ¿No es así como funciona?

—Eventualmente. Pero es cierto, Hyacinth tiene razón. Colin podría no ser suficiente para Penélope. Ella podría enamorarse de alguien más.

***

Sotavento de Chipre — Rumbo a Paphos. 23 de abril

Los vientos han sido favorables desde que salí de Ayia Napa. Pasaré la noche en altamar y podría llegar hasta Paphos en dos días, con suerte. El viaje por la isla habría tardado más que por barco y el tiempo ahora es vital. Puede que se trate de la mayor de mis aventuras. Antes en cada viaje salía sin saber que iba a encontrar o que estaba buscando. Ahora, cuando en el atardecer de un cielo rojizo veo el cabello de mi querida Penélope y en el mar azul el color de sus ojos, estoy convencido que voy en la búsqueda de la mujer que amo.

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