16. Un cortejo

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Portia estaba disfrutando que dos hombres estuvieran interesados en su hija. Penélope solo pensaba en que el fuego (una falsa Lady Whistledown) se atacaba con fuego (ella misma como Lady Whistledown). Colin estaba a su lado mostrándose posesivo mientras Aidan intentaba acercarse. Negarle la diversión a su madre sobre que la visitaran no era algo que quería hacer, y, sin embargo, ella sabía que aquella disputa estaba lejos de ser igual. Ella había elegido a Colin desde que tenía dieciséis, el destino siempre la llevaba a su azul, al verde, y ya sabía lo que era ser su mujer, y no podía imaginar a otro hombre besándola, acariciándola o poseyéndola como lo hizo Colin en Chipre.
Es más, pensaba en repetir la experiencia, y si no le hubiera dado miedo el mismo enojo de Colin, lo habría dejado avanzar más en la biblioteca. —Penélope estará encantada de recibir las visitas de ambos, caballeros. Ahora sí nos disculpan, Penélope. —Portia fue quien sacó a su hija de aquella extraña, pero muy atractiva situación. Juntas a la mesa de bocadillos y nerviosa Pen tomó un pastelito para darle una mordida. —¿Aidan Trathen? Es una familia importante. Aunque es segundo hijo. ¿Cómo lo conociste?


—En Chipre. Estaba ahí, es enemigo de Colin, mamá, ¿Por qué propiciaste esto? Ya yo decidí por Colin.

—Escúchame querida. Colin Bridgerton está decidiendo por ti, y es justo que después de todo lo que pasaste por él se la pongamos un poco difícil. Además, si el señor Trathen va a nuestra casa, podemos más fácilmente presentarle a Felicity.


Los murmullos en el salón se expandieron, la gente hablaba y decía cosas y Penélope escuchaba muy levemente las conversaciones más cercanas. Fue cuando hubo un grito que casi la hizo ahogarse con su pastel. —¡Mil libras! —Vio de dónde venía la declaración y como Colin y Eloise le sonreían. —¡Mil libras a quien desenmascare a Lady Whistledown! —Lady Danbury veía en dirección a Penélope y le sonrió. A lo mejor Colin y Eloise habían sugerido aquella apuesta para volver locos a todos en la sociedad, eso hacía que el secreto de Cressida se viera vulnerable y no podría continuar, eso sí que era astuto. Por su parte, ella no podía continuar con su vida con todos creyendo que esas últimas columnas horribles e insultantes se le atribuyeran a ella. Por muchos años solo tuvo su Alter ego así que no podía dejar que se manchara. Vio a Eloise caminar hasta ella y la jaló del brazo para sacarla al jardín mientras sonreía.


—¿Fue tu idea?


—En parte, la mayoría fue de Hyacinth. Estoy orgullosa de mi hermana menor. Esto hace vulnerable a Cressida, ¿Sabes qué fue lo mejor? Colin celoso, ni siquiera ha ido a la mesa de bollitos rellenos.


—Necesito que me acompañes. Creo que Lady Whistledown debe salir de su retiro, Cressida tomó mi nombre, el mundo debe saber que la mujer que leyeron es tan falsa como un billete de dos libras. —Eloise sonrió. Estaba de acuerdo y era el mejor momento para dar ese golpe. Su hermano estaba decidido a proteger a Penélope, pero le encantaba ver qué Penélope era la principal interesada en protegerse a sí misma. Siempre había votado por mujeres fuertes, listas y que formaran su camino. Y Penélope era de esas.

—Vámonos. —La llevó hasta su carruaje y como lo había hecho muchas veces, le pagó más al lacayo que la servía para que la llevara a las imprentas. Sacaron plumas, pergamino y tinta, y comenzaron ambas a escribir lo que habían escuchado y visto en el baile Hastings de una manera escandalosa, propia, pero muy elegante como era Lady Whistledown. —Es emocionante ser parte de esto.

—Siempre quise que fueras parte de esto. Lady Whistledown no tenía sentido sin ti. —Juntas llevaron el manuscrito a Chancery Lane. Eloise reconoció a Theo y él a las dos. —Es urgente.


—Pensé que te habías retirado. Una mujer vino, dos veces, pero no ha cobrado nada, todo el dinero ha servido para pagar las impresiones. Señorita Bridgerton.

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