💙 La primera vez de Penélope Bridgerton 💙

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—Yo prefiero señora Bridgerton. Es mucho mejor.

—No puedo diferir con esa declaración. –Y la besó con ternura mientras la acariciaba. Necesitaba tanto poseerla nuevamente, tanto y lo sentía en su cuerpo clamando por liberarse, pero a la vez se contenía con una extraña calma que lo mantenía a un ritmo enloquecedor y lento. Debía ser suave con ella. Recordó su posibilidad de estar esperando un hijo suyo, eso la hacía más preciosa a su vista, más frágil, más suya. Bajó una de sus manos hasta encontrar ese punto entre sus piernas capaz de darle las fantasías más excelsas que un hombre como él pudiera imaginar. La escuchó jadear y la sintió mojada y caliente. Ella lo deseaba y no fingía que no lo hiciera. —Hay algo que quiero hacer.
Ella le acarició la mejilla tras oír su voz ronca y le sonrió. —Pen...

—En lo que a mí respecta, puedes hacer conmigo lo que quieras, mi señor Bridgerton.

—Mi señora Bridgerton. –Su orgullo de hombre se hinchaba dentro de él, que ella lo mirase así, como si fuera el dueño del mundo lo hacía sentir como tal. Y lo era, por sus ojos azules y su sonrisa sincera, Colin sabía que el mundo de Penélope empezaba y terminaba en él.

Y siempre lo había mirado así. Ahora lo podía ver con claridad en sus recuerdos. Desde el día en que se conocieron en el parque por un giro del destino. En cada noche de baile en donde nadie la veía, pero él sí, y brillaba como las estrellas mismas cuando la sacaba a bailar.
"Los ojos no mienten", y los de Penélope siempre tuvieron esa chispa de amor para él.
Y se había enamorado de ese secreto que sus ojos le transmitieron.
El amor si ocurre a primera vista, y él se enamoró cuando la miró de verdad por primera vez en Chipre. Fue entonces que lo comprendió. —Te ves muy solemne. ¿En qué piensas?

—En las mil y una forma en las que te haré el amor, Penélope Bridgerton. En las mil maneras en las que encontraré para demostrarte que te amo. –Y comenzó a besarla saboreando su piel. La estaba provocando y ella reaccionaba a sus toques, gemía, arqueaba su espalda, y la visión era GLORIOSA. Cuando llegó a sus muslos los vio ceder para él, abriéndose como una flor ante su vista, una ofrenda... Y él no iba a rechazarla.
La saboreó oyendo sus gemidos fuertes y como su cuerpo entero se arqueaba hacia él acercándose mucho más. Lo que le pareció mejor fue la manera en la que las manos de ella buscaban acariciarlo y lo hacían con su cabello mientras él la consumía como si fuera un manjar de carne y él un león hambriento. Así se sentía, y era perfecto.

Más perfecto aún verla llegar y grabar en su mente como era el rostro de Penélope en la cima del placer. Era una visión gloriosa tenerla sudando excitada, viviendo su éxtasis y que él lo hubiera provocado. Tuvo que sonreír mientras volvía a acercarse a ella y jadeaba junto con ella al sentir un mínimo contacto entre sus cuerpos. —Colin. –Sintió su abrazo y como lo atrajo para besarlo, lo necesitaba, lo deseaba. Y en su beso posesivo lo hacía recostar en su cama y sentándose a horcajadas sobre él, guiada por su instinto, hizo que entrara en ella soltando un suspiro.

—Pen... –Acariciaba sus caderas suavemente dejando que ella tomara el aliento para acostumbrarse a su invasión, él estaba encantado de verla sobre él. —Pen...

—¿Qué hago? –Al mirarse ambos comenzaron a reír y Colin le puso las manos sobre las caderas de Penélope y comenzó a ayudarla a moverse. Estaba encantado por la fricción de sus cuerpos y de la iniciativa de Pen. Era su primera vez como esposa y la primera vez que tomaba las riendas, y lo hacía estupendamente. Sus caderas subían y bajaban mientras sus manos recorrían el torso de su marido y sus labios formaban una "o". —¿Estoy haciendo esto bien?

—Todo lo que hagamos en la cama está bien. Está... Lo está. —Dijo con la voz entrecortada mientras la ayudaba con sus embestidas y sus gemidos eran música para sus oídos. Le estaba gustando dejarla dominar, podría acostumbrarse. Pero necesitaba verla de nuevo en pleno orgasmo, Penélope en el clímax era una obra de arte. La hizo rodar en la cama hasta estar sobre ella para embestirla, la unión de sus cuerpos se daba tan natural que para Colin era como si siempre hubiera estado con Penélope y no existiera otra mujer. Sonrió y jadeó al sentirla entregada por completo, sintiendo sus uñas aferradas a su espalda, sus piernas rodeándolo para que no la soltara jamás. No iba a soltarla de ninguna forma. —Pen... Me encantas, Pen.

—Te amo, Colin. –Y sucedió para ambos en medio de un beso, explotaron juntos con sus nombres sin ninguna coherencia salir de sus labios mientras se aferraban con fuerza el uno al otro. Un beso en la frente y Penélope se sintió tan querida y amada que comenzó a llorar. Había esperado años por ese momento, sentir su anillo en el dedo le recordaba que era la mujer de Colin, su esposa, y aunque por años creyó que jamás lo tendría así, el destino se encargó de juntarlos.
—Pen... ¿Te lastimé? No llores, por favor.
—Es que de verdad te amo, te amo y siempre te amaré, Colin. Nunca imaginé que pudieran hacerse realidad y ahora que te tengo, no voy a dejarte escapar.

—Yo tampoco voy a dejarte escapar.

AZULWhere stories live. Discover now