『19』

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Los rayos del sol llenaban la cafetería. Una sombrilla verde sobre la mesa de madera proyectaba una silueta sobre ella.

La funda que portaba su pistola estaba tapada por un abrigo. En cambio, su rostro solo era cubierto por un par de gafas de sol.

Un rico y cálido café tocó ligeramente sus labios, para luego seguir deslizándose suavemente por su garganta.

─Alfa dos, informando: el primer objetivo se está moviendo─ llegó una voz a su auricular.

Junto a su puesto había un edificio. Para los civiles, no parece más que un condominio normal. Pero el hecho de que pudieran esconder Sarín, una de las toxinas más mortíferas, en ese mismo edificio, es amenazante.

─Nos quedan seis minutos antes de la infiltración─ De nuevo, alguien habló desde su auricular.

Inesperadamente, habló otro cliente desde atrás.

─No quiero que se vaya de mi lado, Ken-chin─

Oh, qué ganas tiene de girarse un poco para mirarle. Pero entonces eso sería demasiado egoísta de su parte. Incluso si dejarlos de repente es desconsiderado, mantenerlos involucrados con criminales es aún más insensible.

Se levantó y susurró a su auricular. ─Me muevo. Cambio─

Los patrulleros estaban caminando cerca del ala oeste del edificio hacia su norte.

Dejando unos cuantos dólares como propina sobre la mesa de madera, procedió a moverse con premura mientras se mantenía alejada de llamar la atención.

El guardia se puso delante de ella, extendiendo los brazos para detenerla. ─Oiga, retroceda. Los visitantes que no están en la lista sólo pueden entrar por la entrada principal...─

Sin permitirle terminar, lo agarró con fuerza de la nuca y la golpeó contra la pared, lo suficiente como para dejarlo temporalmente inconsciente. Parano llamar la atención, lo dejó caer lentamente, para que no hiciera ningún ruido.

─Alfa uno, informando. Despejado─

Siguió en su búsqueda hasta que notó que unos cuantos hombres más acechaban en el pasillo.

Respiró profundamente y desenfundó la pistola bajo su abrigo. Usando la empuñadura del arma, la golpeó a propósito contra la pared para crear ruido.

Al asomarse, vio que uno de ellos se acercaba sigilosamente a ella. Sus ojos se cruzaron con los de él antes de que se abalanzara sobre ella.

Pero justo en el momento en que lo hace, Shiroi bloqueó el ataque y detuvo su patada con su rodilla, dándole unos puñetazos en la boca y la nariz hasta que se desmayó.

Sin darse cuenta, el transceptor se deslizó lentamente y descendió al suelo mientras resonaba el sonido de su impacto.

La bala que fue disparada atravesó el aire ferozmente, su sonido era tenue porque había un silenciador fijado al arma.

Inmovilizándo al otro guardia por el disparo que recibió en el pie, comenzó a interrogarlo. ─¿Dónde está tu líder?─ Exclamó mientras lo asfixiaba.

─Arriba... piso─ Respondió casi sin aire.

Shiroi se levantó lentamente mirando las cosas de su entorno pero se detuvo cuando sus ojos se posaron en una sala  particular, el laboratorio, donde almacenan las peligrosas pruebas de Sarín.

Sus labios se separaron ligeramente, sabía que sus posibilidades de triunfar podían ser escasas, ya que se desconocía lo que acechaba en este lugar. Se encontraba en una situación delicada frente a sus quince subordinados.

Abrió la puerta del laboratorio y allí estaba, un líquido claro en frágiles tubos de ensayo.

Colocando el frasco de Sarín en un aparato, pulsó algunos botones, controlando qué piso liberaba el gas. No había vuelta atrás; es simplemente imposible cancelar la liberación.

─Iniciando liberación en menos quince minutos─ Una voz robótica habló desde el altavoz.

─Lo he activado─ tocó el auricular. ─Cuenta atrás de quince minutos─

─Afirmativo. Tiene que salir del edificio, jefa─ Le indicó uno de sus lacayos antes de que empezara a salir de la sala.

Al sentir que una aguja penetraba en su hombro y que un líquido recorría su cuerpo, apenas pudo procesar lo que acababa de suceder.

El entumecimiento se apoderó de su cuerpo, por mucho que tratara resistir, no lo soportó y cayó de rodillas al suelo. El pánico comenzó a recorrer por todo su ser.

Estamos hablando de una droga adormecedora muy fuerte y no de Sarín.

─Hay un intruso en la planta uno. Repito, ¡un intruso en la planta uno!─ Informó el científico a través de un transceptor.

Su respiración se volvió más rápida y más superficial. No podía mover ninguna de sus extremidades. Lo único que podía hacer era mirar cómo los hombres de Daikokuten la arrastraban con dureza a la planta superior, mientras estaba en su estado de indefensión, donde el gas tóxico se evaporará en menos de quince minutos.

─Quedan trece minutos, jefa─ Consiguió de escuchar su auricular. La desesperación le arañaba la piel, pero ningún sonido salió de su boca.

Lo menos que puede hacer el Sarín es que con un simple contacto con la piel bloquea la transmisión del influjo nervioso, provocando parálisis.

Es realmente una forma cruel de morir. Los primeros síntomas que presentan las víctimas son fuertes dolores de cabeza y pupilas dilatadas. Luego, comienzan las convulsiones, seguidos de paros respiratorios que los llevan a la muerte.

Pero si sólo es la muerte lo que cuesta mantenerlos alejados de la Toman, entonces que así sea.

➛ 𝐅𝐀𝐕𝐎𝐑𝐈𝐓𝐄 𝐂𝐑𝐈𝐌𝐄 ||  ➵ s. ᴍᴀɴᴊɪʀᴏWhere stories live. Discover now