Capítulo 9

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 —Laura, ¿estás bien? —preguntó la señora Anniston a la chica.

—Estoy bien, señora Anniston, no se preocupe —dijo Laura enjugándose las lágrimas.

—Laura, te puedo proponer una cosa —dijo la señora Anniston a Laura.

—Dime.

—Te gustaría venir a una de mis charlas, en el salón de actos de la biblioteca municipal —dijo amablemente la señora Anniston

—Me encantaría, ¿día y hora? —respondió y preguntó afirmativamente Laura.

—Bueno, sería esta tarde a las 5,— respondió la señora Anniston

—Vale, pues ahí estaré, no se preocupe.

Ambas salieron del cementerio, y Laura prefirió caminar sola hasta casa. A pesar de la distancia por el camino, se encontró una pluma blanquísima en el suelo, se agachó a recogerla, se sentó en uno de los bancos y empezó a tocarla.

Es increíble lo hermosa que es esta pluma, creo recordar que hubo una vez que alguien me dijo que si te encontrabas una pluma en el suelo era porque se le había desprendido de sus alas a tu ángel de la guarda ojalá fuera cierto bueno a lo mejor, es no lo sé ya ni en que creer cada día me siento más sola es horrible extrañar y que nadie entienda tu dolor y Michael que demonios voy a hacer con Michael sé que me ama, pero yo no puedo corresponderle aún me siento vacía desde la partida de Evelin ya nada ha vuelto a ser como antes intento mejorar, pero (...) no puedo es algo imposible y cada día siento que retrocedo un poquito más que injusta es la vida se lleva a los inocentes para dejar a los culpables aun con vida

— Laura, menos mal que estás bien, estaba preocupado por ti, Laura. ¿Me oyes, Laura? —preguntó Michael jadeando.

— A, hola, Michael, perdona, estaba absorta en mis pensamientos, has visto qué pluma más bonita me acabo de encontrar —dijo Laura sonriendo.

—Es igual de bonita que tú, comentó Michael dando un beso en la mejilla a la chica.

—Verás, Michael, me gustaría disculparme contigo.

—No tienes que pedir disculpas por nada, Laura, no te martirices.

—Por favor, Michael, déjame acabar. Quería disculparme por no corresponder tus muestras de cariño, por no ser la Laura que era antes de que todo esto ocurriera.

Sé que he cambiado, pero te pido que me creas cuando te digo que voy a cambiar para devolverte todo el amor que tú me estás dando.

—Laura, sé más que de sobra que me amas y no te guardo rencor ni estoy enfadado ni nada de nada, solo quiero que te mejores, es decir, que aceptes mi ayuda. Sé que ir al psicólogo no te gusta y quién sabe, a lo mejor yo te puedo ayudar más que ese comecocos. ¿Qué me dices?

—Estás como una cabra, pero eres mi cabra favorita —ARGUMENTO Laura besando en los labios a Michael.

Te Recordare Evelin Segundo libroDonde viven las historias. Descúbrelo ahora