Capítulo 16

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Laura estaba muy tensa. La señora Anniston parecía no quererse ir nunca, y en lo más profundo de su ser sabía que no estaba allí solo por pura cortesía.

En medio de sus cavilaciones, comenzó a sonar el teléfono de Laura; en la pantalla ponía Michael.

— Michael, ¿cómo va todo?—preguntó Laura nerviosa.

— No sabes de lo que me he enterado — Decía jadeando por la otra línea el chico —Resulta que Lina es una detective privada, al final tus miedos tenían razón, pero prefiero contarte esto en persona y, en presencia de Luz, creo que esto nos concierne a todos ¿Cómo lo ves cariño? — Preguntó algo más relajado el chico

— Me parece perfecto, creo que a estas alturas los teléfonos no son de fiar. ¿Adivina, quién está en mi casa? —preguntó Laura a Michael.

— No puede ser, no será verdad —decía Michael con cierta incredulidad.

— Dilo, dilo sin miedo.

— La madre de Evelin

— ¡Bingo! —dijo Laura desde el otro lado de la línea.

—¿Qué hace ahí? ¿Estás bien? —comenzó Michael a lanzar preguntas.

—Según ella, ha venido para traerme una caja de bombones como agradecimiento por asistir a su charla.

— Ya, claro, se piensa que te chupas el dedo o que, mira, Laura, yo, si quieres, puedo pasarme por tu casa y decirle a tus padres que te voy a invitar a cenar. ¿Qué te parece?

—Me encantaría cenar contigo, Michael, espero tu llegada —respondió dulcemente Laura.

Michael no dijo nada más, colgó el teléfono y, mientras tanto, Laura pudo escuchar un poquito de la conversación entre la señora Anniston y su madre.

—Bueno, creo que debería de irme ya, muchas gracias por su amabilidad, señora Suárez.

—No tienes que agradecerme nada, para mí es todo un placer, ya sabes que puedes venir cuándo quieras.

—Puedo preguntarte una cosa —dijo muy seria la señora Anniston

—Por supuesto, de qué se trata —respondió amablemente la señora Suárez.

— ¿Laura le ha hablado alguna vez sobre lo escrito en el diario de Evelin?

Una pregunta que pillo desprevenida a la señora Suárez: era cierto que Laura jamás había comentado nada de lo escrito en ese diario, pero sabía que había cosas muy duras.

En ese momento y, para salvar la situación, Laura bajó las escaleras para decir a su madre.

—Mamá, voy a ir a cenar con Michael —comentó Laura interrumpiendo la conversación.

—Vale, me parece bien, pero deberías tener más cuidado, no ves que estábamos hablando —reprochó la señora Suárez a su hija.

—Hay, es verdad, lo siento mucho —dijo Laura disculpándose.

—No te preocupes, si yo ya me iba —dijo la señora Anniston fríamente.

La señora Anniston salió de la casa y la madre e hija se miraron muy asustadas.

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