Culpable hasta probar su inocencia

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Capítulo 16: Culpable hasta probar su inocencia

Harry hizo una mueca de resignación cuando Lucius lo escoltó al Ministerio, con una mano firmemente apoyada en su espalda. Madame Shiverwood había enviado una lechuza ayer, "invitándolo" a que fuera a verla hoy para hacerle su segundo interrogatorio—lo que probablemente ella llamaría una pequeña charla. Narcissa, sin embargo, se había ido esta mañana a hablar con Henrietta Bulstrode, probablemente para responder algunas preguntas sutiles sobre si Harry estaba en la capacidad de liderar.

Harry deseó haber podido ir con ella. Enfrentarse a Henrietta Bulstrode no era nada comparado a hacerlo con Madame Shiverwood.

Eso dejaba sólo a Lucius para llevarlo al Ministerio, por supuesto, porque todos en la Mansión sólo le habían dado una mirada fría a Harry cuando sugirió que se le permitiera ir solo. Harry había inclinado la cabeza y no había objetado, pero su corazón estaba lleno de objeciones. ¿Qué bien haría un rehén más en una batalla? Voldemort o sus Mortífagos podrían atacar a las personas que viajaran con Harry con la certeza de que moriría antes de permitir que se lastimaran. Harry no vio por qué no se le debería permitir ir solo, y si Voldemort o los Mortífagos aparecían para pelear con él nuevamente, ese era el problema de ellos y el suyo.

Fueron directamente al Departamento de Familias Mágicas y Servicios Infantiles, Lucius intercambiando algunos asentimientos fríos con quienes se les cruzaban. Harry lo observó divertido, para distraer su mente del próximo interrogatorio. Lucius había perdido prestigio en el Ministerio cuando Fudge se volvió tan histéricamente hacia la Luz, y el hecho de que el nuevo Ministro fuera un miembro de la Luz tampoco lo ayudaría mucho. Pero incluso ahora había gente que podía escuchar el dinero, supuso Harry, si no las palabras de un mago Oscuro. Y a Scrimgeour no le importaría eso, aunque le importara Lucius, porque Lucius no era un Señor y el soborno era uno de los medios que los magos comunes usaban para hacer las cosas. Él pensaría que es su deber purgar su Ministerio de personas que podrían ser sobornadas.

—Aquí estamos —Lucius se detuvo ante la puerta de Madame Shiverwood—. Confío en que saldrás de tu charla a las once en punto, ¿Harry?

—Sí, señor —dijo Harry, y suspiró, y puso su mano en la puerta.

Esta vez, aunque se abrió en la misma habitación, no se mostró la misma expresión. Madame Shiverwood se enderezó detrás de su escritorio y lo miró con severidad.

—Harry —dijo ella, con un enérgico asentimiento—. Por favor, siéntate.

Harry tomó la silla frente a su escritorio, observándola pensativamente. Sus ojos siguieron cada uno de sus movimientos. Ella tenía las manos cruzadas y, en todo caso, sólo se apretaban más entre sí mientras lo miraba. Ella tosió, y si bien fue una tos suave, Harry no pensó que eso marcaba ninguna dulzura para él. Sus ojos eran demasiado agudos para eso.

—Por favor, cierra la puerta —dijo ella.

Harry hizo un gesto, y su magia sin varita hizo que la puerta de la oficina se cerrara en el rostro distraídamente divertido de Lucius.

—Sí. Bueno —Madame Shiverwood barajó los papeles sobre su escritorio por un momento, luego se inclinó hacia delante—. He aprendido más sobre el abuso que sufriste, Harry. He visto ya todos los recuerdos en el Pensadero, así como también he leído los informes —se detuvo un momento, sus fosas nasales se ensancharon, y luego dijo—: ¿Por qué no le dijiste a nadie?

Harry no sabía qué había cambiado, pero descubrió que esta nueva Madame Shiverwood le gustaba más. Ciertamente estaba desequilibrada, y parecía ser menos inteligente. Tal vez sólo estaba viendo los recuerdos que la habían desconcertado. Aun así, planeaba aprovecharse de ello. —Porque mi madre se aseguró de que nunca se me ocurriera el pensamiento, señora —dijo—. Ella me dijo que tenía que permanecer en secreto, para que nadie se enterara de que Connor no podía hacer todo por sí mismo. Y luego me dijo que nadie fuera de la familia lo entendería. Ellos dirían que era malo, pero nunca entenderían cómo se veía alguien que en realidad era parte de nuestra familia. —Y esa parte seguía siendo cierta—. Además, nunca lo consideré un abuso en ese momento.

Tormenta de mares y estrellas (Sacrificios 05)Where stories live. Discover now