Intermisión: Donde sólo el amor puede sostenerla

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Intermisión: Donde sólo el amor puede sostenerla

La primera vez que Pansy supo cómo alguien más iba a morir fue el día anterior al juicio de los padres de Harry.

Ella estaba apresurándose a llegar al Gran Comedor, porque se había despertado tarde para desayunar. Pasó por el lado de una Hufflepuff de primer año que también iba a desayunar en lo alto de las escaleras que daban a las mazmorras, bostezando y frotándose los ojos.

Pansy giró su cabeza, y sus ojos se posaron sobre la cara de la niña. Y luego, ella no pudo interesarse en nada más, porque vio pedazos de madera decorándola, vio la sangre y su corazón latiendo por el miedo mientras el conocimiento se metía dentro de su cabeza, tan innegable en este punto como su conocimiento sobre el alfabeto.

La niña iba a unirse al equipo de Quidditch de su Casa, y moriría al caerse de su escoba cuando tenía diecisiete años.

Pansy inhaló profundo y se dio cuenta que la chica la estaba mirando. Ella sacudió la cabeza y se apresuró. Por un momento, casi se rindió a la tentación de jadear o gritar con fuerza por la sorpresa, pero por supuesto que no podía hacer eso.

Ella había profundizado más en la necromancia en la noche de Halloween. Después de eso, finalmente había dejado de ir con su brazo derecho al descubierto, aunque el resto de los Slytherin lo hacían. Tenía que esconder su cuerpo detrás de tela, excepto por sus manos. Era necesario, para distanciarse del mundo físico alrededor de ella y acercarse al mundo de los espíritus. Pansy sabía eso tanto como sabía que no podía dejar que su odio por Harry la condujera más en sus estudios.

Tenía que ser amor, pasión para trabajar con los muertos y nada más.

Pansy había pasado horas arrodillada en un círculo de runas en la noche de Halloween, antes de finalmente conquistar su camino a través de los impulsos conflictivos y se había dado cuenta que rencor por lo que había pasado con Dragonsbane no había sido la motivación principal por un tiempo, si alguna vez lo fue. Ella en verdad amaba a los muertos. En verdad quería seguir los pasos de su padre. Y mientras ese nuevo conocimiento la inundaba, sabía que no podía culpar a Harry por su muerte.

La muerte era un honor. La muerte era el momento supremo de comunión con la vida, de hecho, era el momento en que el nigromante la probaba por última vez antes de irse y convertirse uno con la muerte. Harry había sido parte de la muerte de su padre, y Pansy debió haberle preguntado antes, para que así pudiera saber más acerca de cómo se sentía para el nigromante involucrado.

Por suerte, él era uno de sus Hablantes, así que aun podía. Había dejado de hablar con todos ya.

Se deslizó en su lugar en la mesa de Slytherin, y Millicent le asintió. Pansy mantuvo sus ojos en su avena, no segura de querer mirar y ver cómo su amiga iba a morir.

—¿Pansy? ¿Estás bien?

Debo que enfrentarlo. Tengo que enfrentarlo. Pansy se recordó ello, y levantó su cabeza, ojos enfocándose en la cara de Millicent.

Ella se relajó. Millicent iba a morir a una edad decente, casi a los cien años, de hecho, en los brazos de su tercer esposo. Pansy se rio en sus manos por puro alivio, y la cara de Millicent se relajó y tensó al tiempo.

—¿Estás segura de que estás bien? —ella demandó saber.

Pansy asintió, y se giró de nuevo a su avena. Su mirada se movió a través del Gran Comedor. Ella había tomado la decisión más difícil en Halloween. Sabía que los nigromantes tenían que ver la muerte de otros magos y brujas, y nunca decirle a alguien sobre ello. Ella tenía el ejemplo de su padre para mostrarle el gran coraje que se necesitaba para vivir con algo así. Pansy no era una Gryffindor, pero había aceptado esta carga, así que debía vivir con ella.

Vio grandes parches de enfermedad, lo gris de la vejez, visiones de accidentes asombrosos o mundanos. Había mucha sangre, y continuos flashes de Avadas Kedravas. Pansy respingó. Parecía que muchos de sus compañeros, y algunos maestros, iban a morir en la Guerra.

Pero ella no sintió la tentación, ya no más, de decirle a alguien lo que había visto. Asintió ante cada muerte, si no físicamente, entonces dentro de su cabeza, y su tensión se disipó, y su determinación creció. Lo que los nigromantes veían era inevitable, a diferencia de lo que los Videntes que predecían el futuro decían; no podía ser cambiado, manipulado o descartado. Pasaba. Pansy cerró sus ojos.

No me sorprende que los nigromantes tengan prohibido hablar de ello. Es un sacrificio para que la muerte confíe en nosotros, pero también es algo que los vivientes no querrán saber. Ellos odian la muerte. No entienden. Preguntarían, querrían saber el límite de sus días, y luego nos culparían por decirles. Vivirían sus vidas atados por sus finales, en vez de en gloriosa incertidumbre.

Pansy desayunó. Era miércoles, y ella tenía Historia de la Magia, siempre una clase aburrida. Si no se fortalecía con comida lo suficiente como para quedar somnolienta, entonces era probable que comenzara a hablar con uno de los fantasmas a medio formar que revoloteaban en el castillo, y todos excepto por los Slytherin de la clase se pondrían histéricos.

Había terminado la mayor parte de lo que podía comer cuando vio a un trio de personas entrar por las puertas del Gran Comedor. Pansy los miró.

Se quedó sin aliento. Eran Harry, Draco y el hermano de Harry, y mientras miraba, Potter se separó de los otros dos y se dirigió hacia la mesa de Gryffindor. Harry y Draco avanzaron hacía la de Slytherin, llevando una discusión en voz baja hasta que Harry respondió brusco y se alejó de Draco, caminando el resto de la distancia a solas. Su cara estaba pálida por la tensión. Pansy no se sorprendió, dado que el juicio de sus padres comenzaba mañana.

Pero fue la visión que había tenido mientras los veía a los tres juntos lo que la abrumaba.

Quiero decírselos.

Pero eso rompería sus votos, e incluso si aún pudiera hablar con Millicent y Harry, no podría contarles sobre sus visiones. Pansy trató de bajar los ojos de nuevo a su plato y olvidar lo que había visto.

No pudo.

Observó a Harry y a Draco mientras se acomodaban en sus lugares—todavía uno al lado del otro, a pesar de todas sus discusiones. Harry ignoró a Draco por completo mientras apilaba salchichas en su plato y comenzaba a comer, aunque la brillante cobra alrededor de su cuello y la serpiente Omen en su hombro parecían tan dispuestas a comer de la mano de Draco como de Harry. Mientras tanto, Draco siguió mirando a Harry.

Pansy logró comer un poco más, pero la comida era ceniza dura en su boca. Se levantó por fin y se fue, sus prendas se movían a su alrededor en direcciones que la velocidad del viento no podía explicar. Los fantasmas comenzaban a agarrarla y a jugar con su ropa, ya que ella estaba parcialmente en el mundo cotidiano, iluminado por el sol y parcialmente en el de ellos.

Se apoyó contra la pared del pasillo del primer piso y cerró los ojos. Tenía unos minutos antes de que comenzara Historia de la Magia.

Ni siquiera sé lo que significa una visión como esa.

Pero ella sí lo sabía, y esa última protesta era solo el berrinche instintivo de un niño que intenta evitar algo difícil.

Pansy se enderezó, respiró hondo y se volvió hacia la clase. Mantendría sus votos. No se lo diría a Harry, ni a Draco, ni siquiera a Potter, quien seguramente se equivocaría al intentar repetir la visión a los demás.

Ella se mantendría fiel a su curso.

El conocimiento y la visión de su propia muerte también le habían llegado la noche de Halloween y había pasado algún tiempo llorando. Si podía superar eso, podía superar cualquier cosa que viera de cualquier otra persona.

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Advertencia: Los capítulos 40-46 contienen situaciones que podrían causar un trastorno emocional severo. Además, los capítulos 41-43 y el 46 contienen recuerdos de maltrato infantil.

PROCEDAN CON PRECAUCIÓN.

Tormenta de mares y estrellas (Sacrificios 05)Where stories live. Discover now