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Sentía mucho en el instante, su cabeza daba vueltas y su garganta se cerraba, sentía que tenía bloques de concreto en los pies y que estos rasgaban con cada paso que daba a sus plantas, sangraba mientras hacía el recorrido a su auto. Era de noche, hacia frio y no había sonidos alrededor, todo lucia como un utópico infierno en donde solo hay silencio y lo que te atormenta son tus propios pensamientos, Jungkook solo podía rematar en la idea que le carcomía la cabeza hace un par de días, con todo el dolor físico que sentía; podía ser un fiel testigo de que la duda es la peor tortura a la que cualquiera se pueda someter.

El dolor de cabeza fue incesante hasta que llegó a verse en los vidrios de su auto, viendo solamente a un pobre hombre que tenía la mirada perdida y las bolsas negras de sus ojeras de las noches en las que se revolcó en su cama por la duda y la tristeza de su alma. Vio en sí mismo a la miseria misma, vio en él vergüenza y culpa. Porque si aquello era cierto, si Yunjin era su hija, la cara se le caería de vergüenza; por ser tratado como un poco cosa a la cual nadie toma en serio y a la cual todos pueden burlarse, hacer lo que quieran con él, porque él mismo era una vergüenza andante.

Mientras seguía observando su reflejo en los vidrios, una lágrima corrió por su mejilla, fue limpiada con rapidez, pero ya se había perdido en el aire. Dejó de sentir tanta pena por él mismo y se subió a su auto, con el destino fijo, la brújula le llevaría al lugar de respuestas; no creía ser tan poca cosa para que su propia sangre les mintiera a los ojos. Esperanzado de encontrar cierta paz en la sonrisa con falta de dientes, arranco el motor.

;;

Al llegar al hospital su corazón se exprimió aún más, el tiempo se hacía eterno mientras esperaba que el ascensor llegará a la planta requerida. Nunca se había sentido tan abrumado como ahora, jamás había sentido la ansiedad del momento y jamás sintió como su corazón explotaría; sin duda alguna, Yunjin sería su perdición y su salvación misma.

La campanita de arribo fue como una angelical, ya estaba en el piso de su madre e ignorando a sus amigos que esperaban en el pasillo, entró a la habitación y la cerró.

"Hijo, ¿Cómo te fue en la junta?" preguntó ella, con una sonrisa radiante y una hebra de lana a su lado, tejía algo, para alguien.

"Bien." Desató el botón de su saco y tomó una silla para sentarse al lado de su madre. "¿Tejías algo?"

"Ah, sí, es muy relajante tejer, supongo que saldrá una mantita de acá."

" ¿Para alguna niña?"

"Puede ser, tal vez para mis rodillas." Volvió a sonreír, alejada de las indirectas de Jungkook.

El plan de Jungkook era ir con indirectas hasta que su madre se diera cuenta, pero parecía que no podría hacer eso, así que tendría que hacer la pregunta sin anzuelo alguno.

"Mamá."

"¿Qué pasa?" Interrogó, poniéndole toda su atención, algo preocupada. "Estás pálido."

"Yunjin..." Tomó aire. "¿Yunjin es mi hija? ¿tengo una hija?"

Lo que más le dolió no fue idearse que podría tener una hija que no había visto en años, sino, ver como su madre se volvía pálida con la sola pregunta, le destrozó el corazón, porque era una vergüenza de persona a la que no se la podía considerar como digno de saber cosas tan importantes como esa. Su corazón se partió en dos al descubrir que a su madre poco le había importado.

"Mamá...dime la verdad."

"Jungkook..."

"Ah." Soltó un suspiro sonoro, cayendo en sus rodillas y sosteniendo la mano de su madre. "Por favor, dime la verdad, ¿tengo una hija? ¿es Yunjin?"

Entre abejas y espinas ; kookmin au omegaverseDonde viven las historias. Descúbrelo ahora