Capitulo 1

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Nymeria Targaryen, la pequeña heredera de unos de los siete reinos había nacido, su joven madre murió dando a luz, su padre se sentía desgraciado cuando vio por sus propios ojos a su primogénita, una niña de piel pálida y cabellos rubios casi blancos, ella lo miraba con sus deslumbrantes ojos violetas casi grises y una tierna sonrisa en su rostro:

-Presentenla ante mi padre- ordenó con notorio enfado y desaprobación- diganle que iré luego de preparar a mi esposa para su funeral.
Una ayudante salió a paso apresurado de la habitación con la niña llorando envuelta en una manta, ella también miró con desdén a quien en un futuro se convertiría en reina, caminó por los largos pasillos acompañada por aquel desagradable llanto. A su vez, el rey esperaba ansioso la llegada de su único hijo junto a quien lo sucesión en el trono, Aerys caminaba emocionado mientras conversaba con John, su leal amigo y consejero, acerca de la celebración que haría; la mujer de cabello anaranjado entró sosteniendo entre sus brazos a la niña que ni nombre poseía, hizo una reverencia frente al monarca, el rey tomó entre sus brazos a la pequeña, comenzó a mecerla, la mujer mencionó la muerte de la joven madre:

-¿Y Joffrey?- por primera vez desde que vió a la niña dejó de sonreír y miró a la joven.

-Decidió quedarse con su esposa, mandó a decir que se reunirá con usted una vez que terminen de preparar a su esposa para el funeral.

-De acuerdo,  ¿mencionó el nombre de la pequeña?- la bebé ya no lloraba, parecía estar tranquila, la mujer negó con la cabeza- Gracias por traerla, puedes retirarte.

Una vez que ella se fue, Aerys se dió media vuelta y siguió meciendo a su nieta, observándola con suma atención y susurrando que la protegería y prepararía para ser la mejor reina que su pueblo haya tenido nunca, el rey era amado y respetado por el pueblo, quería lo mismo para la niña que le sonreía:

-Aerys, ¿quieres que escriba la carta mostrándole condolencias a los Stark?- preguntó Jhon.

-No haremos nada hasta que vea a Joffrey, debe ser él quien le informe a la familia de Arya acerca de lo sucedido- ambos hombres se miraron en silencio.

-No les agradará la noticia, sabe que Joffrey no es bien recibido en sus tierras- Aerys lo sabía y no los culpaba, su rivalidad con los Stark estaba presente desde hacia años atrás, el conflicto parecía haberse apaciguado hasta que hijo y Arya decidieron huir y contraer matrimonio en secreto, no quería imaginarse las repercusiones que la reciente muerte podría traerle a su reino- creo lo mejor sería escribir una carta de condolencias y luego adjuntarla en la que envié el príncipe, también habría que felicitarlos por el nacimiento de su nieta.

-Tienes razón, una vez que mi niña descanse escribiré la carta, los Dioses me oigan y nos protejan de la furia de los Stark.

El día pasó, los cuervos dando las noticias fueron enviados, el funeral realizado, Arys se sentía frustrado por las actitudes y desinterés de su hijo hacia su primogénita pero intentó justificarlo debido a su reciente pérdida. Sin embargo conforme los días pasaban, el príncipe no cambiaba, el rey criaba su nieta como si fuera su propia hija, pasado un mes se encontró con su hijo por uno de los pasillos:

-¿Puedes explicarme a qué se debe que trates de esa forma a tu hija?- fue directo, no quería más juegos.

-Esperábamos un niño, un heredero- mencionó enojado- no una niña, nadie la querrá en el trono, es una decepción, Arya se sacrificó para nada.

-Joffrey, es tu hija y es la heredera, ni siquiera quieres verla, Nymeria merece un padre.

-¿Nymeria?  ¿Qué clase de nombre es ese?- se volteó a verlo completamente disgustado- ¿Acaso no me has escuchado? Es una decepción para este reino, para mí.

-¿Y qué otro nombre propones? Porque todo este tiempo, no te escuché que le dirigieras la palabra.

-Un nombre común, no es necesario que sea importante, ella no lo es.

-Actúa como el heredero que eres, como el futuro rey, no como un niño mimado, mírame cuando te hablo- estaba enojado- quiero un hombre fuerte y bondadoso en el trono, no un mal criado que cree que puede llevarse el mundo por encima solo por tener el apellido Targaryen.

-Eres tu el que se involucra en la crianza de la mocosa- aquel adjetivo hirió al rey- quieres criarla tu, pues criala, yo me volveré a casar y tendré la descendencia que sea necesario hasta tener el heredero que quiero.

-Arya murió, dió su vida por la de Nymeria, lo mínimo que puedes hacer por la memoria de tu difunta esposa es cuidar a tu hija y dejar ese estupido resentimiento atrás, es una niña que perdió a su madre y no tiene un padre que la cuide.

-Quédate con ella si quieres, no me desago de ella porque- el rey le propinó una sonora cachetada- ¡¿Qué crees que haces?!

-No vuelvas a hablar así de mi nieta, si quieres seguir siendo el principal heredero compórtate como tal- la desaprobación se denotaba en cada una de sus palabras- no te olvides que aún no sabes siquiera si vas a ser rey, asique deja de tentar la suerte que los Dioses te han propiciado.

Aerys siguió caminando, notando cierto peso en sus hombros, no se sentía orgulloso de lo que le acababa de decir a su hijo sin embargo sintió la necesidad de defender a su pequeña nieta. Trato de ignorar el dolor que le provocó aquella conversación tratando de ayudar a Jhon en los preparativos para la llegada de su ex cuñado Viserys y el resto de la familia de él, algo que a Aerys no le agradaba mucho pero decidió ignorarlo de igual manera, sabía que Viserys traería a sus dos hijos y le agradaba la idea de que Nymeria se relacione con algún niño de su edad, no era una visita política por lo que no se preocupe en sumergirse en algún tipo de charla incómoda sobre uniones matrimoniales.

Pasado el mes, el rey Viserys se presentó en el reino, fue recibido con lo mejor de lo mejor que el reino poseía, en el banquete de la última noche, una noticia marcó un antes y un después, Joffrey asistió acompañado de una joven de cabello anaranjado, Aerys la reconoció de inmediato y el disgusto se hizo aún más evidente cuando el príncipe anunció su compromiso pidiendo la bendición del rey de los siete reinos, la reina Alicent fue la primera en felicitar a la pareja, Viserys a duras penas dándose cuenta de la reacción de su amigo dió sus bendiciones. Posteriormente al banquete, Aerys fue directo a donde se encontraba Joffrey:

-¿Puedes explicar qué fue ese espectáculo que montaste en el banquete?

-Hice lo que te dije que haría, conseguirme una nueva esposa y tener un hijo- respondió indiferente.

-¿Qué crees que pensara Creagan cuando se enteré que te volverás a casar y qué piensas dejar fuera de la sucesión a Nymeria?- estaba empezando a molestarse.

-No me importa lo que piensen, padre- restó importancia al asunto, Aerys tenía ganas de golpearlo pero trataba de contenerse- ¿que nos hará Lord Creagan? ¿mandarnos lobos para que nos devoren?- señaló la montaña más alta- Tenemos un dragón ahí que nadie lo reclama, puede comerse los lobos que quiera.

-Los dragones no son armas que puedan ser usadas para una absurda guerra, ellos no tienen que pagar por nuestros errores, si Creagan aparece y tu sigues tratando a tu hija y tomandote tu herencia como una burla, yo mismo te entregaré, no tendré un mocoso en mi trono.

-No serías capaz de entregarme a los Stark, soy tu hijo, soy el heredero de tu reino.

-Desde que perdiste a Arya no te reconozco.

Joffrey se subió a su carruaje para acompañar a su prometida hasta su hogar y luego volver al castillo, estaba furioso, sentía que el nacimiento de Nymeria solo había provocado que una desgracia tras otra lo persiguiera.

Nymeria TargaryenWhere stories live. Discover now