Capitulo 27

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 Alicent corrió a abrazar a sus hijos apenas los vió, ambos la observaron intrigados al darse cuenta que su madre había estado llorando:

-¿Qué pasó? -Preguntó Aegon.

-Unos asesinos entraron al palacio anoche, han masacrado a los guardias.

-¿Dónde está Nymeria? -Preguntó preocupado.

-¡¿Cómo puedes preocuparte por esa mujer en estos momentos?!

-Madre, ella es mi esposa, la madre de mis hijos, si alguien se atreviera siquiera a tocarle uno de sus cabellos, lo mataría sin dudarlo. -Espetó con brusquedad-: ¿Se encuentra bien?

-No sé ni me interesa saber dónde está.

Aemond enojado, caminó directo hasta su dormitorio, donde supuso que se ella estaría, se preocupó cuando vió la cantidad de sangre que había en la entrada, empuñando su espada, abrió la puerta. Comenzó a buscarla, primero en los armarios, luego en el baño y por último bajo la cama, le pareció extraño su ausencia, volteó su vista hasta el lugar donde solía estar el espejo, clavada se encontraba la carta, era evidente que había sido puesta ahí a propósito, la daga seguía manteniéndose firme como si quien la hubiese empuñado cargaba con mucho dolor y enojo que debía ser desahogado. El joven príncipe se sentó y la leyó, sabía que su esposa guardaba algún tipo de secreto ese último tiempo pero jamás hubiese deseado que las cosas surgieran a la luz de aquella manera, él le había prometido a su madre que conseguiría aliados cueste lo que cueste y a pesar de haber sido consciente de que su segundo compromiso podría romper su matrimonio, no dió marcha atrás, no tuvo tiempo, iba a romper el compromiso una vez que no necesitaran más de los Baratheon y seguiría su vida junto a la mujer que amaba.

Alicent entró tiempo después a la habitación, observó a Aemond unos segundos, este se encontraba todavía sentado sobre la silla frente al escritorio, con ambas manos tapando su rostro, intentaba tranquilizar su respiración, su madre caminó lentamente hacía él:

-Le pregunté a unos guardias si vieron a Nymeria anoche. -Aemond la miró esperanzado, la reina odiaba ver a su hijo tan expuesto, odiaba a Nymeria por romperlo-: Ella intentó huir, creemos que con ayuda de Daemon luego de matar al hijo de Helaena.

-¿Qué? Madre, eso es imposible, Nymeria jamás haría nada contra Helaena o contra los niños, eso es absurdo, de hecho me sorprendería que no le haya propuesto irse juntas con los niños.

-Si eso es lo que eliges creer, siempre sentí algo raro con respecto a Nymeria y te lo advertí. -Alicent, posó su mano sobre el hombro del príncipe-: No puedes negar Aemond, que haz notado las miradas que intercambiaban ella y Daemon, siempre tan sospechosos y ahora la muerte de este pequeño inocente, nada parece ser una simple coincidencia.

-¿Podrías dejar de intentar manchar la imagen de mi esposa? Quiero estar solo.

-Sería bueno que consideres buscarte otra esposa, una que si valga la pena y no sea cómplice de la muerte de tu sobrino.

Al momento de saltar del acantilado, no pensó en nada más allá de su muerte, con el viento golpeándole el rostro y la lluvia empapandola, estaba lista para aceptar su final cuando en un ágil movimiento, logró aferrarse a su silla de montar, el dragón se posicionó de tal forma para que su jinete se resbalara por sus escamas hasta poder sostenerse. No hizo falta que emitiera ni una sola orden hacía Drogon, él abrió su boca y rugió fuego antes de emprender el viaje de regreso a su hogar, Nymeria lloraba en silencio, intentando convencerse de que no había ninguna razón para volver a King 's Landing. Cuando ambos volaban tranquilos, ella continuaba sobrepensando la situación y lo mucho que le dolía lo que ocurría, ¿qué era lo que iba a pasar de ahora en adelante? ¿Le pondrían precio a su cabeza por traición al fugarse? ¿de quién era aquel desgarrador grito? Miles de preguntas, ninguna respuesta.

Nymeria TargaryenWhere stories live. Discover now