Capitulo 33

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Estaba ansiosa, quería llegar y terminar con todo de una vez, comenzaba a pensar que odiaba tener que volar en Drogon fuera de su territorio sin embargo, llegaron sin ningún inconveniente en el camino. Su dragón volvió a quedarse libre, rondando por el lugar, Nymeria observaba todo en completo silencio, su mente estaba repleta de recuerdos:

-Nymeria Targaryen, primera de su nombre, jinete del dragón blanco, la belleza del Norte personificada, reina y protectora del Norte. -Ella caminó hasta estar frente al trono, Rhaneyra la observaba desde allí, se hincó en una rodilla, haciendo una reverencia.

-Puedes levantarte. -La joven así lo hizo, no sabía qué decir, nadie la había preparado para ese momento-: Acércate Nymeria.

-Daemon. -Lo saludó con una leve reverencia, posteriormente volvió su vista a la reina-: ¿En qué puedo ayudarla?

-Me pareció correcto que estuvieras aquí cuando designe los castigos correspondientes a los traidores. -Ella miró a Daemon asustada-: No tienes nada que temer, quiero que en base a tu experiencia me aportes ideas.

-Asesinar a Otto sería un buen comienzo.

-Eso ya se hizo. -Nymeria le agradeció-: Colócate al lado de mi esposo. -Guardias trajeron a Helaena y Alicent-: ¿Sugerencias?

-Helaena no tiene la culpa de lo que su esposo hizo. -La reina observaba atenta a su sobrina-: La noche que me fugué, Helaena y sus hijos iban a venir conmigo, ella tampoco está de acuerdo con la usurpación.

-No encontramos rastros de sus hijos. -Informó Daemon.

-Qué raro que el padre quiera hacerse cargo.

-Así que volviste maldita mocosa. -Nymeria la miró-: ¿Se juntan a hablar de sus bastardos?

-¡Cierra la boca u ordenaré que te arranquen la lengua! -Gritaron ambas reinas al unísono.

-Te advertí que haría que mi hijo consiguiera una verdadera esposa, una verdadera mujer. -Eso pareció dolerle de cierta forma a la más joven.

-Majestad, si tanto la reina viuda hablá sobre bastardos y pecados, sería bueno que sepa lo que eso es. -Le sonrió-: Que cada hombre o mujer que quiera, pague el mismo valor que a cualquier prostituta que pueda encontrar en la calle, día y noche, sin importar la hora hasta que dé a luz un bastardo y aprenda lo que es el pecado. -Daemon sonrió.

-¿Quieres que ese sea su castigo? -Cuestionó Rhaenyra-: ¿Estás segura?

-Si.

-Nymeria, lo tendré en cuenta, gracias, puedes retirarte por unos momentos, luego llamaré a alguien para que nos reunamos nuevamente.

Ella asintió, hizo una reverencia ante Rhaenyra y otra ante Daemon, salió con una sonrisa narcisista pasando al lado de Alicent, esperaba luego poder hablar con Helaena y a su vez, anhelaba que esta aceptara viajar al Norte con sus hijos, Nymeria le tenía afecto a la esposa del usurpador. La joven reina, caminaba por los pasillos, observando todo atenta, sintiendo algo de nostalgia a medida que avanzaba, fue a su antigua habitación, la que solía compartir con Aemond, no porque lo extrañaba sino que quería conocer a aquella mujer que la había reemplazado. Le costó un poco abrir la puerta, estaba trabada, cuando consiguió adentrarse a la habitación se llevó la sorpresa de que casi todo estaba como el último día, nada más allá de un banco se había movido, todo le resultaba tan extraño y descabellado, intentaba descifrar cómo fue que terminaron de esa manera, Nymeria observó atenta un cuadro de ambos que tenían colgado, ambos se miraban con tanto amor y ahora ni siquiera podían estar uno cerca a la otra. Termino de recorrer la habitación, extrañaba la felicidad que había experimentado todos esos años junto a su amado, una parte de ella quería volver el tiempo atrás e intentar que su esposo no se involucrará en la guerra pero la reina sabía que por más que lo deseara eso jamás sucedería.

Nymeria TargaryenWhere stories live. Discover now